A un año de que cierre el ciclo quinquenal de entrega de agua de la cuenca del Río Bravo a Estados Unidos, a México le falta aportar más de tres cuartas partes de la cuota establecida.
De acuerdo con el Tratado sobre la Distribución de Aguas Internacionales suscrito por ambos países en 1944, México debe entregar a EU una cuota quinquenal de 2 mil 158 millones de metros cúbicos de líquido.
Al 22 de octubre había aportado 519 millones de metros cúbicos del actual ciclo, el número 36, que cierra el 24 de octubre de 2025.
En los últimos ciclos las dificultades de México para cumplir con la cuota han provocado reclamos del Gobierno de Texas, estado que recibe la totalidad del agua prevista en el tratado, e incluso tensiones diplomáticas entre las autoridades de los dos países.
El agua que entrega México a EU proviene de 6 afluentes: los ríos Conchos, San Diego, San Rodrigo, Escondido y Salado y el arroyo de Las Vacas.
En el actual ciclo, el 70 % del líquido ha sido aportado por el río Conchos.
Y justamente la región en la que se ubican esos afluentes es la que registra los niveles más elevados de sequía en el País. Al 15 de octubre, el 25.5 % de la superficie de la región hidrológica Río Bravo padecía sequía extrema y 9.6 por ciento sequía excepcional.
Sin embargo, el Comisionado de Agricultura de Texas, Sid Miller, aseguró que sí hay agua, pero que se está desperdiciando.
Señaló que ha pedido a la Administración Biden-Harris que presione a México para que cumpla su parte del Tratado de Aguas de 1944.
“(Pero) todos sabemos que no debemos contar con ellos para hacer el trabajo”, apuntó.
El pasado 17 de octubre, Miller emitió una orden ejecutiva que da luz verde a los agricultores y ganaderos de Texas para aprovechar las aguas del río Grande (Bravo) para irrigación.
Las fuertes lluvias recientes en México, indicó el Departamento de Agricultura de Texas en un comunicado, han provocado una importante escorrentía del embalse Marte Gómez, y actualmente, argumentó, fluye demasiada agua hacia el Golfo de México, desperdiciada.
“Ya es suficiente”, dijo Miller. “Hemos terminado de sentarnos esperando que alguien más actúe. No hay razón para que el agua desbordada al sur de los embalses internacionales Amistad y Falcón deba bajar por el Río San Juan hasta el Río Grande y desperdiciarse. El agua debe estar en manos de quienes más la necesitan, no perderse en el Golfo“.
DMD