León, Guanajuato.- Un policía judicial sujetó por la parte trasera del cinturón a José Luis y a empujones lo llevó a un auto marca Ford LTD que estaba estacionado afuera de su casa.
En el coche había otros dos policías, uno de ellos con una metralleta y walkie talkie; entre ambos sometieron a José Luis, lo obligaron a a tirarse al piso y lo vendaron de los ojos. El auto arrancó de Naucalpan con rumbo al DF (hoy Ciudad de México).
José Luis Rodríguez Quezada, coordinador de propaganda del Movimiento Independiente Liberal de Trabajadores Petroleros, estaba confundido y asustado. No sabía si estaba secuestrado o detenido.
Ignoraba a dónde lo llevaban; sólo escuchaba cuando un policía que se identificó como el Comandante Godínez daba órdenes de la ruta a seguir.
Tras un largo trayecto, sintió que pasaron sobre una rampa de estacionamiento; luego, el auto frenó. Lo bajaron y lo metieron a un separo de 1.50 por 2.10 metros en las instalaciones de la PGR (hoy Fiscalía General de la República) en la Ciudad de México.
Fue entonces que supo la razón de su secuestro o arresto.
Un agente le preguntó por Armando Moisés Fuentes, un amigo de José Luis que trabajaba en la refinería de Tula, Hidalgo.
“No hay nada contra ti. Sólo queremos saber dónde está tu amigo Armando”, le aclaró un policía judicial.
El mismo agente le explicó que su amigo venía interviniendo en las labores políticas de Carlos Romero Deschamps, y como éste tenía fuero político, ellos como policías judiciales y federales tenían el deber de darle protección.
Los agentes viajaron a Tula, en busca del hombre que molestaba a Romero Deschamps, pero el viaje fue en vano. A las 14 horas regresaron al DF. Molestos porque no habían cumplido su encomienda, empezaron a golpear a José Luis, quien molesto de que lo trataran como delincuente, se quitó la venda de los ojos.
Esa actitud enojó todavía más a los agentes, quienes golpearon brutalmente al disidente petrolero, hasta noquearlo. Cuando recuperó el conocimiento, lo volvieron a aporrear.
Después de permanecer seis horas tirado en el suelo, fue nuevamente golpeado por el comandante Godínez, quien lo intentó involucrar en un delito que no había cometido.
“Mira, hijo de la chingada, al chile: ¿dónde está el tráiler de contrabando que tienes y dónde están los fayuqueros de la refinería? Porque tú sabes todo el movimiento de esos cabrones”, le dijo.
El interrogatorio continuó con más golpizas. José Luis perdió noción del tiempo. Sólo recuerda que unos desconocidos lo sacaron por la noche del separo, lo subieron a un auto y lo abandonaron en el entronque de Cuauhtémoc, Río de la Loza y Fray Sevando Teresa de Mier. De una patada lo bajaron del coche y le depositaron 100 pesos en su camisa.
Como pudo detuvo un taxi y pidió que lo llevaran a su casa. Llegó tan golpeado, que casi de inmediato fue llevado al Hospital de Pemex.
Luego, formalizó una denuncia por secuestro, lesiones y robo, pues lo despojaron de un reloj con valor de 11 mil pesos y 10 mil pesos en efectivo. Acusó de dicha agresión a Carlos Romero Deschamps, entonces dirigente nacional del sindicato petrolero.
Esta historia ocurrió el 8 de abril de 1982 y forma parte de un expediente que elaboró la Dirección Federal de Seguridad (DFS)-la extinta policía política- sobre Romero Deschamps e ilustra la forma en que operaba contra sus adversarios: con golpes y amenazas.
El expediente consta de 256 fojas y da cuenta del ascenso de Romero Deschamps como líder petrolero, en medio de múltiples acusaciones de secuestros y golpizas contra sus adversarios; venta de plazas, desvío de recursos del sindicato para campañas políticas e incluso tráfico de combustible.
Los reportes incluyen una detallada ficha de vida: Nació en enero de 1944 en Tampico; concluyó la secundaria y luego cursó una carreta técnica de dos años, como Contador Privado, en la Academia Comercial “Eficiente”.
En busca de mejores oportunidades, emigró a Salamanca, pero no logró entrar como trabajador de Pemex en la refinería. Se mudó a Azcapotzalco, en donde consiguió plaza e inició su trayectoria como petrolero.
Entre los agentes que seguían los pasos de Romero Deschamps estaban Javier García Paniagua y Miguel Nazar Haro, dos leyendas del espionaje político en México.
Los espías de la DFS empezaron a seguir a Romero Deschamps en noviembre de 1977, cuando a los 33 años de edad se postuló como candidato a secretario general de la sección 35 del sindicato petrolero.
La corrupción y el terror
Los primeros reportes sobre el ascenso del líder fueron elaborados por García Paniagua, en aquel entonces jefe de la policía política.
Desde aquellos días -hace ya 36 años- Romero Deschamps tenía fama de corrupto y golpeador.
El 8 de noviembre de 1978 -cuando cumplía un año como dirigente- se peleó a patadas con disidentes que intentaron sabotearle un discurso.
De acuerdo con el reporte de la DFS, sus opositores planearon desde un día antes lanzar cohetones en el Cine Clavería, para opacar la voz del líder petrolero. El sabotaje tenía como objetivo presionar a Romero Deschamps para que eliminara las cuotas extraordinarias que les cobraba a los obreros.
Además, los disidentes pretendían echar abajo un proyecto que endeudaría al trabajador con el sindicato “y le redituaría una buena comisión” a Romero.
“Que se investigue por qué motivos Romero Deschamps cobra viáticos en el CEN, en la sección 35, en la Comisión de Contratos y con los contratistas de Tula, Hidalgo, y el dinero que gastó junto con el Presidente del Consejo Local de Vigilancia. Los dineros que gastó en prendas de vestir y en dos carabinas y una pistola; por qué motivo su chofer saca material de la refinería y de la Comisión de Contratos para arreglar su casa y la desaparición de las escrituras de un terreno para un rancho en Tula, Hidalgo, y la factura de un camión de Pemex”, eran algunas de las demandas de los disidentes, consignadas en un reporte de la DFS elaborado por Nazar.
La sesión que sería saboteada inició a las 17:30 horas de aquel 8 de noviembre, hace 35 años. En el cine Clavería -que era propiedad del sindicato- había mil 100 personas.
Conforme al plan, los cohetones tronaron en el recinto justo cuando Romero Deschamps pronunciaba su discurso.
“Se generalizó un alboroto por el grupo de Jesús Terrón Serrano (líder de los disidentes), al grado de que Romero Deschamps lo retó a golpes, suscitándose posteriormente una riña a puñetazos y puntapies, resultando tres personas golpeadas”, detalla el informe de Nazar.
El mismo agente advirtió del riesgo de que estos enfrentamientos tuvieran un final funesto, pues la mayoría de los líderes petroleros portaban armas.
Desfalcos y venta de plazas
Un reporte de la DFS muestra supuestos abusos de Romero Deschamps contra sus subordinados.
“El superintendente de los talleres de la refinería tiene la obligación de servirle en todo lo que solicita Romero, porque éste conoce sus intimidades, en relación a una amante que tiene de nombre Edelmira, quien es su secretaria y con la que se encierra en sus oficinas de las 12 a las 19 horas diariamente”, detalla.
En 1979, cuando suspiraba por ser diputado federal, surgieron acusaciones de desvíos de fondos.
“Desfalcas 3 millones de pesos para invertirlos en tu sueño mezquino: la diputación”, rezaba un impreso que circuló en las refinerías de Azcapotzalco y Tula, y que fue consignado en los reportes de la DFS.
Otro informe mencionaba de un supuesto fraude de más de un millón de pesos en la sección 35, que estaba al mando de Romero.
“Ahora el pueblo de Azcapotzalco estará bajo el yugo de Joaquín Hernández Galicia (a) ‘La Quina’ y de Salvador Barragán Camacho, porque Romero Deschamps es sólo un títere”, decía un impreso atribuido al Movimiento Integración y citado por la DFS.
Otro volante enumeraba supuestas irregularidades en el manejo de las cajas de ahorro, de las tiendas de consumo, frigorífico, un rancho en San José de Vidrio y hasta de las funerarias que manejaba la sección 35.
Golpeador, hasta de curas
Los informes de la extinta policía política mencionan episodios violentos en los que estuvo involucrado Carlos Romero Deschamps.
El 16 de octubre de 1985, el agente federal José Luis Montiel Bobadilla reportó que el padre Luis Silva, de la Iglesia de San Juan de los Lagos, en Azcapotzalco, denunció que Romero Deschamps lo abofeteó.
La agresión fue porque Romero pretendía controlar el albergue que había en la Iglesia.
“Se constató que en dicho albergue se encuentran 28 personas, de las cuales solamente cuatro son damnificados”, menciona el reporte.
El padre golpeado formalizó una denuncia en la delegación de Policía.
Otro reporte del 1 de marzo de 1985, menciona a Romero Deschamps como sospechoso de un ataque a la sede del PRI en Tula.
“Durante la madrugada de hoy, personas no identificadas desmontaron un vidrio de uno de los ventanales del edificio que ocupaban las oficinas del comité Municipal del PRI en este lugar y después de regar gasolina, procedieron a incendiar el local, habiéndose quemado parte del archivo y mobiliario. Entre la población se rumora que el siniestro pudo haber sido provocado por incondicionales de Carlos Romero Deschamps, coordinador político del sindicato revolucionario de trabajadores petroleros de la República Mexicana, quien no fue designado precandidato a diputado federal por el III Distrito electoral de esta localidad”, detalla el reporte.
El manto de impunidad
Las acusaciones de corrupción contra Romero fueron formalizadas ante la Procuraduría del DF por el Comandante Jesús Terrón Serrano y por trabajadores de Pemex, encabezados por Rosalba Hernández.
El 9 de mayo de 1979, una comisión de petroleros se entrevistó con el director de la Policía Judicial del DF, capitán Jesús Miyazawa Álvarez, para denunciar la venta de plazas en Pemex.
“No están de acuerdo con la designación de Carlos Romero Deschamps como candidato del PRI a diputado federal por este distrito, ya que la trayectoria de esta persona ha sido dudosa, pues se ha dedicado a traficar con las plazas de Pemex durante su gestión como Secretario General de la sección 35”, menciona el reporte que elaboró aquel día Nazar Haro.
La misma comisión acusó a Romero de uso indebido de fondos del sindicato y de amenazas y agresiones físicas contra habitantes de Azcapotzalco, para obligarlos a votar por él como candidato a diputado.
Al día siguiente, otro grupo de aproximadamente 70 personas se presentó en la Procuraduría capitalina para presentar otra denuncia por venta de plazas y dos más por secuestro y por fraude electoral.
Supuestamente Romero llevaba gente de Hidalgo para que se registrara en el padrón del DF, para que votaran por él.
“Se hace notar que el trabajador Francisco Ávila Pérez y su esposa Martha Bello Hernández acusaron a Romero Deschamps por los delitos de privación ilegal de la libertad y lesiones, por lo que será llamado a declarar”, menciona el reporte de Nazar.
“Se dice que se cometieron los delitos en agravio de los quejosos, por haber declarado que Romero Deschamps distraía fondos de la sección sindical para realizar su campaña”.
A pesar de las múltiples acusaciones de corrupción y abusos, Romero Deschamps fue electo diputado federal en julio de 1979. Ya con fuero, se libró de la cárcel.
El padre del huachicol
Ya como diputado, Romero volvió a ser acusado, ahora de un saqueo de combustible en la refinería de Azcapotzalco, el cual presuntamente era sustraído en pipas con doble fondo.
Las pipas supuestamente pertenecían a Romero Deschamps.
El superintendente de la refinería salió en defensa del diputado y líder petrolero, para desacreditar la versión del robo, la cual incluso fue publicada en periódicos de la época.
También en su primera etapa como legislador, Romero fue acusado de ordenar secuestros y golpizas de adversarios políticos, además de desviar fondos del sindicato para campañas políticas.
“Carlos Romero Deschamps, asesor de la sección 35, informó que la misma acordó entregarle a Salvador Barragán Camacho un cheque por la cantidad de 1 millón de pesos para su campaña como candidato a senador por el estado de Tamaulipas”, menciona un informe de la DFS, fechado el 13 de abril de 1982.
La misma práctica de desviar fondos a favor del PRI la utilizaría 18 años después, en el llamado Pemexgate.
HLL