Ciudad de México.– Aunque pasaron tres meses juntos a la deriva en el océano Pacífico, el náufrago australiano Timothy Lyndsay Shaddock y su perrita mexicana “Bella” se separaron ante las estrictas medidas de bioseguridad que Australia impone para la entrada de mascotas.
“Bella” fue adoptada por Timothy Lyndsay Shaddock cuando la encontró durante su estancia en San Miguel de Allende.
“La Embajada australiana fue la tomó la decisión por mí”, dijo.
Un perro de México no puede viajar directamente a dicho país de Oceanía, de acuerdo con información del Departamento de Agricultura, Pesca y Silvicultura (DAFF, por sus siglas en inglés) del Gobierno australiano.
Cualquier gato o perro que desee ingresar a Australia debe provenir de alguno de los tres grupos de países aprobados porque en esos territorios está ausente o bien controlada la rabia.
México no se encuentra en ninguno de los grupos, así que un can mexicano primero tendría que viajar a un país aprobado, como Argentina o Estados Unidos, y después podría emprender el camino a Australia.
Incumplir alguna condición de importación puede provocar que se le aplique la eutanasia al animal, advierte el DAFF.
Condiciones estrictas
Como primer paso, es necesario que el perro cuente con un microchip compatible con lectores específicos porque en cada visita al médico veterinario o a laboratorios debe escanearse. Con el dispositivo implantado, puede arrancar el riguroso proceso previo a la exportación del animal.
Es necesario que sea vacunado contra rabia en un país aprobado. Tres o cuatro semanas después, tiene que realizarse un test de anticuerpos neutralizantes de la rabia (RNAT) en condiciones muy específicas.
Las muestras de sangre tienen que ser procesadas por un laboratorio de diagnostico reconocido por Australia. Algunos países aprobados, como Argentina, no disponen de dichos recintos, así que envían sus muestras a laboratorios en Estados Unidos. Para mandarlas al exterior, los tutores requieren permisos del país aprobado.
Ya con los resultados, las autoridades del país aprobado deben completar una declaración sobre el test RNAT. Una vez obtenida, los tutores por fin pueden solicitar un permiso de importación al Gobierno de Australia.
Si es concedido, entonces hay que someter al perro a más pruebas para descartar brucelosis canina, leishmaniasis y leptospirosis. También tendrá que acreditar que recibió tratamientos para el control de endoparásitos (nematodos y cestodos) y ectoparásitos (pulgas y garrapatas). Todos estos procedimientos médicos requieren minuciosa documentación.
Antes de la exportación, se requiere un examen clínico para certificar que el can se encuentra libre de parásitos externos, signos de enfermedades infecciosas y contagiosas y que es apto para ser enviado a Australia.
Después de completar los pasos anteriores, es posible solicitar un certificado veterinario de exportación al país aprobado. Si se obtiene este documento, lo ideal es viajar directamente de ese país a Australia porque si el camino incluye países de tránsito es posible que se exijan requisitos adicionales. Adicionalmente, cada aerolínea tiene sus propias regulaciones.
Al llegar al país de Oceanía, los animales deben pasar de 10 a 30 días en un centro de cuarentena.
Es imperativo cumplir todas las condiciones del permiso de importación emitido por Australia. Si alguna llegara a incumplirse, el perro podría ser retenido por más tiempo en cuarentena, sometido a más pruebas, exportado e incluso eutanasiado, señala el DAFF. Todo con cargo al tutor.
Con información del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) de Argentina.
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