El cuerpo electoral que nombrará al próximo Pontífice fue moldeado por el ahora Papa emérito Benedicto XVI, pues 64 de los 115 cardenales que votarán en el Cónclave fueron nombrados por él y comparten su vocación conservadora, mientras que el resto fueron designados por el fallecido Juan Pablo II, también conocido por su tradicionalismo.

“Progresistas de calado no habrá en este cónclave, o están muertos o son demasiado viejos”, dijo a Reforma Carmine Curci, analista y director de la Agencia Internacional de los Misioneros Católicos.

La facción electoral más poderosa en este proceso la conforman lo italianos -28 cardenales, de los cuales sólo 8 no recibieron el título por parte del Papa emérito-.

Entre éstos, los más destacados son Tarcisio Bertone, quien durante el papado de Benedicto XVI fue Secretario de Estado y ahora es el camarlengo; Ángelo Sodano, Secretario de Estado entre 1991 y 2006; Angelo Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal de Italia; Ángelo Scola, arzobispo de Milán y Gianfranco Ravasi, ministro de la Cultura del Vaticano y el más progresista del grupo.

Entre los cardenales no italianos se ubica en primera línea el brasileño Odilo Scherer, Aazobispo de Sao Paulo, de origen alemán, quien estudió y trabajó en Roma, donde vivió cuando era parte de la Congregación para los Obispos, características que lo hacen un candidato ideal.

“Sin lugar a dudas, su nombre (el de Scherer) es uno de los que más suenan”, dijo, en este sentido, John Allen, especialista del National Catholic Reporter y uno de los expertos más acreditados sobre el tema.

Otra figura fuerte es el cardenal canadiense Marc Ouellet, un teólogo de estilo similar al de Ratzinger, que habla seis idiomas, vivió en Colombia y es actualmente presidente de la Comisión sobre América Latina. Sobre él sólo hay una mancha: su hermano, quien fue relacionado con un caso de abusos sexuales.

En los reflectores también están el ghanés Peter Turkson que, sin embargo, tropezó recientemente al relacionar la pederastia con la homosexualidad, así como el arzobispo de París, André Vingt-Trois, quien desde tiempo aboga por una reforma de la Iglesia.

Un gran elector lo es también el alemán Christoph Schönborn quien, pese a que tuvo un fuerte enfrentamiento en 2010 con Sodano, al que acusó de haber frenado las investigaciones sobre los abusos sexuales, es un discípulo de Ratzinger y tiene fama de buen negociador.

Entre las pocas voces progresistas en el cónclave están el filipino Luis Tagle, a quien algunos incluso consideran papable, pero sin muchas posibilidades; el brasileño Joao Braz de Aviz, quien no goza del apoyo de muchos de sus colegas por su simpatías con la Teología de la Liberación; y el alemán Reinhard Marx, arzobispo de Munich que ha defendido públicamente al filósofo homónimo.

“Las divisiones territoriales tendrán un peso relativo, porque incluso los cardenales latinoamericanos son en su mayoría de estilo conservador”, señaló Ignacio Ingrao, escritor y vaticanista.

En todo caso, según Ignacio Ingrao, escritor y vaticanista, el origen geográfico de los papables perderá influencia cara a las votaciones, mientras que dominarán la actitud de encontrar a un Papa que quiera proseguir con la limpieza dentro de la Iglesia y que ponga en marcha reformas que pide parte del clero.

La elección del próximo líder de los más de mil 200 millones de católicos del mundo compete a un círculo reducido formado por 209 cardenales originarios de 66 países. Sin embargo, de ellos, sólo votarán en el cónclave los que no han alcanzado los 80 años, 115 de los 117 mencionados originalmente (uno está enfermo y uno presentó su renuncia al Papa), aunque a los 92 restantes sí se les permitirá intervenir en las sesiones previas de deliberación en las que se cocinan las estrategias de los grupos de purpurados afines.

Aunque varios cardenales han afirmado que es posible que la selección del nuevo Pontífice sea un hecho antes de la Semana Santa, que inicia el 24 de marzo, aún no se sabe la fecha en que comenzará el cónclave.

Lanzan sellos postales por sede vacante

La Oficina Postal vaticana emitió un sello referente al final del pontificado de Benedicto XVI, que concluyó este jueves, después de casi siete años, y que fue seguido por el periodo de sede vacante, que a su vez terminará con la llegada de un nuevo Papa.

Durante la sede vacante, El Vaticano pondrá en circulación sellos especiales con el escudo del periodo, declarado el jueves a las 20:00 horas, tiempo de Roma, cuando se hizo oficial la renuncia de Benedicto XVI, de 85 años.

Se trata de cuatro estampillas con la imagen de un ángel que sostiene un paraguas, que cubre las llaves cruzadas del pontificado, símbolo del periodo. 

El tiraje completo fue de 230 mil ejemplares. Los sellos costarán 0.70, 0.85, 2.00 y 2.50 euros; y vendrán en diferentes colores: verde, azul, gris y amarillo.

Por primera vez, las estampillas pudieron ponerse a la venta el primer día de la sede vacante. Hasta ahora, se confeccionaban al momento de la suerte del Pontífice en turno, y la producción tomaba varios días. 

Benedicto XVI, llamado ahora emérito anunció su renuncia el 11 de febrero.

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