Entre 40 y 50 menores de edad al mes llegan a Trabajo Social en Seguridad Pública, por situaciones de robo, consumo de bebidas alcohólicas o alguna droga, de acuerdo con Karla Karina Acosta Madrigal, trabajadora social.
“Los motivos por los que caen es por intoxicación, graffiti, por ingerir bebidas embriagantes en la vía pública, por riñas, por gritar obscenidades en la vía pública, por escandalizar, incluso por deserción escolar y familiar, que es cuando salen de casa o de la escuela y ya no quieren regresar”, enlistó.
Las situaciones más frecuentes por las que los menores visitan el área de Trabajo Social son por intoxicación e ingesta de bebidas embriagantes, llegando niños desde los 7 años hasta los 15 años, después de esta edad, se les envía a los separos.
“Se les hace un parte informativo, se pasa al médico, del médico con el juez calificador y ahí se determina a pasarlo a trabajo social, se le abre su expediente, se toman todos sus datos generales y se tiene un diálogo con el menor infractor”, informó.
Luego de realizar un expediente, la trabajadora platica con el joven para saber por qué razón fue detenido, sobre todo para comparar las declaraciones con lo que reportó el elemento de seguridad que hizo la detención.
“Les pedimos su versión, leemos la versión del elemento de seguridad, pero también queremos que ellos nos cuenten, hay quien dice la verdad y quien dice que no hizo nada, pero dependiendo de cómo reaccione el menor empezamos una charla con él”, comentó.
La actitud con la que cada uno de los jóvenes llega a esta área es diferente, hay quienes ya son conocidos en la oficina por las constantes detenciones que sufren.
“Hay ocasiones en que ya son reincidentes, hasta los conocemos por nombre, cuando es su primera vez vienen preocupados, nerviosos aunque, encuentras de todo, hay niños que acceden a platicar y otros que están totalmente cerrados, que no quieren decirte nada, ni contestan, incluso están agresivos”, confesó.
Las trabajadoras de seguridad del Municipio deben lidiar con agresiones físicas o verbales de los menores, cuando son llevados por los elementos de Policía Preventiva para ser contactados con sus padres y que se haga entrega del joven a su tutor.
“Hace poco, llegó un menor infractor que rompió el vidrio de la zona donde los tenemos, estaba muy agresivo y rompió el cristal, al parecer venía intoxicado, su reacción fue pegarle al cristal”.
Durante el examen médico que se realiza a cada menor al llegar al CERESO, se revisa si ha consumido algún tipo de droga o bebida con alcohol.
“En el examen médico revisan qué estado etílico traen, si ya es un caso muy fuerte, que no nos ha pasado, primero mandan llamar a la ambulancia para que reciba atención médica, pero más que nada, vienen enojados, el otro enojo es cuando saben que les vas a llamar a sus papás, te piden que no les avises, buscan la manera de simpatizar contigo para que los dejes salir, hasta chocolates te ofrecen, hay quienes no te hablan también y otros que hasta te gritan groserías”, señaló.
Acosta Madrigal hace el llamado a los padres de familia, quienes generalmente no saben qué es lo que sucede con sus hijos.
“Si el niño tiene teléfono hacemos una llamada a los papás tratamos de tranquilizarlos, no les damos la información por teléfono, hasta que llegan aquí (CERESO) por ellos, también encontramos mamás de todo tipo, las que les soportan todo”, dijo.