La reina Beatriz abdicó oficialmente el martes a favor de su hijo mayor, Guillermo Alejandro, el primer rey de Holanda en más de 100 años, en un acto de significado especial para América Latina, pues la princesa Máxima, nacida en Argentina, es ahora una reina europea.
Guillermo Alejandro tomó la mano de su madre, visiblemente emocionado después de que ambos firmaron el documento de abdicación, después de un reinado de 33 años marcado en los últimos años por disturbios sociales y tragedias personales.
El nuevo monarca asume cuando el desempleo aumenta en esta economía tradicionalmente firme. Las cifras de la Unión Europea indican el martes que el desempleo holandés sigue subiendo al 6,4 %, todavía muy por debajo del promedio de la UE del 10,9 %, pero mayor de lo que ha sido durante años en Holanda.
Beatriz pareció al borde de las lágrimas cuando se asomó a un balcón, decorado con tulipanes rosas y naranja, frente a unas 10.000 personas. “Estoy feliz y agradecida de presentarles a su nuevo rey, Guillermo Alejandro”, dijo a la entusiasta multitud, que le cantó “Bea Bedankt” (“Gracias Bea”).
“Querida madre”, le dijo el flamante monarca. “Hoy dejas el trono. Treinta y tres años emotivos e inspiradores. Te estamos profundamente agradecidos”.
La muy querida Beatriz terminó así su reinado de 33 años en una ceremonia de televisada a nivel nacional desde el Palacio Real, en el centro de Ámsterdam, mientras miles de personas vestidas de naranja vitoreaban en las calles.
Con su abdicación, la antigua reina ahora será conocida como la princesa Beatriz. Su hijo ascendió al trono como el primer rey holandés en más de un siglo, pues Guillermo III murió en 1890.
El nuevo rey tiene 46 años de edad y es padre de tres hijos. Su popular esposa es ahora la reina Máxima. La hija mayor de ambos, Catalina Amelia, es ahora la princesa de Orange y la primera en la línea de sucesión.
En el mar de naranja que dominaba la plaza frente al palacio sobresalía una bandera argentina celeste y blanca con la leyenda en holandés: “Holanda agradece y tiene fe en Máxima”.
Guillermo Alejandro se ha comprometido a ser un rey del siglo XXI y cercano a sus casi 17 millones de súbditos, y no un “protocolo fetichista” que no va a insistir en que la gente y los medios se refieran a él como “Su Majestad”.
Una encuesta divulgada el lunes por la televisora nacional NOS indicaba que la popularidad de Guillermo Alejandro se ha disparado en el camino a su ascenso, especialmente por su forma de conducirse, relajado y con aplomo, en una entrevista que fue televisada a todo el país este mes.
Dijo que no sigue totalmente el protocolo y que cree que “incluso el mayor símbolo de una monarquía ceremonial, como cortar moños inaugurales, puede tener mucho significado”. Agregó que por su selección de actos e inauguraciones a los cuales asistirá se podrán entender las cosas que cree son importantes para Holanda.
Agregó que considera que la función de la monarquía es vivir como un símbolo viviente de la unidad de la nación.
Beatriz anunció su intención de abdicar en enero. El lunes, en su discurso final antes de abdicar al trono, la reina instó a su pueblo a apoyar a su hijo.
Beatriz, de 75 años, recibió el lunes a representantes reales de todo el mundo para una cena en el recientemente remodelado museo nacional, el Rijksmuseum. Los invitados cenaron frente la obra maestra de Rembrandt van Rijn “La ronda de la noche”.
Quizá la muestra más contundente de la capacidad de Beatriz es que desde que asumió la corona en 1980, la Casa de Orange se ha salvado casi por completo de los escándalos, algo que pocas familias reales europeas pueden presumir.
Els Nederstigt, una mujer de 38 años, dijo que se levantó a las 5.30 de la mañana para apostarse frente al palacio real luciendo un sombrero naranja.
“Es un momento especial. Yo era una niña muy pequeña cuando Beatriz subió al trono, y por eso este es el primer cambio de monarquía que puedo experimentar”, comentó. “Estuvimos aquí cuando Guillermo Alejandro y Máxima se casaron”.
Algunos expertos consideran que Beatriz permaneció en el trono por tanto tiempo en parte por la agitación en la sociedad holandesa, pues el país tenía problemas para asimilar el número creciente de inmigrantes, en su mayoría musulmanes del norte de África, al tiempo que se alejaba de su reputación como uno de los países más tolerantes del mundo.
Las pérdidas recientes en su vida aumentaron la simpatía hacia ella entre la población.
Su esposo, el príncipe Claus, murió en 2002 y el año pasado su hijo menor, el príncipe Friso, quedó atrapado por una avalancha cuando esquiaba, lo cual le causó graves daños cerebrales y lo dejó en un estado casi comatoso.
Las calles de Ámsterdam se han llenado de color naranja en honor a la casa real Orange-Nassau. En el centro histórico de la ciudad había vendedores con camisetas naranjas, sombreros y estolas de pluma. Los tranvías estaban decorados con banderas naranjas y banderas holandesas, al igual que muchos de los botes que pasaban por los antiguos canales de la ciudad.
El espacio aéreo sobre Ámsterdam se cerró el lunes y permanecerá así por tres días. La policía holandesa ha inspeccionado la plaza Dam en busca de explosivos con la ayuda de agentes alemanes con perros entrenados.
Los invitados reales de 18 países llegaron el lunes y el tráfico de la ciudad se vio constantemente interrumpido por limosinas con ventanillas obscuras y sus escoltas.
Entre los invitados destacaban el príncipe Carlos de Gran Bretaña y su esposa Camilla, el príncipe Felipe y la princesa Letizia de España, así como el príncipe heredero de Japón Naruhito y la princesa Masako. Carlos también estuvo presente cuando Beatriz fue coronada en 1980.

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