El presidente Enrique Peña Nieto aprovechó la Plaza San Pedro para cabildear su agenda internacional y para pedirle al Papa Francisco trabajar de la mano en seguridad y pobreza.
Su contacto con algunos jefes de Estado en la ceremonia de entronización del Pontífice fue más allá de un simple saludo.
Con ellos apuntaló temas de sus prioridades diplomáticas, enmarcadas en la intención, anunciada hace unos días, de reposicionar a México en el escenario global.
Frente al Papa, Peña Nieto le pidió trabajar de la mano en diferentes rubros, e incluso, le aseguró que entre ambos planes existe una “gran coincidencia”.
Con el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, confió en una pronta reforma migratoria; con la presidenta de Brasil Dilma Rousseff, celebró la cancelación de visas entre ambos países; y con su homólogo de Chile, Sebastián Piñera, habló sobre los avances de la Alianza Pacífico.
Mientras que con la representación cubana el tema fue la aceptación del nuevo Embajador Juan José Bremer; con el mandatario de Panamá, Ricardo Martinelli, acordó reprogramar un encuentro para fortalecer los lazos con Latinoamérica; y con las autoridades de diversos países de Europa pactó visitas de Estado en los próximos meses para firmar acuerdos económicos.

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