Hasta aquí, ayudado por la levedad de jugar en superficies de arcilla, Rafael Nadal ha vuelto a sonreír y, sobre todo, confiar que su rodilla izquierda puede responder al rigor del circuito de tenis.
“He podido correr con toda libertad y buscar las pelotas”, dijo Nadal en una rueda de prensa en Nueva York.
Le sobran las razones para expresarse así tras una brillante gira latinoamericana en la que levantó los trofeos de Acapulco y Sao Paulo, con 12 victorias y una derrota.
Ahora viene la prueba de verdad: el Masters de Indian Wells, del 7 al 17 de marzo, medirá la resistencia de esa rodilla al pisar canchas duras.
“Esa será una gran prueba para mí”, dijo Nadal. “Hoy día, sé que puedo jugar en polvo y saberlo es algo que para mí es muy importante”.
Su presencia en el desierto de California es otra señal alentadora para el 11 veces campeón de torneos del Grand Slam, luego de siete meses de inactividad por lesión en la rodilla.
Recién la semana pasada se conjeturaba que Nadal se iba a saltar Indian Wells y Miami -el otro gran torneo de cemento en este tramo del año- para evitar una superficie que lo desgasta.
Su magnífico despliegue en Acapulco, donde lució ágil, potente y dinámico, le sirvió para recuperar el optimismo.
“He conseguido jugar a un nivel muchísimo más alto de lo que hubiera soñado”, señaló el español.