La Fórmula Uno regresa esta semana a Bahrein, donde la principal categoría del automovilismo insiste en competir a pesar de una larga y violenta crisis política.
El Gran Premio de Bahrein de 2013 ha llamado menos la atención que el año pasado, cuando el jefe de la F1 Bernie Ecclestone decidió a última hora realizar la carrera a pesar de los reclamos de grupos defensores de los derechos humanos.
Sin embargo, las críticas arreciaron en la última semana, después que explosiones provocaron preocupación sobre la seguridad y un informe del grupo Human Rights Watch acusó a las autoridades de detener a activistas que viven cerca de la pista para “silenciar” a los opositores antes de la carrera del domingo.
“La carrera se va a realizar, y nuestra postura es simplemente denunciarla como lo que es. Es un evento político, que servirá para tapar violaciones serias de los derechos humanos”, dijo Nicholas McGeehan, un investigador de Human Rights Watch en el Golfo Pérsico.
Los organizadores quisieran que la atención estuviese sobre la pista, donde continúa otra temporada bastante reñida después que Fernando Alonso (Ferrari) ganó el Gran Premio de China.
Gran parte de la atención deportiva estará sobre Alonso, quien frenó una sequía de 12 carreras sin ganar el fin de semana pasado en Shanghái, y busca confirmar que Ferrari puede competir de tú a tú con el tricampeón mundial Sebastian Vettel.
Ecclestone, al igual que en año anteriores, ha insistido que el circuito es seguro y que la carrera se realizará. Los organizadores de la F1 dicen que la carrera es crucial para la economía de la nación.
Ecclestone dijo que habló con ambas partes el año pasado y que está dispuesto a reunirse con representantes de los manifestantes y las autoridades.
Indicó que sabe que la gente utilizará el principal evento deportivo del país para promocionar sus causas, pero dijo que la carrera en realidad tiene que ser reconocida como un evento positivo.
Hay que ver cuántos fanáticos visitarán Bahrein para ver la carrera, en medio de estrictas medidas de seguridad y la expectativa de enfrentamientos diarios entre las autoridades suníes y la mayoría chiita que pide mayor poder político.
Las autoridades dijeron esta semana que aumentarán las medidas de seguridad, después de la explosión de un tanque de gas que incendió un vehículo en el distrito financiero. Los ataques no dejaron víctimas, pero mandaron un mensaje sobre posibles actos de violencia antes de la carrera.
Las fuerzas de seguridad lanzaron gases lacrimógenos el martes en una escuela secundaria para dispersar una manifestación de estudiantes que protestaban por la detención de un compañero.