Una masa inmensa, como sólo se ha visto en Roma en los funerales de Juan Pablo II, confluyó ayer en la Plaza de San Pedro, al filo de las siete de la tarde, (12:00 tiempo de México) apenas la fumata blanca asomó por la chimenea -el comignolo- sobre el tejado de la Capilla Sixtina.
La emoción inmensa de saber que el sucesor de Benedicto XVI había sido elegido al fin, tras al menos cuatro, escrutinios, embargaba a todos el mundo. Cuando el cardenal protodiácono Jean Louis Tauran, anunció en latín, el nombre del nuevo Pontífice, Jorge Mario, cardenal Bergoglio, un silencio profundo, casi como un cometa, cruzó la plaza.
Muchos de los italianos reunidos en la plaza de San Pedro no entendieron siquiera el nombre del nuevo Papa, que no les resultaba familiar.
Junto a las tiendas de campaña montadas por los servicios de emergencia de la región del Lazio (a la que pertenece Roma), Alesia y su marido, de Apulia, en el sur, con la niña de un año, miraban sorprendidos hacia el balcón de la basílica de San Pedro.
Las monjas agitaron sus manos por encima de sus cabezas, comenzaron a rodar lágrimas y sonaron cánticos de “Larga vida al Papa” por toda la plaza adoquinada.
Perfectos extraños se abrazaban, abrumados por la emoción. Una joven sollozaba sin control y apenas podía mantenerse en pie. “¡Mama mía, tenemos papa!”, gritaba la hermana Eugenia. “¡Tenemos un santo padre!”
Después de haber cantado a voz en cuello, como tanta gente en la plaza, el himno nacional italiano, interpretado por una banda municipal, los dos parecían desconcertados. ¿Esperaban un papa italiano? “No, no, eso es lo de menos. Es el Papa, da igual de donde venga”.
Superado el instante de sorpresa, la gente vitoreó al nuevo papa con más fuerza. La plaza tenía una sola voz. Era una especie de rugido cuando salió, al fin, el nuevo Pontífice al balcón de la loggia de la Basílica.
En las pantallas de vídeo apareció un hombre mayor vestido de blanco, sin la mantelina de raso roja que lució Benedicto XVI en su primera aparición como papa, el 19 de abril de 2005.
Esta vez, el ritual había funcionado a la perfección. Unos pocos minutos después de las siete de la tarde, una humareda claramente blanca ascendió hacia el cielo, desde la chimenea de la Capilla Sixtina. Las campanas de la basílica de San Pedro sonaron al unísono, en total sintonía. Y, sin embargo, hubo una larga espera hasta que el cardenal Tauran apareció en el balcón, para anunciar el Habemus papam.
Fue más de una hora la que transcurrió entre la fumata blanca y el anuncio del nuevo papa Francisco.
Quizás Bergoglio además de llorar, rezar, y recibir el saludo de los demás cardenales, comunicó a su antecesor, Joseph Ratzinger, el resultado del cónclave antes de presentarse en público.
Cuando lo hizo, la Vía de la Conciliazione estaba colapsada ya por miles de personas, que no podían avanzar hacia la basílica. Imposible acercarse a la masa de turistas mexicanos que agitaban la bandera nacional.
El pueblo de Roma entero, y los miles de extranjeros que llevaron haciendo guardia en la plaza desde que comenzó el cónclave, tomó la zona, como un inmenso ejército.

Francisco, el santo de los pobres

Además de ser el primer Pontífice latinoamericano de la historia, Francisco rompe una tradición de nombres papales.
El Papa, quien no llevará incorporado el número I romano por ser el único con ese nombre, obtuvo su nombre de San Francisco de Asís, santo italiano fundador de la Orden de los Franciscanos en el siglo 13.
“San Francisco fue un renovador, que arrastraba gente con ejemplo y no sólo con palabras’’, dijo Ralf van Bühren, profesor de Historia del Arte y Arquitectura de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz en Roma.
También, San Francisco es el patrón de Italia, lo que lo relaciona con el País cuna de todos los Papas en los últimos siglos hasta 1978, cuando fueron elegidos el Papa , Juan Pablo II, y el alemán, Benedicto XVI.
“El Papa toma como ejemplo a San Francisco cuando la Iglesia necesita de valores como en el tiempo de San Francisco, humildad, sencillez y fraternidad”, dijo Fray R García, Rector del Templo de San Francisco de Asís.

Cronología del cónclave

Luego de un día y medio de liberaciones, los 115 cardenales reunidos en cónclave en la Capilla Sixtina de la Santa Sede eligieron al sucesor de Benedixcto XVI.

En el segundo día de cónclave aparece una segunda fumata negra a las 11:39  (5:39 tiempo de México) indicando que los 115 cardenales, reunidos  en la Capilla Sixtina, no han elegido al sucesor de Benedicto XVI.
Pese a la continua lluvia más de tres mil fieles, entre ellos grupos de italianos y estadounidenses con banderas, tomaron sus lugares frente a la Basílica de San Pedro.
Tras no llegar a un acuerdo, los religiosos se retiraron para almorzar y descansar en la Casa Santa Marta.
El reloj vaticano marcó las 19:06 horas locales, 12:06, tiempo de México,  cuando aparece una tercera fumata pero de color blanca de la chimenea de la Capilla Sixtina anunciando que se había elegido a un nuevo Papa.
A las 20 horas (1 de la tarde tiempo de México) el cardenal protodiácono Jean-Louis Tauran anuncia la elección del cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires y jesuita de 76 años, como el nuevo Papa, que escoge el nombre de Francisco I.
A las 20:30 horas ( 1:30 de la tarde tiempo de México) el nuevo Papa Francisco I se presenta a las decenas de miles de fieles presentes en la Plaza de San Pedro del Vaticano.
Los argentinos que estaban presentes en el lugar estallaron de júbilo al anunciarse que uno de sus connacionales será el máximo líder de los católicos en el mundo.
En la Plaza de San Pedro, decenas de miles de fieles gritaron y ovacionaron al nuevo Papa
En sus primeras palabras, pidió a las decenas de miles de personas reunidas en la Plaza de San Pedro que oraran por él antes de dar la bendición.
‘Recemos por todo el mundo’, dijo Francisco en italiano. ‘Que este camino de la Iglesia que hoy comenzamos sea fructífero’, agregó entre gritos y aplausos.
El cardenal Bergoglio será el primer Papa latinoamericano de la historia de la Iglesia católica, y se convirtió en el Pontífice número 266 de la historia.

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