En Temacapulín los habitantes aclaman a la justicia divina para que su poblado no quede bajo las aguas de la presa El Zapotillo.
En lo alto del cerro de La Cruz, se puede apreciar un letrero que señala que este mágico pueblo se fundó en el Siglo VI.
Los habitantes de la región de los Altos acuden al balneario de “La Peñita”, que cuenta con un manantial de aguas termales, que según dicen tiene propiedades curativas.
“Aquí nos hemos bañado desde niños. Por generaciones. Es mejor que el agua de Tlacote y ahora quieren acabar con él”, dice Ema Juárez, que es de los pocos pobladores que aún quedan.
A las 12 del mediodía parece un pueblo fantasma, como esos del Viejo Oeste.
Sólo la Parroquia de Nuestra Señora de los Remedios permanece con las puertas abiertas.
Por momentos el silencio es sepulcral. No hay ni perros en la calle. Difícil ver un carro circulando y cuando esto sucede los vecinos salen de sus casas.
Es un pueblo que se asemeja a las historias contadas por Juan Rulfo en “El Llano en Llamas”.
A unos 300 metros de la parroquia, se encuentra en la cima del cerro el viejo cementerio, donde están enterrados los fundadores del pueblo.
Ante la presencia de nueve diputados, Teodora Carvaja, ama de casa, reclama que ya no cuenten con profesores de kínder y primaria. En el kínder hay sólo 12 pequeños y en primaria apenas 16.
El pueblo tiene su encanto, sus calles empedradas, un kiosko en lo que es el jardín principal, y un pequeño hotel.
El médico del pueblo, Arturo Glissón, señaló que pudieron comprobar que hay deficiencias y que lo que el dotar agua a León es un abuso que se está haciendo con Jalisco.

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