Una vez concluida la caza al hombre, que movilizó a más de nueve mil agentes del orden, y con el cadáver en la morgue del otro sospechoso de haber inoculado el horror en la ciudad con la colocación de dos bombas de fabricación casera durante el Maratón de Boston, se abre la fase que debe responder a por qué Tamerlan y Dzhokhar Tsarnaev, 26 y 19 años, decidieron dar la espalda a la razón y a la sociedad que los acogió y transformarse en terroristas.
La incógnita de si alguien ayudó a los dos hermanos parecía despejarse ayer cuando el jefe de la Policía de Watertown decía que todo apuntaba a que actuaron solos. En su poder tenían seis bombas y varios rifles y escopetas.
Envueltas en una explosión de júbilo que resultaba todavía más liberador tras un largo viernes vivido bajo el cerrojazo que se impuso a la ciudad, las autoridades se congratulaban en rueda de prensa de que el pequeño de los Tsarnaev hubiera sido capturado vivo -aunque su estado de salud es considerado “serio” por los médicos debido a diversas heridas- porque así podría responder a muchas cuestiones.
A Tsarnaev no se le leyeron en la noche del viernes sus derechos al ser detenido -como obliga la ley y se conoce por derechos Miranda, aquello de guardar silencio o de lo contrario puede ser usado en tu contra, etc.
Según explicaba una fuente del Departamento de Justicia, la fiscal invocó la excepción de “seguridad pública” para obviar Miranda y así poder interrogar al sospechoso a fondo sobre si existen otros explosivos en otra parte de la ciudad o hubo cómplices en su plan.
Al conocerse la procedencia rusa de los sospechosos, con fuertes lazos con la zona del Cáucaso sur cercana a Chechenia, saltaron todas las alarmas y se recurrió al islamismo yihadista como explicación de lo sucedido, tesis a la que ayudó el dato de que el mayor de los Tsarnaev había estado el año pasado más de seis meses en Rusia.
Quienes conocían a Tamerlan hablaban de sus profundas convicciones religiosas y su reciente radicalización ideológica, pero también decían que el crimen cometido no cuadraba con los recuerdos que tenían de los hermanos.
Mary Ellen O’Toole, antigua analista de conducta del FBI, aportaba la tesis de que el hermano mayor hubiera manipulado al pequeño pero sin motivo ideológico concreto, sencillamente porque estaba enfadado con el mundo ya que su vida no se había desarrollado como planificó. “No le inspiró nada más que ira”, dijo O’Toole.
El presidente Barack Obama ponía el foco sobre lo mismo en su comparecencia en la Casa Blanca tras saberse la captura de Dzhokhar Tsarnaev. “Evidentemente quedan muchas cuestiones sin respuesta”, dijo. “¿Por qué hombres jóvenes que crecen y estudian aquí y son parte de su comunidad y nuestro País (el pequeño se nacionalizaba norteamericano el año pasado) recurren a semejante violencia?” “¿Cómo planificaron y llevaron a cabo los ataques? ¿Recibieron ayuda?”
La captura de Dzhokhar ponía fin a una larga semana que se iniciaba el lunes en Boston con tres muertos y más de 170 heridos en el ataque contra el maratón y se cerraba el viernes con otro brote de violencia que dejó muerto a un policía -otro está en estado crítico- y a uno de los sospechosos.
La noche del jueves concluía entre decenas de ráfagas de disparos. Bajo ese fuego cayó el agente del MIT Sean Collier, 26 años. Ya en la madrugada del viernes, los hermanos iniciaron una frenética huida en la que causó baja el mayor de los Tsarnaev.
Tras un intercambio de tiros, el cuerpo malherido de Tamerlan yacía en la carretera. En un giro cruel, el hermano pequeño arrollaba al mayor en su veloz huida en un coche que previamente habían robado. Tamerlan era declarado cadáver al llegar al hospital. La madrugada sólo acababa de comenzar.
Lo que siguió fue un desarrollo propio de un guión de Hollywood -lo decían los vecinos de Watertown, “es como ver una película por la ventana”- que movilizó todos los recursos policiales disponibles y selló la ciudad de Boston, paralizando la vida de cerca de un millón de personas que no tuvieron ni Metro, ni autobuses, ni tren ni tan siquiera taxis.
Las universidades -la prestigiosa Harvard- echaban el cierre y los comercios tuvieron su peor día en décadas. Se calcula que la ciudad perdió 333 millones de dólares y gastó casi mil en el brutal dispositivo de seguridad y la paralela caza y captura.
Cuando Alcalde, Gobernador, jefe de Policía y agente especial del FBI al frente del caso bajaban la mirada e informaban a la prensa al caer la noche del viernes de que se levantaba el cerco y que no tenían buena nueva que contar -“no le tenemos pero le tendremos”-, un vecino de Watertown dio un giro inesperado a la historia.
La Primavera ya había llegado y era hora de comprobar el estado del barco que había pasado varado en secano el largo Invierno en el jardín trasero de la casa del número 67 de la calle Franklin.
Al aproximarse, vio una mancha de sangre en el suelo. Al acercarse un poco más, observó que las cuerdas que amarraban la lona que cubría el bote habían sido cortadas. Y aún así se arrimó más, para ver en el interior un cuerpo cubierto de sangre.
De vuelta a Watertown volvieron las tanquetas, los equipos de artificieros, los helicópteros, la Policía y el FBI. Tras un rato -breve o eterno, depende de qué papel se tuviera en la escena-, la Policía capturaba vivo a Dzhokhar Tsarnaev, que fue escoltado esposado hasta una ambulancia que lo trasladó al hospital donde se le leerían los cargos de los que se le acusa. La gente celebraba el ¿feliz? final.

Pide Obama no adelantar conclusiones

El presidente Barack Obama prometió encontrar respuestas sobre los móviles del atentado en el Maratón de Boston, al tiempo que reconoció que la captura del segundo sospechoso puso fin a cinco días muy difíciles para la Casa Blanca y la Nación.
Dijo que hay muchas interrogantes sin contestar sobre el atentado, como si los hermanos Tsarnaev -originarios de la etnia chechena del sur de Rusia, que llevaban cerca de un decenio en Estados Unidos y que vivían en la región de Boston- habían recibido asistencia de otras personas.
El Presidente exhortó a la población a no apresurarse a sacar conclusiones sobre los motivos de los sospechosos.
Tanto Obama como los republicanos utilizaron su alocución semanal para ensalzar el valor demostrado por los estadounidenses tras el ataque.
“El mundo ha presenciado una verdad incontestable y rotunda: los estadounidenses se niegan a ser aterrorizados”, indicó Obama en su discurso semanal por radio y la internet difundido ayer.
“A la postre, es lo que recordaremos de esta semana. Es lo que perdurará. Historias de heroísmo y compasión, determinación y resistencia, generosidad y amor”.

Lucha por su vida

El centro médico Beth Israel de Boston tenía ayer guardadas sus entradas de forma extraordinaria, con policías custodiando las puertas de acceso y salida.
En su interior yacía el cadáver de Tamerlan Tsarnaev, 26 años, quien murió de sus heridas al llegar al hospital en la madrugada del viernes. Pero la presencia policial no se debía al mayor de los dos hermanos.
En una sala sin especificar se encuentra luchando por su vida el joven Dzhokhar, 19 años, quien paralizó la existencia de cientos de miles de vidas el viernes durante un operativo policial sin precedentes.
Según un portavoz del centro médico, Dzhokhar Tsarnaev estaba vivo pero el FBI había solicitado que no se diera ninguna actualización sobre su condición médica.
Como prueban varias instantáneas recogidas por las agencias de prensa en la tarde del viernes, el ahora paciente -antes fugitivo- tenía la cabeza cubierta de sangre en el momento de su detención tras emerger del bote en el que se había refugiado exhausto y malherido.
El dueño de la embarcación dijo entonces que se le veía muy débil y que había perdido sangre, que no hubiera podido resistir mucho más.
Los investigadores esperan que el joven sobreviva para poder obtener la información que necesitan para entender lo sucedido.

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