A simple vista, el complejo parece más una gran bodega, sin movimiento ni trabajos de ninguna índole. Nada indica que ahí, dentro de un mes, estará la sede de la farmacia más grande del mundo, esa que que el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que terminará con el desabasto, será capaz de almacenar todas las medicinas del orbe y distribuirá, en menos de 24 horas, cualquier medicamento.

Sólo dos guardias de una empresa privada de seguridad, uno con un arma larga y otro con una pistola, cuidan la entrada principal del complejo de 97 mil metros cuadrados que será la superfarmacia, que antes fueron bodegas de la tienda departamental Liverpool. El largo camino privado que conduce a la bodega luce desolado y no hay elementos del Ejército Mexicano ni de la Guardia Nacional resguardando este punto estratégico donde se almacenarán “todas las medicinas del mundo”.

A la mitad de esa vía de acceso hay una caseta de vigilancia vacía, donde nadie monitorea el paso de los vehículos, que sin ningún problema pueden llegar a la entrada principal. No obstante, ante cualquier intento de acercamiento los vigilantes salen de inmediato para impedir que se tomen fotografías de la entrada principal. Advierten que se trata de una propiedad privada y que no hay acceso de ningún tipo. Informan que es con Birmex, la empresa estatal creada para la comercialización de vacunas, con la que se debe acudir para solicitar un permiso de tomar fotografías en el interior.

¿Estará lista para la inauguración?

A 36 días de que se inaugure, el próximo 30 de diciembre, tampoco hay movimiento de trabajadores, ni afuera ni adentro, que estén equipando, adecuando o habilitando el lugar, como afirmó el titular del Ejecutivo el pasado martes 21 de noviembre.
 
“Vamos a inaugurar ya este almacén, esta gran farmacia, en diciembre. Se está equipando para todas las medicinas, los equipos de refrigeración, todo lo que se requiere”, aseguró López Obrador.

Sin embargo, en un recorrido por las inmediaciones del complejo, no se aprecian los trabajos en la bodega. la infraestructura del centro logístico parece un pueblo fantasma. Tampoco se advierten trabajos de pintura y algunos muros todavía conservan la cromática de Liverpool.

En una de sus áreas tiene 57 muelles de carga cerrados y no sé observa ningún transporte realizando maniobras o estacionado en el amplio patio de la bodega, en contraste con el año pasado, cuando decenas de tráileres ocupaban esos lugares.

“Ahí no ha habido movimiento desde hace meses, desde el año pasado. Antes estaba lleno de tráileres y camiones repartidores que cargaban y descargaban mercancía”, comentan algunos vecinos que habitan en la colonia Santa Teresa, que se encuentra aledaña al complejo de almacenaje ubicado en Huehuetoca, Estado de México.

Son personas que viven en la parte posterior del complejo que aún está pintado con los colores rosa y fucsia que caracterizan a la marca propietaria y se encuentra “semienterrado” en una pequeña depresión geográfica.

Diariamente tienen a la vista el patio principal de la entrada y una parte de los muelles de carga, por lo que, sin temor a equivocarse, afirmaron que es nula la actividad dentro de las instalaciones.

Sitio estratégico… y lejano

El martes pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador también aseguró que la “megafarmacia” se encuentra en un lugar estratégico cerca del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) y del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).
 
La infraestructura de lo que será la megafarmacia está en los límites entre Hidalgo y el Estado de México, y a unos 40 kilómetros del AIFA, aproximadamente 40 minutos sin tráfico.

La bodega se encuentra a 68 kilómetros del AICM, al que se tardaría una hora con 10 minutos para llegar, lo que sería como viajar del Cetram de Indios Verdes al centro de Milpa Alta atravesando la Ciudad de México de un extremo al otro.

El gobierno federal informó que a la empresa El Puerto de Liverpool ya se le adelantó 10 por ciento del valor de la propiedad, fijado bajo avalúo.

La bodega, que se ubica enclavada en una zona industrial, también contrasta con el movimiento de los trabajadores de las naves aledañas, que van de un lado a otro, a pesar del inclemente frío que se siente en estos días.

La incorporación de la autopista para entrar a la bodega es un pequeño camino que se encuentra descuidado y con baches, donde incluso una barrera de concreto está fuera de su lugar y se encuentra atravesada a medio carril, lo que revela que cuando la instalación dejó de recibir cientos de camiones cargados de mercancías por semana dejó de importar si el acceso se halla en condiciones óptimas.

RSV

 

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *