Ciudad de México.- Detrás del Palacio Nacional, por Anillo de Circunvalación, calles de basura, venta de ropa interior y micheladas, un ratón era la novedad en la fiesta mexicana del 15 de Septiembre.

Mickey Mouse y Minnie, estrellas de Walt Disney, vestidos de charros mexicanos, se vendían estampados en playeras blancas con su “¡Viva México!”, al lado de las de la China poblana y peluches de “El indito grosero”, disminuidos en las ventas.

“A los niños les gusta, Miki es mexicano”, dijo el hombre que las vendía, a 70 pesos por pieza. Símbolo o pequeño agradecimiento  por los 63 mil millones de dólares que los mexicanos residentes en Estados Unidos envían cada año. Más de 1 billón de pesos, pilar de la economía, salvavidas del pueblo que anoche iba a celebrar su independencia. 

Por la tarde se informaba que México había extraditado a Estados Unidos a Ovidio Guzmán, “El Ratón”, hijo del narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán, detenido el pasado 5 de enero.

A las dos de la tarde, la fila de camiones bajaba por Paseo de la Reforma, doblaba en la Alameda y llegaba hasta Eje Central. De Tabasco, de Chiapas, de Sonora y Nuevo León, eran tantos que a los de Veracruz se quedaron hasta Tlatelolco.  

Entraban los jarochos, unos 4 mil según sus propias cuentas, hacia el Zócalo gritando: “¡Manuel, Manuel, el pueblo está con él!” “¡Huerta, amigo, el pueblo está contigo!”. Y Manuel Huerta Ladrón de Guevara, superdelegado encargado de los programas sociales en Veracruz, bailaba al frente del pelotón con su gorra beisbolera, su playera gris desgastada y sus aspiraciones de ser Gobernador. “¿Que si me voy a lanzar? Sí lanzados ya estamos”, decía.

De lado a lado de la calle, una manta con su foto junto a López Obrador, el eslogan de su campaña “#Ánimo es la respuesta”, Servidores de la Nación, fotógrafos oficiales y funcionarios como Leopoldo Pascacio Artigas, director de Radio y Televisión de Veracruz, cuatro luchadores con máscara y trajes con sus iniciales “MH”, y Huerta Ladrón animaba las porras al Presidente López Obrador y arengaba, sin ironía: “¡El pueblo se cansa de tanta pinche tranza!”.

Los bigotes, las trenzas, los moños mexicanos, el Bacardí escondido en las mochilas, porque ni hubo revisión, y las gorras de apoyo a López Obrador intentaban llegar al pie de la bandera gigante. Al Grito se llegaba a corear “¡Es un honor estar con Obrador!”.

Al Zócalo en 15 de septiembre se llegaba a alabar al Presidente y no a silbarle. Igual que en otros gobiernos, se reservaba una tercera parte de la plancha para quienes trajeran brazalete o fueran empleados del Gobierno de la Ciudad.

“¡Apoyen, apoyen que ya es el penúltimo grito de Obrador!”, arengaba una gigante sonorense a quienes estaban apretados bajo los arcos del edificio público porque el aguacero entraba con su aliento frío. Medio Zócalo estaba ocupado y otros se habían ido a Liverpool, pero los habían echado y bajado las cortinas. 

Sonaba un trombón, luego el coro multitudinario al filo del aguacero: “¡Ay, ay, ay, canta y no llores, porque cantando se alegran, cielito lindo los corazones!”, entonaban en los arcos, y de nuevo: “Es un honor, estar con Obrador!”. La escena era única, pues hasta las ocho de la noche no hubo música en el Zócalo. Luego se argumentó que la lluvia había afectado el sonido.

“A mí me agarró el aguacero porque me fui por mi bandera al camión, como la había dejado, y luego vi que sí la podía meter”, decía Alfonso García Ramírez, “El tiburón de Veracruz”, ondeando su bandera bajo el Balcón Presidencial. Sin poder todavía creer que estaba ahí porque se había colado. “¡Y sin traer brazalete!”.

“Desde hace cuatro años mi mamá quería que la trajera a agradecerle a Obrador por su pensión”, dijo Miguel Luna, con su mamá de 87 años en silla de ruedas. 

Yucateca, un cubrebocas con la Virgen de Guadalupe, el cabello blanco, una  diadema, un impermeable amarillo y la vista fija por dónde López Obrador iba a salir. 

El Zócalo ya estaba lleno y cantaban por fin los jóvenes y niños del programa Semilleros Creativos, con Yahritza y su Esencia,  hijos de migrantes mexicanos a quienes no les gusta la comida mexicana.

A pesar del rechazo, López Obrador los había invitado y lo primero que hacían era agradecerle. Lo mismo el Grupo Frontera que saldría más tarde, cuando se revelaba la ecuación: publicidad por agradecimientos, pensiones por aplausos, ratón por ratón.

GSZ

Penúltimo Grito. Luego de arengar a los personajes históricos que dieron patria a México hace 213 años, el Presidente Andrés Manuel López Obrador lanzó anoche vivas para el amor, los migrantes y los indígenas. Agencia Reforma

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