Rosario Piedra busca reelegirse en la CNDH

Ciudad de México.- Y llegó la “línea” al Senado. El desacuerdo que desde hace semanas asomó en el seno de la bancada de Morena se convirtió en rebelión, la primera en la LXVI Legislatura, y la línea llegó para sofocarla. 

El grueso del grupo se alebrestó desde que Rosario Piedra fue incorporada en la terna de aspirantes a presidir la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), en busca de su reelección, a pesar de que había sido la peor evaluada en las comparecencias a las que se sometieron los candidatos. 

En los hechos, la mayor parte de los 66 morenistas se unía a la repulsa generalizada que generaba en organizaciones no gubernamentales y hasta en el Comité ¡Eureka!, conformado en 1977 por familiares de desaparecidos a instancias de doña Rosario Ibarra de Piedra, la madre de la cuestionada aspirante. 

La gestión de Piedra Ibarra al frente de la CNDH concluye el viernes próximo y la premura acechaba. Hasta el lunes, la bancada navegaba en la indefinición y toda hacía suponer que la reelección naufragaría en el Pleno. 

A temprana hora, el martes que despuntaba se tornaba negro: el pastor de la bancada, Adán Augusto López Hernández, comunicaba al grupo que sí había línea y que había que respaldar, a como diera lugar, la reelección de Rosario Piedra Ibarra. 
Un testigo del cónclave contó que, en el auditorio Octavio Paz, hubo voces que respingaron, pero que decían que acatarían la orden que, se sobre entendía en los corrillos, era la línea dictada desde Palenque, Chiapas, donde supuestamente descansa el ex Presidente Andrés Manuel López Obrador. 

Entre otros, Malú Micher, Félix Salgado Macedonio e Higinio Martínez, con arreglo al testimonio recabado, externaron su desacuerdo, pero se comprometieron a votar en el pleno por la reelección de Piedra Ibarra. 

“Yo creo que la línea que viene más allá de Palacio Nacional es muy clara. No se están conteniendo los intentos de intervenir y de seguir ejerciendo el poder por parte de quien ya no despacha en Palacio Nacional y sí creo, además, que en el Senado hay muchos ‘quedabién’ que están, si no recibiendo línea, intentando leer la mente de el ex Presidente López Obrador”, resumió el senador Clemente Castañeda, jefe de la bancada de Movimiento Ciudadano (MC). 

Además de Rosario Piedra, en la terna figuraban Nashieli Ramírez, titular de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México –la carta que alentaba  la Presidenta Claudia Sheinbaum–, y la abogada tapatía Paulina Hernández, que empujaba el jefe de Morena, Adán Augusto López Hernández. 

Marko Cortés, el todavía dirigente del PAN, dijo en tribuna sin rodeos que la Presidenta Sheinbaum se inclinaba por Nashieli Ramírez y “que la mano que mece la cuna, es la de quien está en el rancho de Tabasco (sic)”. 

Pero llegó la línea y sanseacabó. A pesar de todo, las cosas se enredaron y la discusión tardó en llegar al Pleno, donde, a la mera hora, arrancó a trompicones. Morena hubo de forzar la licencia de Yeidckol Polevnsky –que se hallaba en Brasil–, para asegurar el voto de su suplente, Denisse Ortiz Pérez. 

Corrió también la versión de que Adán Augusto había advertido a su grey que las cédulas de votación estarían previamente marcadas en favor de Rosario Piedra. 

El panista Ricardo Anaya pidió la palabra para exigir a la Mesa Directiva que las cédulas de votación que se entregarían a los senadores no estuvieran previamente marcadas ni foliadas. 

“No cabe duda que el pequeño Calderoncito, piensa el león que todos son de su condición”, reviró desde su escaño Adán Augusto. 

“Que la boleta se entregue públicamente y que se muestre que no están cruzadas. Se las vamos a ganar. Hay un bloque mayoritario unido y convencido”, desafió el tabasqueño. 

Otro alboroto sobrevino cuando senadoras panistas introdujeron al pleno un par de mamparas rotuladas como las que se usan en jornadas de votación: “El voto es libre y secreto”, decía. 

La Oposición buscaba asegurar la secrecía del voto, pero Morena y el presidente, Gerardo Fernández Noroña, se rehusaron a que se emplearan en la votación. 

Hubo dos recesos y Adán Augusto López terminó por aceptar que el “juguetito” permaneciera en el salón de plenos, aunque no para que se depositaran allí las cédulas. 

“Compañeros del oficialismo, de Morena, del Verde y del PT. ¿Por qué se oponen a que usemos esa mampara? En su fuero interno –provocó Ricardo Anaya–, si tuvieran la certeza de que si su voto se mantiene en secrecía, no votarían por Rosario  Piedra, lo saben perfectamente bien. 

Y también saben que la única manera de lograr la mayoría calificada en torno a Rosario Piedra, es enseñando el voto y no permitiendo que el voto se ejerza de manera libre y secreta”. 

Si hace cinco años Piedra llegó a la CNDH gracias a un par de votos cachirules, esta vez parecía que repetiría en el cargo gracias a la imposición de la línea.

HLL

 

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