A pesar de que Guanajuato es el segundo estado del País que más remesas percibe, en los últimos 6 años recibió 10.5% menos recursos de sus migrantes, según datos del Banco de México.
Esta situación ha afectado a los guanajuatenses cuyo único ingreso es el dinero que sus familiares les mandan del “Norte”, debido a que entre 2007 y 2012 las remesas en Guanajuato cayeron de 2 mil 389 millones de dólares a 2 mil 139 millones.
Además de la pena de no tener a su esposo en casa, María Guadalupe Aparicio Valenzuela, de 33 años, sufre porque lo que José Juan Zúñiga Zúñiga le envía ya no es suficiente para el mantenimiento de su hogar y de sus hijos.
Cada 22 días, María Guadalupe recibe 2 mil 500 pesos del trabajo de su esposo en la pizca de aguacate.
“Manda muy poquito, casi nada más para estar comiendo”, lamentó la señora.
Luego de un año dos meses que tiene a su esposo en el “Norte”, recibe lo mismo.
“Él me dice que tiene que pagar comida, renta, lavandería y sin trabajo cómo”.
Sin embargo, destacó que hace tres años su esposo ya había trabajado en el mismo oficio en Estados Unidos y recibía mayores ingresos.
“Antes me mandaba 5 mil, hasta 6 mil pesos cada 15 días y ahora en vez de subir, bajó”.
Ante esto, María tuvo que comenzar a trabajar, además de cuidar a sus tres hijos.
“Hago costuritas desde que se fue y de ahí me apoyo porque es muy poquito lo que él me manda, uno tiene que sacar la comida, el vestido”.
“Yo a él se lo he dicho desde que se fue, que para mí México, porque allá descuida a sus hijos, a su familia, son descuidos, aquí se dedica a la albañilería y además le digo para qué te vas a pagar allá renta, comida”, lamentó.
Otras historias
Luego de lo difícil que fue para Juan Zúñiga Fernández, de 74 años, cruzar la frontera, desde hace nueve que regresó a Guanajuato decidió no volver a irse a Estados Unidos debido a que durante más de dos meses no tuvo ninguna oportunidad de trabajo.
“Dije no, mientras que viva no vuelvo a venir”, expresó, luego de la angustia que vivió en Texas por no tener un trabajo que le generara ingresos para enviarlos a su familia, que vive en Duarte.
Destacó que la primera vez que se fue de “mojado” fue muy diferente a su última experiencia.
“La primera vez había mucho trabajo, como para 1981 ó 1983, pasábamos de mojados, llegábamos a las 12 de la noche allá a la casa de los que nos recibían y al otro día, órale ponte a trabajar (en el campo)”.
Otro caso es el de Flor Hernández Esparza, de 28 años, quien desde hace un año que su esposo partió de Duarte a Los Ángeles, tiene que solventar sus gastos y los de sus tres hijos con dos mil o dos mil 200 pesos al mes.
Desde que llegó a California, su esposo comenzó a trabajar en el campo, pero debido a la cantidad de migrantes que hay en la zona, es difícil encontrar un empleo bien remunerado.
“Sí quisiera regresar (su esposo) pero pues fue muy difícil pasar y dice que va a aguantar lo que tenga que aguantar antes de venirse, espera pues que ya luego le vaya mejor”.
Los dos hijos de María del Refugio Tavares Juache se fueron a Estados Unidos hace cinco años, pero debido a la crisis y la falta de empleo, sólo uno de ellos, que aún es soltero, le envía cada mes mil pesos.
“Pues me mandan muy poco porque dicen que casi no hay trabajo, uno de ellos pues ya se hace cargo de su familia, el otro es el que de vez en cuando me manda un dinerito, pero con eso no alcanzo, estoy muy mala del corazón, el Gobierno me ayuda”.

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