Desairados quedaron los cerca de 300 aficionados al América que con bombo y platillo quisieron recibir al equipo de sus amores en su arribo al hotel de concentración en León.
Los hinchas sólo obtuvieron un tímido saludo del jugador sensación, el delantero Diego Reyes, que apenas asomó una cortesía en el lobby del hotel.
Primero en el Aeropuerto Internacional de Guanajuato y después en el hotel de concentración en la zona dorada de la ciudad, los jugadores y cuerpo técnico del América transitaron en silencio, se escabulleron por accesos poco conocidos y cuales “divos” evitaron el contacto directo con su afición radicada en la ciudad de León.
El Aeropuerto Internacional del Bajío presentó a poco más de medio centenar de seguidores a las Águilas, quienes con tambor, matraca y mantas aguardaban la llegada de sus ídolos, sin embargo, en cuanto los jugadores del ave aterrizaron, un camión entró por ellos para evadir todo contacto fuera de la instalación.
Después de ser escoltados hasta las instalaciones del hotel Hotsson, los americanistas entraron por el acceso de Prolongación Calzada y uno a uno desfilaron a sus habitaciones.
La gente que aguardaba por la puerta principal y que enmarcaba unas 350 estampas de ilusión por ver a los suyos, se dio cuenta y sin tener mucha visibilidad del arribo de su equipo cantaron sin repudio el “vamos, vamos, América, que mañana tenemos que ganar”.
Una mano del delantero Diego Reyes asomó entre los pasillos del hotel a la vista de los hinchas. Se prendió la afición y con más pulmón alentó a los suyos para asegurar lo que presumía en una de sus mantas, que alegaba “León no es verde”.
Instantes después la seguridad del hotel Hotsson corrió literalmente a los aficionados que uno a uno salieron del recinto y otros tantos aguardaron con ilusión la foto, el autógrafo o un simple gesto de un azulcrema, mismo que nunca llegó.
Llegan por otro cielo
Contrariados quedaron aficionados Águilas en la fallida recepción al América en hotel de concentración