Por: Jacinto Rodríguez Munguía y Susana Zavala / Quinto Elemento Lab en exclusiva para AM Guanajuato
Primera de dos partes
Por décadas, sólo se supo su nombre en clave, aunque sus huellas se encuentran perdidas entre millones de reportes y documentos de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), la temible policía encargada del espionaje político en el México de los años setenta y ochenta.
Su mano está presente en la infiltración y exterminio de grupos guerrilleros, o en el espionaje y vigilancia de periodistas, académicos e intelectuales como Julio Cortázar, Julio Scherer o Gabriel García Márquez, así como en el seguimiento puntual a los asilados que llegaron huyendo de las dictaduras latinoamericanas.
Prácticamente desconocido hasta ahora, una investigación de Quinto Elemento Lab revela que el C-047 era según la versión oficial el grupo mejor preparado para realizar inteligencia y contrainteligencia; para otros, sólo un equipo construido sobre mitos y leyendas. En cualquier caso, una sola coincidencia: fue el grupo consentido de espías de su creador, Miguel Nazar Haro.
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El sonido de las pesadas teclas de la máquina de escribir se pierde en el murmullo de una gris oficina. Es el 29 de agosto de 1980, cerca de las nueve de la noche. Un hombre escribe, dejando caer, una a una, las maltrechas letras: “El señor Julio Scherer García, director de la revista Proceso, en combinación con la editorial Nueva Imagen, se han hechado (sic) a cuestas la labor de organizar un concurso de historia narrativa sobre el militarismo en Latinoamérica”.
A esa hora no le importa mucho cuidar la ortografía. Este agente comienza a escribir sobre una hoja donde se lee: “Reporte”. Dirigido a sus superiores, les pone al tanto de sus pesquisas de los últimos días.
Les informa que desde hacía cuatro días (el 25 de agosto), en el hotel Hacienda de Cocoyoc, se reunían Gabriel García Márquez, Teotonio Dos Santos, Julio Cortázar, Jean Casimir, Rafael Pérez Gavilán, Carlos Quijano, Ariel Dorfman y Julio Scherer. ¿La razón del encuentro? Definir los lineamientos para el concurso sobre militarismo.
Sin decir quién se lo dijo o cómo obtuvo la información, sabe que los escritores reunidos han analizado, “desde su propio enfoque ideológico”, los acontecimientos recientes en El Salvador, Bolivia y Guatemala, y, además, valoran la posibilidad de elaborar una declaración pública.
En su escrito de apenas cinco párrafos, el agente-espía agrega detalles de interés: comenta que a las reuniones también ha asistido Sergio Méndez Arceo, el obispo de Cuernavaca. No dice cuánto tiempo estuvo ni lo que éste dijo, pero el dato es importante. Méndez Arceo, conocido como el “obispo rojo”, siempre ha sido un hombre crítico de los poderes y cercano a movimientos sociales y populares.
Agrega, además, algunos datos generales de los personajes: que García Márquez es escritor; Dos Santos, periodista y catedrático brasileño; Quijano, periodista y escritor uruguayo; Cortázar, escritor argentino…
Sigue el protocolo y llena el formato para identificar su reporte:
Dirección Federal de Seguridad.
Departamento: C-047.
Sector: Especial
Localidad: DF
Cerca de las nueve de la noche (20:45) ha terminado y, sin detenerse a revisar nada, concluye con la firma clásica del burócrata mexicano, esa palabra mágica que reafirma sumisión a los superiores e indica, a la vez, la satisfacción del deber cumplido: “Respetuosamente”.
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Clandestinas, confidenciales y secretas
Minuto 4:47. Capítulo IV de Así era la DFS. La voz en off del narrador hace una pausa para imprimir un énfasis dramático:
Todas las actividades que realiza el Departamento de Operaciones Clandestinas son confidenciales y secretas. Su misma ubicación en el mismo edificio está aislada de todos los departamentos y el nombre que se utiliza es en clave… Esta, si llegara a trascender, no sería clasificada”.
El narrador, que no es un profesional, sino un agente de la DFS de nombre Pedro García Bello, sigue con la descripción, tan puntual y precisa que resulta en realidad una lectura ensayada que ha perdido intención.
Los matices de voz suenan tan forzados como inverosímiles: “Los agentes de esta área han sido seleccionados por su valor y su inteligencia. El propio director de la Federal de Seguridad se ha hecho responsable de su formación y desarrollo de sus actividades”.
La narración convencería a cualquiera si no fuera por algunos detalles: mientras se transmite el mensaje de secrecía y misterio, la cámara se posa, primero, en el organigrama de la DFS y, cuando menciona al “director”, enfoca el nombre: Miguel Nazar Haro.
Y luego, cuando el locutor dice que el nombre del departamento secreto está en clave, aunque no lo menciona, la lente se mueve hacia una puerta café con un letrero en el que, a pesar de la imagen desenfocada a propósito, se alcanza a leer con facilidad: Departamento C-047.
Según el locutor-agente, las actividades que realizaba el Departamento de Operaciones Clandestinas –se refiere al C-047–, eran “confidenciales y secretas”.
En primer plano, las tareas de “inteligencia”, a cargo de una sección especializada en recabar información política, económica, social y militar que pudiera afectar los intereses nacionales.
Esta información, se explica, se obtenía a través de la vigilancia de la conducta de gobiernos y la población de países cuyas tendencias ideológicas “no eran acordes” con las de México. Por razones de ubicación, Latinoamérica era una de las áreas de constante observación y seguimiento.
A partir de la inteligencia de muchos años, según el narrador, se habían conocido los problemas de Chile, Nicaragua, Cuba, El Salvador, Guatemala, República Dominicana, Colombia, Uruguay o Argentina, por lo que la información que se obtenía era utilizada para prevenir al gobierno mexicano sobre sus repercusiones en nuestro país.
La otra pieza clave del C-047 era la sección de “contrainteligencia”, que se nutría de datos de la inteligencia y se dedicaba a identificar y seguir a personas de otras nacionalidades que hacían labores de espionaje en México al servicio de sus países, y también a aquellos extranjeros que utilizaban suelo mexicano para hacerlas en otros países.
“Es preciso, para que los agentes no sean descubiertos, cambiar su fisonomía cuando asisten a eventos de sujetos investigados o de aquellos elementos que ya tienen un contacto personal con éstos”.
Además de coordinar las secciones de inteligencia y contrainteligencia, el jefe de este departamento tenía bajo su mando el control de asilados políticos y de extranjeros, por lo que su vigilancia era clave para evitar que violaran las leyes mexicanas.
Así que el C-047 se encargaba, por tanto, de detectarlos y por medio de la Brigada Especial (un grupo paramilitar antiguerrilla), eran conducidos a las procuradurías o a la Dirección de Asuntos Migratorios de la Secretaría de Gobernación.
El eje DFS-Nazar-C-047
La historia del Grupo Especial C-047 no se puede contar sin la de su creador: Miguel Nazar Haro; y la de ambos, sin la de la Dirección Federal de Seguridad.
Primero, la DFS. Su origen se remonta a 1947. Un par de años antes había acabado la Segunda Guerra Mundial. El entonces presidente mexicano Miguel Alemán Valdés, con la guía del gobierno de Estados Unidos, promueve la creación de una versión a la mexicana de la Agencia Central de la Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés).
Aunque en su origen la DFS tenía como prioridad garantizar la seguridad física y personal del presidente y su familia, un video rescatado hace un par de años de los archivos cinematográficos establece una primera versión oficial de la función de la DFS: se trataría de una “institución policiaca moderna que, con los elementos materiales y humanos de que está dotada”, estaría capacitada para “figurar entre las primeras organizaciones de su género en el mundo”.
Pero la visión romántica expresada en el video, producido en 1948, tomaría otro rumbo; la Dirección Federal de Seguridad adquirió un perfil más ambicioso, a partir del cual buscaba sentar las bases de un sistema de vigilancia y control de personas y grupos sociales en beneficio del gobierno en turno.
Hacia los años sesenta, la DFS había incorporado ya a su misión una agenda política-policiaca con la mirada puesta en el control de los movimientos sociales. Las masivas protestas estudiantiles de 1968 se convertirían en unas de las prácticas de campo, en las que el C-047 consolidó sus tareas de espionaje.
Incluso, uno de los reportes casi míticos lo elaboró el mismo Nazar Haro en una de sus incursiones a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El reporte del 20 de septiembre de 1968, un par de semanas antes de la matanza de Tlatelolco, indicaba en esencia que en las gavetas donde se acostumbraban guardar los cadáveres se había localizado lo que para ellos era un “arsenal”. Y hace una descripción de las armas de fuego presuntamente localizadas: cinco pistolas, un rifle calibre 22, cuatro decenas de cartuchos útiles…
A ese, seguirían miles de reportes que dan cuenta de las labores de espionaje de todos los departamentos y grupos de la DFS, entre ellos el C-047, cuyas tareas estaban guiadas por un “espíritu de servicio a la patria” y de lealtad al gobierno legalmente constituido y a sus instituciones, “ya que la fatigas y los peligros por los que atraviesa no son fáciles de superar”, según el discurso del documental.
Concepción y creación del C-047
La historia de la DFS no puede entenderse sin el papel de Miguel Nazar Haro, quien, junto con Fernando Gutiérrez Barrios, fue el director que imprimió las huellas más distintivas de esa corporación.
Célebre desde años antes, después de haber detenido y luego liberado a Fidel Castro y a Ernesto El Che Guevara, quienes partirían entonces a liderar la Revolución Cubana de 1959, Gutiérrez Barrios dirigió la DFS entre 1964 y 1970 cuando Luis Echeverría era titular de la Secretaría de Gobernación.
Gutiérrez Barrios ya había visto para entonces a Nazar Haro como uno de sus alumnos más destacados, alguien a quien habría que pulir y perfeccionar en la práctica de campo y las clases en la academia.
Una de las habilidades de Nazar Haro, fundamental para acercarse a Gutiérrez Barrios, es que supo detectar una de las carencias de la DFS: la falta de trabajo sistemático, de clasificación y análisis de la información que proporcionaban los agentes e informantes.
Por ello es que fue enviado a instituciones del extranjero a prepararse en materias de contrainsurgencia y temas afines. En la oficina de sus hijos cuelgan, enmarcados, los diplomas y reconocimientos que las academias militares y policiacas de Estados Unidos le otorgaron.
A su retorno de uno de esos viajes de “formación”, después de tomar durante seis meses un curso de contrainsurgencia en Washington, Nazar Haro pudo conformar en noviembre de 1965 el Grupo de Investigaciones Especiales, conocido como C-047.
Las tareas centrales del Grupo Especial C-047, en palabras de Nazar Haro, eran el espionaje y contraespionaje: recabar información y crear un “ejército inconsciente” de información política mediante redes de informantes.
“Partí de cómo lograr datos e información para establecer un principio de investigación. Les señalé (a los agentes) que la base fundamental eran las relaciones públicas; hacer amigos en los diferentes sectores de la población para obtener información”, según le contó al periodista Jorge Torres, quien lo cita en su libro Nazar, la historia secreta.
Justo de esos años, cuando se reclutaban a los primeros agentes de ese grupo, existe un testimonio personal:
“En un principio éramos seis agentes y Miguel. No dependíamos operativamente de Control de Agentes. Teníamos una relación directa con el director. Éramos chaparritos y pasábamos desapercibidos porque nuestra función era investigar y juntar información. Teníamos infiltrados en muchos grupos subversivos”, le comentó un ex agente al académico Sergio Aguayo, quien lo cita en el libro La charola, quizá el trabajo de mayor alcance y profundidad sobre la DFS.
La última frase del testimonio resultaría clave para los años que vendrían.
Dos meses antes de haberse creado el C-047, el 23 de septiembre de ese mismo 1965, un grupo guerrillero intentaba asaltar el cuartel militar de Ciudad Madera, en Chihuahua. La acción insurgente terminó en un rotundo fracaso, pero sembró la semilla de la lucha armada.
Cerca de una década después, en marzo de 1973, un grupo de organizaciones guerrilleras formaron la Liga Comunista 23 de Septiembre, sobre cuyos integrantes se desataría después una cacería sin cuartel: cientos de ellos fueron torturados, asesinados o desaparecidos.
En ese contexto de incipientes acciones guerrilleras, Nazar Haro tejía y lanzaba su red de espías y agentes al mar de los movimientos sociales existentes. El C-047 sería la primera fase.
La segunda fase se desplegaría, tiempo después, con el surgimiento de la Brigada Blanca, cuyo diseño y creación en junio de 1976 se le atribuye a Nazar Haro.
La Brigada Blanca, cuyo nombre oficial era “Brigada Especial”, fue un grupo integrado por agentes de la DFS, militares y elementos de diversas corporaciones policiacas que serían responsables de miles de detenciones ilegales, torturas, ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas cometidas en contra de campesinos, sindicalistas, estudiantes, opositores y militantes de organizaciones guerrilleras.
La creación de ese grupo surge en respuesta a la formación de la Brigada Roja, el cuerpo encargado de la dirección nacional y coordinación política y militar de La Liga Comunista 23 de Septiembre.
La propia DFS dejó constancia de ello en sus archivos. Un documento fechado en junio de 1976 sostiene que la Brigada Blanca, o “Brigada Especial”, está “destinada a investigar y localizar, por todos los medios, a los miembros de la llamada Liga Comunista 23 de Septiembre, con el propósito de limitar sus actividades y detenerlos”.
Pero, a todo esto, ¿por qué el nombre de C-047? “El nombre es en honor a la fecha de creación de la DFS”, responde José Luis Nassar, hijo de Miguel Nazar Haro, al equipo que realizó esta investigación.
El primer éxito del C-047
La primera acción “exitosa” del C-047 consistió en desmantelar los intentos del periodista español Víctor Rico Galán por organizar un grupo armado, algo que detectaron desde finales de 1965. Sus agentes se ganaron con cierta facilidad una estrella en el pecho.
Si bien hicieron un primer ejercicio de investigación e infiltración, al revisar con detenimiento el expediente del caso resulta obvio que la organización de Rico Galán no había alcanzado el nivel de una estructura guerrillera. Demasiada pública su intención de enfrentar al gobierno con las armas; demasiadas explícitas y abiertas sus pretensiones.
En una de las miles de cajas de documentos administrativos, oficiales y reportes policiacos resguardados en el Archivo General de la Nación y consultados para esta investigación, se puede localizar el informe completo sobre el caso de Víctor Rico Galán y el plan para detener al grupo.
El nivel de la infiltración era tal que los agentes del C-047 conocían las claves para tener acceso a las casas de seguridad. En una de ellas, la que tenían en la calle Golfo de Tehuantepec, en Tacuba, la clave de acceso estaba cifrada en morse: largo, largo, corto, largo, largo.
Sabían además que en la azotea se localizaba un cuarto habitado por uno de los integrantes y que en la casa solía haber 30 personas; que un tal Rolf Mainer Hufner, alto, rubio, era el profesor de guerrillas, que cargaba una pistola calibre 45 en su maletín y que era “sumamente peligroso”.
El objetivo marcado con el número 3 era la casa de Rico Galán. La información que había provisto el C-047 es que funcionaba como una especie de escuela de adoctrinamiento; que ahí habitaba “el objetivo, la Sra. Madre y la hermana”, además de tres niños. “No se considera que haya resistencia”. Incorporaron un apunte casual: “Hay discos con canciones revolucionarias de Judith Reyes”.
El documento incluye una lista de nombres vinculados a la organización Movimiento Revolucionario, con sus respectivos datos: dirección, teléfonos y señas generales.
Con esa información de las personas, los croquis de las zonas y de las casas (habitaciones, recámaras, estancias), se tomó una decisión: “Los asaltos a los objetivos, las aprehensiones de personas en ellos y las detenciones, se efectuarán a las 13 horas del 12 de agosto de 1966”.
Para orgullo de su creador, quien probaba sus teorías, la primera acción del C-047 había sido un “éxito”.
* Quinto Elemento Lab es una organización periodística independiente, sin fines de lucro, que alienta y realiza reportajes de investigación en México.
COORDINACIÓN Y EDICIÓN: Ignacio Rodríguez Reyna
ILUSTRACIONES: José Quintero
DISEÑO Y DESAROLLO: Isaac Ávila Ramón Arceo y Emmanuelle Hernández
ANIMACIONES: Francisco López
POSTPRODUCCIÓN DE VIDEO: Iván Cerón
JRL