Miguel Castro Galván, de 54 años, se coloca su sombrero de paja y las ganas de trabajar todos los días, desde las 8 de la mañana y hasta que se empiece a ocultar el sol, en uno de los centros de acopio de material reciclable que hay en Irapuato.
En el municipio son 120 centros donde se reúne la “basura ecológica” de las calles de la ciudad, y que los trabajadores de estos lugares, de 2 a 5, aprovechan para vender, revender y ofrecer como medio de vida.
Castro Galván recuerda, mientras acomoda el nuevo material que llegó a su negocio, ubicado en Las Eras, cómo inició en esto de la recolección, cuando después de un accidente, perdió la mitad de la mano izquierda y su pierna derecha.
“Estoy discapacitado y por mi edad ya es muy complicado que me den algún otro trabajo, esta es mi manera de subsistir, aparte de que son 4 personas las que dependen de mí, mis hijos trabajan conmigo un rato, pero con el sueldo de ahora, ya no alcanza para nada”, compartió.
La venta de fierro viejo en los mercados de la ciudad fue la primera actividad que lo llevó a hacer carrera en este nuevo oficio, con el que se mantiene día a día, comprando entre 2 mil y 2 mil 500 pesos de material para abastecer su negocio.
“Es muy complicado para nosotros poder mantenernos, a lo mejor no todos están en mis condiciones pero todos tienen la necesidad de trabajo, empecé a comprar fierros viejos para revender en estos mismos negocios, conozco el ramo y no hubo manera de trabajar en otro lado, más que en esto”, confesó.
El terreno de la colonia Las Eras, no le pertenece a Don Miguel, sino a su hermano, que desde el accidente en su anterior trabajo en donde daba mantenimiento a jardines, lo dejó acondicionarlo como un punto de acopio de basura ecológica.
“Lo que nos pide el Gobierno Municipal es que estemos de acuerdo a las reglas que ellos ponen, nos dicen que tenemos que hacer la barda, que tenemos que estar en otros lugares donde no estemos cerca de la ciudadanía, es muy fácil pedir esas cosas pero no se fijan en que de esto es de lo que nos mantenemos, con lo que comemos y vivimos, con lo que vive nuestra familia (…) nos exigen que tengamos limpio, que tengamos ordenado, pero este es un trabajo sucio”, señaló.
Don Miguel es de los cerca de 150 manifestantes que se presentaron en la Presidencia de Irapuato el 23 de abril, para pedir mayor tolerancia para la colocación y trabajo de estos centros, que se muestren más flexibles las autoridades del municipio, sobre todo de Ordenamiento Territorial.
“Para sacar el permiso te piden muchos papeles, y es mucho gasto el que se tiene que hacer, tan siquiera en ir hasta donde sacas los papeles, yo ya en dos ocasiones he pedido el uso de suelo, a pesar de que no es mi terreno y mi hermano me prestó las escrituras, pero me han echado para atrás el trámite, y no se vale, a dónde quieren que me mueva”, comentó.
El negocio de Castro Galván, es ya un lugar donde varios de los vecinos y conocidos, sabe que puede encontrar cualquier tipo de material, como tornillos, llantas, ruedas de bicicleta, botellas de plástico y cartón.
La reubicación o mejora de sus lugares de trabajo es una petición que muchos de los recolectores no podrán realizar, aunque tengan que dejar a un lado este trabajo que les ha dejado ganancias para lo básico.
“No tenemos dónde reubicarnos, si ellos nos los proporcionan nos vamos, pero no podemos pagar renta, muchos están en esa situación y no pueden hacer ese tipo de inversiones (…) De lo que vendo aquí es el fierro, es lo que a mí me deja un poquito de dinero, 7 pesos por kilo más o menos, porque todo lo demás me deja centavos y no más, el cartón me gano 20 centavos por kilo y del fierro 30 centavos”, terminó.
Mientras don Miguel acomoda el nuevo material, uno de sus hijos lo ayuda a bajar lo demás, estructuras de fierro, también llega un hombre a dejar el material de lo que parecía ser una estructura completa de fierro.
Ricardo Paredes López, obrero de 54 años, llegó a buscar una lámina para poder tapar un cuarto que tiene en casa, con don Miguel, donde le parece más barato y que hay mucha variedad de material reciclado, mucho más económico que en las grandes tiendas.
“Está mal que quieran quitar este tipo de lugares, que no los dejen vender, porque ellos se mantienen de esto, de eso viven, y también es una opción que tenemos los compradores de tener lo que necesitamos más barato, luego ocupamos alguna laminita y en las tiendas grandes están caras, aquí nos la llevamos a lo que cueste por kilo, no andamos pagando más de 100 pesos”, comentó.
Junto a Ricardo, el señor Ramón Arévalo Duarte, obrero de 55 años, opinó que estos lugares no deben cerrarse, sobre todo porque son el sustento de muchas familias, tanto de los dueños como los pepenadores.
Vive de limpiar Irapuato
La falta de oportunidades para trabajar debido a una discapacidad que padece, lo orilló a esta labor.