Francisco inauguró el martes su pontificado con una declaración de intenciones y un mensaje de advertencia a los líderes del mundo reunidos en Roma: el verdadero poder es servir a los más necesitados.

El papa pasó casi más tiempo saludando a jefes de Estado y personalidades que oficiando la solemne misa de inicio de su papado en la plaza de San Pedro del Vaticano, a la que asistieron casi 200.000 personas, además de delegaciones oficiales, reyes, príncipes y presidentes de más de 130 países.

Tras ser investido con el palio de lana de cinco cruces rojas como pastor de la Iglesia universal, Francisco recibió el anillo del pescador, símbolo del papado como “pescador de almas” en referencia al apóstol Pedro. El flamante pontífice eligió un anillo de plata bañado en oro que representa la imagen de Pedro con las llaves del cielo.

Con estos dos gestos cargados de simbolismo, Francisco comenzó oficialmente su ministerio como sumo pontífice número 266 de la Iglesia católica, una religión que profesan 1.200 millones de personas en todo el planeta.

En su esperada homilía, que leyó en italiano, Francisco pidió a los gobernantes que sean “custodios” de la creación de Dios, que respeten el medio ambiente y no dejen que “los signos de destrucción y de muerte” acompañen al mundo.

“El odio, la envidia, la soberbia ensucian el mundo”, dijo.

Francisco, de 76 años, inicia un papado marcado por la profunda crisis de la Iglesia, sumida en diversos escándalos de corrupción. Sobre su papel como guía de los católicos, aseguró que el verdadero poder del sucesor de Pedro es el “servicio humilde” y rico en fe, especialmente dirigido a los más desfavorecidos.

Esas palabras despertaron la ovación de los fieles, que también interrumpieron la predicación para saludar el mensaje de recuerdo a su predecesor y ahora papa emérito Benedicto XVI.

Francisco invitó tres personas a la misa. Un trabajador “cartonero” del Movimiento de Trabajadores Excluidos de Argentina, el director de un programa educativo y una religiosa de su familia.

Antes de la celebración litúrgica, que coincidió con la festividad de San José, recorrió en papamóvil descubierto una abarrotada plaza de San Pedro. El pontífice dio varias vueltas entre vítores y aplausos en un día primaveral y soleado en Roma.

Bajó del vehículo en una ocasión para bendecir a un enfermo. También besó a varios niños durante el paseo, en el que las campanas de la basílica repicaron en señal de júbilo.

Numerosas banderas latinoamericanas y sobre todo argentinas, país de origen de Francisco, colorearon el recorrido del papa. Una de ellas, por ejemplo, mostraba una imagen grande del pontífice junto al escudo de su equipo favorito de fútbol en Argentina: San Lorenzo de Almagro.

A pesar de la distancia, muchos argentinos desoyeron el consejo de Francisco, que los invitó hace unos días a no viajar y guardar ese dinero para darlo a los pobres, y corrieron a tomar el primer vuelo a Roma.

Ana María Carvallo, de 39 años, trabaja en Cáritas de Buenos Aires y conoció a Jorge Mario Bergoglio en su etapa como primado de la capital.

“Es una alegría muy grande para Argentina, para América Latina y para una que compartió muchas cosas cotidianas con él, así que valió la pena este sacrificio económico y lo decidí de un día para otro”, contó Carvallo, quien fue directamente desde el aeropuerto romano de Fiumicino al Vaticano.

De hecho, Francisco quiso tener un detalle con sus compatriotas congregados de madrugada en la plaza de Mayo de la ciudad de Buenos Aires que siguieron la celebración a través de unas pantallas gigantes.

Una hora antes de la misa, grabó un mensaje telefónico en el que exhortaba a los argentinos a dialogar más y pelear menos.

“Que no haya odio, que no haya pelea, dejen de lado la envidia, no le saquen el cuero (critiquen) a nadie”, afirmó el papa. “Dialoguen, que entre ustedes se viva el deseo de cuidarse”.

Después de la misa, que duró menos de lo habitual tras unos ajustes del propio papa, comenzó un largo pasamanos en el interior de la basílica. Francisco saludó de pie a dignatarios y representantes diplomáticos durante casi dos horas, en las que se pudo advertir su especial afinidad con los líderes de América Latina.

La primera en saludarlo fue la presidenta argentina Cristina Fernández. Francisco también charló animadamente con el ecuatoriano Rafael Correa, quien le enseñó una foto, y la brasileña Dilma Rousseff.

La canciller colombiana María Angela Holguín reveló que el papa se interesó por las negociaciones de paz entre el gobierno y la guerrilla de las FARC.

“Dijo que haría todo lo posible (por visitar Colombia). Le dije que estábamos optimistas de que lográramos firmar la paz este año y que sería importante que él fuera (a Colombia)”, explicó Holguín a medios locales. “(Francisco) dijo que sí, que lo iba a mirar y que haría todo lo posible”.

El presidente paraguayo Federico Franco le regaló otro juego para tomar mate -Fernández le había regalado uno el lunes- y una imagen de la virgen de Caacupé.

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