En un destello de buenas noticias luego de la tragedia de la semana pasada, las más de 180 personas heridas en las explosiones registradas en el Maratón de Boston que llegaron con vida al hospital casi seguramente van a sobrevivir.
Eso incluye a personas que llegaron con piernas conectadas apenas por un pedazo de piel, un niño de tres años con una herida en la cabeza y hemorragia en el cerebro, y una niñita con el cuerpo acribillado con clavos. Incluso el policía de tránsito que estuvo a punto de morir luego de un tiroteo con los sospechosos parece estarse recuperando.
“Lo que siento es gozo”, dijo el doctor George Velmahos, jefe de cirugía de trauma en el Hospital General de Massachusetts, respecto a las 31 víctimas de las explosiones llevadas a su nosocomio. “Quienquiera que llegó con vida, sigue con vida”.
Tres personas murieron en las explosiones, pero en la escena, antes que los hospitales tuvieran siquiera la oportunidad de salvarlas. Un policía del Instituto Tecnológico de Massachusetts que fue baleado por los sospechosos el jueves, fue declarado muerto al llegar al Massachusetts General.
La única persona en llegar con vida a un hospital y morir fue uno de los sospechosos: Tamerlan Tsarnaev, de 26 años.
Pero la extraordinaria supervivencia de todos los otros heridos una semana después es prueba de una atención inmediata en la escena, en camino a los hospitales y en las salas de operación. Todo el mundo contribuyó, desde médicos, enfermeras y paramédicos, hasta transeúntes que usaron sus cinturones para torniquetes y contuvieron hemorragias con las manos.

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