El Papa Francisco encomió la “amistad de tantos hermanos musulmanes” durante la procesión del Viernes Santo que reproduce el camino de Jesús hacia la crucifixión y que este año estuvo dedicada a las penurias de los cristianos en el Medio Oriente.
Francisco encabezó por primera vez en su papado el recorrido nocturno del Viacrucis en el Coliseo de Roma, uno de los rituales más dramáticos de la Semana Santa, en que los católicos conmemoran la muerte y resurrección de Cristo. Con el camino iluminado por antorchas, los feligreses llevaron una cruz por las estaciones del recorrido, en las que con meditaciones y oraciones recordaron los últimos momentos de la vida de Jesús.
Este año, los pensamientos leídos en la ceremonia fueron compuestos por jóvenes feligreses del Líbano. Muchas de las oraciones mencionaron el sufrimiento de los cristianos en el Medio Oriente e incluyeron llamados a terminar con el “fundamentalismo violento”, el terrorismo, y las “guerras y la violencia que en nuestros días devastan países en el Medio Oriente”.
El Papa Francisco, quien hace apenas unas semanas era el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio antes de iniciar su pontificado, decidió, en cambio, enfatizar las relaciones positivas de los cristianos con los musulmanes en la región, en una breve declaración al final de la ceremonia.
También recordó la visita que su predecesor, Benedicto XVI, hizo al Líbano en 2012 cuando “vimos la belleza, el fuerte lazo de comunión que une a los cristianos en esa tierra y la belleza de nuestros hermanos y hermanas musulmanes y tantos otros”, expresó. “Esta ocasión fue una señal para el Medio Oriente y para el mundo entero: una señal de esperanza”.
Antes de erigirse en el nuevo sucesor de Pedro, Francisco cultivó largas y cálidas relaciones con los dirigentes musulmanes en Argentina.
Al concluir el Viacrucis, y antes de dar su bendición a los asistentes, el Papa pronunció un breve discurso. “No quiero añadir muchas palabras. En esta noche debe permanecer sólo una palabra, que es la cruz misma”, dijo Francisco. “La cruz de Jesús es la palabra con la que Dios ha respondido al mal del mundo. A veces nos parece que Dios no responde al mal, que permanece en silencio. En realidad Dios ha hablado, ha respondido, y su respuesta es la cruz de Cristo: una palabra que es amor, misericordia, perdón. Y también juicio: Dios nos juzga amándonos. Si acojo su amor estoy salvado, si lo rechazo me condeno, no por él, sino por mí mismo, porque Dios no condena, Él sólo ama y salva”, aseguró.
El Papa ha destacado que la palabra de la cruz es también la respuesta de los cristianos deben dar al mal que ven a su alrededor. “Los cristianos deben responder al mal con el bien, tomando sobre sí la cruz, como Jesús”, ha subrayado el Papa. Posteriormente Francisco ha impartido la bendición a los presentes. A pesar de la solemnidad de la ocasión cientos de personas han vitoreado al Papa al grito de “¡Viva Franciso!”.
Las meditaciones que han acompañado este primer Viacrucis del Papa Francisco han corrido a cargo de un grupo de jóvenes libaneses, a quien Benedicto XVI les encargó que las escribieran durante su viaje en septiembre al Líbano. “Les agradecemos de corazón este servicio y sobre todo el testimonio que nos dan. Lo hemos visto cuando el Papa Benedicto fue al Líbano: hemos visto la belleza y la fuerza de la comunión de los cristianos de aquella Tierra y de la amistad de tantos hermanos musulmanes y muchos otros. Ha sido un signo para Oriente Medio y para el mundo entero: un signo de esperanza”, ha concluido Francisco.
Hace oración postrado en el suelo
El Papa Francisco preside en la Basílica de San Pedro la Pasión de Cristo, la primera de su pontificado, que ha comenzado orando durante varios minutos tendido en el suelo.
Miles de personas, entre ellas el Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, asistieron en el templo vaticano al rito del Viernes Santo, único día del año que no se oficia misa.
La Liturgia del Viernes Santo es la única del año en la que no hay consagración, pero sí comunión. Durante la misma se han leído todos los pasos del Evangelio. Una cruz cubierta con una tela roja ha presidido la ceremonia, ante la que Francisco se tendió en el suelo y oró durante unos minutos.
Francisco se ha trasladado después al Coliseo de Roma para presidir el Viacrucis en el lugar que simboliza el sufrimiento de los primeros cristianos.
La Pasión de Cristo se ha cantado por tres diáconos, con la ayuda del Coro de la Capilla Sixtina. El sillón del Papa fue colocado frente a la imagen de San Pedro, a pocos metros del Altar Mayor. El Papa ha sido ayudado por los cardenales Kurt Koch y Giovanni Lajolo. El templo estuvo apenas iluminado, para simbolizar el clima de penitencia de la celebración.