Por Jason Horovitz, de The New York Times, para AM Guanajuato

ROMA.- En marzo de 2021, mientras católicos asombrados de la comunidad LGBTQ+ se hacían a la idea de que había un documento aprobado por el papa Francisco en el que el Vaticano se pronunciaba en contra de la bendición de uniones del mismo sexo, uno de sus confidentes, que es gay, dice que hablaron por teléfono.

Juan Carlos Cruz, sobreviviente de abuso sexual infantil que se hizo amigo del papa a lo largo de años de conversaciones, dice que Francisco, quien en ese entonces acababa de regresar de Irak, le dio a entender que la “maquinaria” del Vaticano se le había adelantado al pronunciamiento en el que se decía que Dios “no podía bendecir el pecado”.

Pero Cruz cuenta que Francisco “reconoció que la responsabilidad es suya. Me dio la impresión de que quería arreglarlo”.

En opinión de Cruz, quien visitó a Francisco por su cumpleaños número 87 el fin de semana, y la de muchos católicos de la comunidad LGBTQ+, eso fue justo lo que hizo Francisco. Aprobó una importante declaración de la misma oficina vaticana de doctrina eclesiástica que había emitido la sentencia negativa dos años antes.

La nueva disposición permite que los sacerdotes bendigan a parejas del mismo sexo siempre y cuando la bendición no forme parte de la ceremonia de una unión homosexual, con el objetivo de que no se vaya a confundir con el sacramento del matrimonio. Si bien la declaración no cambia la doctrina eclesiástica de que los actos homosexuales son “intrínsecamente desviados”, es una señal concreta de aceptación para una porción de los fieles que han sido castigados por la Iglesia desde hace mucho.

¿Por qué ahora?

Ahora que los liberales celebran y las parejas del mismo sexo empiezan a recibir bendiciones públicas, algunos se preguntan por qué el papa dictó la innovadora resolución en este momento, más de una década después de que comenzara su pontificado con un mensaje rotundamente inclusivo sobre cuestiones homosexuales. “¿Quién soy yo para juzgar?”, dijo en 2013, cuando le preguntaron por un sacerdote del que se rumoraba que era gay.
 
Las personas que han hablado con él a lo largo de los años y los analistas del Vaticano dicen que la mentalidad de Francisco fue evolucionando gracias a varias conversaciones privadas con católicos de la comunidad LGBTQ+ y con los sacerdotes y monjas que los atienden.

El papa Francisco sabe escuchar

Ha sido un proceso largo, lleno de altibajos, pero también el resultado de una reorganización gradual de la Iglesia por parte de Francisco, incluido el reciente nombramiento para altos cargos de eclesiásticos con una visión afín que no son aversos a los cambios. La muerte el año pasado de su predecesor conservador liberó la mano del papa, dicen los expertos, pero también creen que la prepotencia de los antagonistas del Vaticano, quienes trataron de acorralar a Francisco, contribuyó a ello porque les salió el tiro por la culata.
 
“Como todos, él aprende de escuchar”, comentó el padre James Martin, quien ha hablado con él sobre la necesidad de reconocer de mejor manera a estos miembros de la Iglesia. Es un destacado defensor de los católicos de la comunidad LGBTQ+ que se ha reunido en varias ocasiones con Francisco y también es jesuita.

En una conversación esta semana, Martin no quiso divulgar el contenido de esas reuniones de los últimos años, aunque señaló que se habían vuelto “cada vez más largas y largas”. Durante la conversación más reciente, en octubre, con motivo de una importante asamblea de la Iglesia, dijo que Francisco “me animó, como siempre hace, a centrarme en el individuo, a centrarme en la persona, a centrarme en las necesidades pastorales”. El nuevo documento, dijo, “está muy en línea con eso, con ese planteamiento”.

Francis DeBernardo, director ejecutivo de New Ways Ministry, un grupo con sede en Maryland que aboga por los católicos homosexuales, dijo que también se reunió con el papa en octubre y percibió una apertura similar a un cambio. Entre los otros en la reunión, dijo, estaba la hermana Jeannine Gramick, una monja estadounidense que ha ministrado a los católicos de la comunidad LGBTQ+ durante medio siglo y fue censurada por los predecesores de Francisco. DeBernardo dijo que se reunieron con Francisco durante 50 minutos y hablaron de bendiciones.

“De la nada, él dijo: ‘Sabes, lo que más me molesta son los sacerdotes que castigan a la gente en el confesionario, que los reprenden’”, recordó DeBernardo. En su opinión, la clave del nuevo documento es ese instinto, el de dar más importancia a la acogida pastoral que a hacer “pruebas de fuego de la ortodoxia”.

El Vaticano y la oficina responsable de la declaración no respondieron a las solicitudes de comentarios sobre reuniones específicas o el proceso de toma de decisiones que llevó a la creación del documento.

¿Declaraciones contradictorias?

En su década como papa, Francisco ha llenado de esperanza a los católicos de la comunidad LGBTQ+. Se tomó la molestia de felicitar a Gramick y alentar su trabajo. Él mismo se reunió y atendió a católicos trans y aconsejó a parejas del mismo sexo sobre la educación de sus hijos. Afirmó que la homosexualidad no debe criminalizarse y apoyó las uniones civiles. Y últimamente ha dejado en claro que las personas trans pueden ser bautizadas, fungir como padrinos y testigos en las bodas religiosas.
 
Pero también confundió a menudo a los católicos de la comunidad LGBTQ+ con mensajes contradictorios, por lo que era difícil saber bien cuál era la postura real de Francisco, pese a su lenguaje inclusivo.

Tras la resolución de 2021 contra las bendiciones, muchos de los partidarios liberales de Francisco señalaron que él inmediatamente trató de distanciarse de ella. Argumentan que fue aprobada sin que el papa comprendiera del todo su alcance o que permitió que siguiera adelante solo bajo la presión de la oficina doctrinal, una explicación de la que los principales cardenales conservadores se burlaron y que los miembros de la oficina en ese momento dijeron que simplemente no era cierta.

En todo momento, Francisco siguió hablando con los católicos homosexuales y sus defensores, incluso cuando tuvo que sopesar tensiones a izquierda y derecha que podrían afectar el futuro de la Iglesia.

Ya ha habido algunos signos de revuelta, con la publicación conservadora The Catholic Herald informando de que el arzobispo Tomash Peta de Santa María en Astaná, Kazajistán, había enviado una carta prohibiendo a sus sacerdotes realizar bendiciones para parejas del mismo sexo y en la que calificaba la declaración de “un gran engaño”.

“Francisco tuvo que moverse despacio, muy despacio, como una tortuga”, comentó Marco Politi, veterano analista del Vaticano y autor de “Francisco entre los lobos: El secreto de una revolución”. Añadió que el papa “tuvo que considerar las relaciones de poder dentro de la Iglesia”.

Pero a medida que Francisco envejece, y su salud se deteriora, parece tener más prisa por terminar de rehacer su Iglesia.

En enero del año pasado, despidió al segundo al mando de la oficina de doctrina, el arzobispo Giacomo Morandi, a quien muchos consideraban responsable del documento de 2021, y lo envió a una pequeña ciudad italiana. (Morandi no respondió a una solicitud para hacer comentarios). En julio, el papa reorganizó la oficina, nombrando a un asesor cercano y colega argentino, Víctor Manuel Fernández, como el director.

“Finalmente, después de 10 años de pontificado, Francisco pudo nombrar a un cardenal que responde a su visión de la Iglesia”, dijo Politi.

Sandro Magister, otro experto vaticanista de larga trayectoria que considera que las decisiones unilaterales de Francisco están socavando su profesada creencia en una Iglesia gobernada por consenso, coincidió en que Fernández fue clave, así como la muerte del predecesor del papa, Benedicto XVI.

Al principio de su mandato, Fernández, detestado por los conservadores, indicó que era probable que se volviera a revisar la cuestión de las bendiciones a homosexuales. Los conservadores no tardaron en ponerlo a prueba a él y a Francisco.

Durante el verano, el cardenal Raymond Burke, estadounidense y líder de facto de la oposición al papa, y otros conservadores enviaron una carta a Francisco pidiendo una respuesta definitiva sobre las bendiciones. El documento de 2021 parecía darles un precedente y una ventaja.

Luego, hicieron pública su exigencia de una aclaración justo antes de una importante asamblea de obispos y laicos en octubre en la que se esperaba tratar estos temas tan delicados. Se sintió como un evidente tiro de advertencia para Francisco y su oficina doctrinal.

Fernández respondió publicando la respuesta privada de Francisco. Aunque el papa claramente defendió la posición de la Iglesia de que el matrimonio solo puede existir entre un hombre y una mujer, dijo que los sacerdotes deben ejercer la “caridad pastoral” cuando se trata de solicitudes de bendiciones, una aparente inversión de la sentencia “no puede bendecir el pecado”.

Francisco parecía haber abierto un resquicio. Después, esta semana, Fernández irrumpió con toda fuerza.

RSV

 

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