Con el entrenamiento entre las comunidades de Alfaro y Otates, inició la actividad oficial del Rally México 2013. Los 13 pilotos inscritos en la categoría principal de Campeonato Mundial recorrieron al menos tres veces el circuito de 6 kilómetros, que presenta condiciones similares a las que se verán en el resto del rally.
También este jueves, en la misma ruta, se dará la etapa de calificación mediante la cual los pilotos podrán elegir su orden en los tramos competitivos.
Por la noche, en Guanajuato capital será la arrancada ceremonial y un tramo oficial de un kilómetro.
Inicio inmejorable
La ansiedad por la espera de un nuevo Rally en León se borró cuando el primer auto cruzó la mirada de los espectadores.
No pudo iniciar de mejor manera, que con la histórica primera vuelta del piloto local, Benito Guerra, a bordo del Citroën DS3, bautizó con el primer baño de tierra a los asistentes.
La sed de más y más Rally, que parece no tener saciedad obligó a que los miles de asistentes buscaran su mejor lugar para llegar al tramo de Llano Grande en el cual por había escepticismo de si llegarían los espectadores.
Pero los motores llaman como un canto de sirenas y más rápido que el instante captado por la memoria cuando pasa el primer auto, el cerro del Gigante se volvió un estadio.
Llano Grande regresó a la vida, esplendoroso, tras años de recibir mínimo un Shakedown.
Las serpientes de arena con cabeza de metal comenzaron a las 8:30 de la mañana y las mareas de tierra se veían en todos los puntos.
El toque dramático lo pusieron Ken Block que casi se sale en una pendiente y Thierry Neuville, que parecía colearse y despistar en la curva más pronunciada.
Pilotos, tramos y espectadores tuvieron un inicio muy prometedor, en comunión perfecta, como uno de los mejores rallies, porque así lo avala la Federación Internacional de Automovilismo.
Entre ticos y matorrales
Cumbre entre México y Centroamérica en un enterregado rincón de Guanajuato.
Sentado en una piedra, mientras algunos de sus compañeros se acomodan en sillas plegables, Édgar limpia su cámara fotográfica con un fuerte soplido.
“Si le dejo que se le pegue la tierra, se descompone en dos días”, dice el costarricense, uno de casi 100 que viajaron hacia León entre miércoles y ayer, sólo para vivir el Rally México 2013.
Su piedra, la primera que le sirve de asiento en este rally, está en Estancia de Otates, una comunidad de la que incluso los vecinos olvidan el nombre. Pero sólo por ayer, es ahí el más lujoso y espectacular de los palcos para observar el Shakedown.
A unos metros de Édgar, quien muestra orgulloso una bandera tica amarrada en un árbol, está la familia García.
Los cuatro (papá, mamá y dos hijos), viajaron a León en carretera, desde el Estado de México.
“Este rally se vive como pocas cosas”, dice el jefe de familia. Trata de acomodar a uno de sus hijos en una “cómoda” piedra y anima la plática sobre lo que falta por ver.
A esa hora, casi las 11 de la mañana, han visto ya los 13 autos estelares un par de veces, pero no se aburren. La mañana guanajuatense da pie a la plática entre los García y los costarricenses, algunos de los cuales se asumen como la porra de José Montalto, un piloto tico que trata de destacar en categorías menores.
“Cada uno tiene a su piloto favorito, pero aquí, en el cerro, conoce uno a tanta gente…”, comenta don José Andrade, un vecino de Otates que masca lentamente un trozo de maíz mientras fuerza el oído para tratar de escuchar otro carro, de esos de los que cortan distancias y borran nacionalidades.