“Es como un párroco, sencillo y directo”. El comentario se escucha ya en todas partes, y el Papa dio ayer, de nuevo, la razón a los que rebajan cariñosamente su categoría en el escalafón eclesiástico.
Su primer Ángelus fue un monólogo de párroco, amistoso, cercano, y desprovisto de cualquier solemnidad.
Ante una multitud delirante de entusiasmo, el Pontífice se detuvo a recordar por qué ha escogido un nombre tan cargado de simbolismo, Francisco, y tan difícil de citar a secas.
“Lo he elegido pensando en Francisco de Asís, el patrón de Italia, y eso refuerza mi relación espiritual con esta tierra de donde procede, como sabéis, mi familia”.
La referencia demuestra gran olfato político porque el sábado se festejaba el Día de la Unidad de Italia, ocurrida hace 152 años.
El Papa saludó con un simple “buenos días” a la gigantesca multitud, y terminó deseando “buen domingo y buena comida”, a todos los peregrinos, también a los que seguían el acto a través de la televisión.
El Pontífice abordó el tema del Evangelio del día, referido a la mujer adúltera, y subrayó la actitud de Jesús, “del que no escuchamos palabras de desprecio, ni de condena, sino sólo palabras de amor, de misericordia, que invitan a la conversión”.
Una evidencia más de que Dios, “no se cansa jamás de perdonar. Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón”, dijo.
Los aplausos interrumpieron al Pontífice, que apareció sonriente en la ventana del estudio del apartamento del palacio apostólico que, previsiblemente, ocupará dentro de unos días.
El Papa Francisco procuró mantener la atención de la gente, relacionando el tema evangélico del día, la misericordia de Dios, con historias de su vida eclesiástica.
Contó una conversación mantenida hace años con una anciana, en su nativa Argentina. “Aquella abuela, como llamamos a las ancianas en mi tierra”, dijo, “quería confesarse”.
Por improbable que resultara como pecadora, ella le aseguró que todo el mundo tiene pecados. Aunque no dudaba que sería perdonada. “¿Por qué está tan segura?, le pregunté”, siguió contando el Papa.
“Porque si Dios no perdonara, el mundo no existiría’, me contestó”. Y a partir de ahí, bromeó el Papa: “Me quedé con ganas de preguntarle, señora, ¿ha estudiado usted en la Gregoriana?”.
Bergoglio se refirió también elogiosamente al Cardenal Walter Kasper, “teólogo destacado”, dijo, y al libro que publicó sobre la misericordia, “que me hizo tanto bien leer”.
Consciente de la extrañeza general por la mención, el Papa se apresuró a agregar, “no pretendo hacer publicidad de los libros de mis cardenales en absoluto. Pero es la verdad”. En ese libro, el Cardenal alemán afirmaba: “Un poco de misericordia cambia el mundo, le vuelve menos frío y más justo”.
Los aplausos arreciaron cuando el Papa Francisco terminó su homilía, no precisamente breve.
Muchos de las decenas de miles de personas que acudieron a la Plaza de San Pedro para escuchar su primer Ángelus, no pudieron pasar de la Vía de la Conciliazione, desde donde siguieron su intervención a través de las pantallas de video gigantes.
El primer Papa latinoamericano de la historia parece haber sido muy bien acogido entre los católicos, gracias a la naturalidad de sus gestos y algunos mensajes como el del sábado a favor de una “Iglesia pobre y para los pobres”.
En la plaza se podían leer carteles como “Francisco, eres la Primavera de la Iglesia” o “Gracias Francisco por devolvernos a la sencillez”.
La falta de sincronización en el audio, duplicó de una forma molesta el discurso del Pontífice que, a tenor de los comentarios que se escuchaban en la calle, parece haber conquistado al mundo, y especialmente a los italianos.
El día inició, en El Vaticano, con una misa celebrada por el Pontífice en la parroquia de Santa Ana, en la que mencionó también el valor de la misericordia, y subrayó la importancia de no condenar.
Después, rompiendo el protocolo una vez más, salió a la puerta de la iglesia y saludó a cada uno de los fieles, al estilo de los curas protestantes. “Lo hacía ya en Buenos Aires”, confirmaron unos fieles argentinos.
“Este Papa lo transformará todo. Ya lo verá”, explicó entusiasta un señor argentino en la cincuentena, envuelto en un grueso abrigo de lana azul oscuro. “El anterior era demasiado aristocrático. Necesitamos un Papa así”.
A su lado, una pareja joven intentaba hacer callar al perro diminuto que ladraba, probablemente aterrado, en medio de la multitud.

? ?   “Estamos impresionados y felices. Es la misma persona que habla directo al corazón.? ?

Mariano Del Río, sacerdote de la parroquia de San Benito en Buenos Aires

? ?   Siento una emoción indescriptible. Va a traer mucha paz porque se le ve muy humilde, muy espontáneo. Se siente más cerca de la gente. Con el Papa que estaba antes no se sentía esto.  ? ?

Gabriel Solís, un argentino

Se hace presente Latinoamérica

Entre todas las banderas y pancartas que portaban los fieles en la Plaza de San Pedro, una sobresalía por encima de todas, con la leyenda: “La mano de Dios”.
Es una expresión tradicionalmente reservada a Diego Maradona y su gol contra Inglaterra en el Mundial de 1986, que quizá ahora el futbolista tenga que compartir con el nuevo Papa Francisco por su origen argentino.
“Es por Diego (Maradona) y esperemos que sea por la Iglesia”, dijo Gonzalo Torreiro, un argentino de 33 años que llevaba la pancarta, con letras celestes bordadas a mano sobre una sábana, junto a su esposa. “El nuevo Papa es una persona cotidiana, original y espontánea, con los mismos gestos que tenía en la Argentina”.
Latinoamericanos de todos los países de la región respondieron el domingo al primer Ángelus del Papa con una presencia masiva. Muchos eran argentinos, pero también había mexicanos, peruanos, chilenos, dominicanos y salvadoreños, entre otros.
“Como es latinoamericano, nos sentimos muy identificados con él (Francisco)”, explicó María Luz Tena, peruana de 41 años. “Tiene otra mentalidad y motiva”.
“Latinoamérica siempre ha sido católica, creyente y practicante”, agregó en referencia a que se trata del continente con más católicos del mundo: 500 millones según la Santa Sede.

Presencian entronización

Francisco presidirá el martes la misa de su entronización pontifical, día de San José, a la que asistirán líderes de todo el planeta y a la que se espera la asistencia de un millón de personas.
Entre ellos la propia presidenta de Argentina, Cristina Fernández; el presidente de Chile, Sebastián Piñera; de México, Enrique Peña Nieto; de Ecuador, Rafael Correa; de España Mariano Rajoy, así como el vicepresidente de Estados Unidos Joe Biden.
La mandataria argentina, Cristina Fernández de Kirchner, será la primera de los jefes de Estado en reunirse con el Papa, el lunes, en un encuentro en el que ambos podrían acercar posiciones en sus relaciones no siempre cordiales.
La reunión tendrá lugar en la Casa Santa Marta, la residencia provisional del Papa antes de que termine la renovación de su apartamento del Palacio Apostólico.
También han confirmado su asistencia a la misa de entronización del 19 de marzo, el vicepresidente uruguayo, Danilo Astori; el presidente panameño, Ricardo Martinelli; el presidente paraguayo, Federico Franco, y la presidenta brasileña, Dilma Rousseff.
También han anunciado su presencia, la canciller alemana, Angela Merkel, junto con el presidente del Parlamento Alemán, Norbert Lammert; el primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault; el rey Alberto y la reina Fabiola de Bélgica y el primer ministro belga Elio Di Rupo; y el presidente polaco, Bronislaw Komorowski.
El presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, un católico practicante, concurrirá a la misa de entronización del nuevo Papa, indicó una fuente presidencial.
En representación de la Unión Europea asistirán el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso; y el del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy.

Bergoglio se estrena en Twitter

Borrón y cuenta vieja. El Papa Francisco hizo coincidir su primer rezo del Ángelus desde el balcón del apartamento papal con su primer mensaje dejado en esa otra ventana a la que, aunque entre menos luz, se asoman cada segundo millones de creyentes y no creyentes: Twitter.
La cuenta es vieja, ya la estrenó Benedicto XVI el pasado 13 de diciembre bajo el nombre @pontifex. Pero ha sufrido un buen borrón. No hay ni rastro de los tuits que publicó Joseph Ratzinger antes, durante y después de su renuncia.
El Papa lanzó su primer tuit y pidió al mundo rezar por él.
“Queridos amigos, os doy las gracias de corazón y os ruego que sigáis rezando por mí. Papa Francisco”, escribió.
El mensaje de Su Santidad Francisco fue escrito en los nueve idiomas con los que cuenta el perfil de la red social.

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