El hombre acusado de mantener cautivas a tres mujeres durante una década aterrorizaba a la madre de sus hijos encerrándola, golpeándola y torturándola psicológicamente antes de que su relación se desintegrase, dijeron los familiares de la mujer.
Varios familiares de Grimilda Figueroa, que abandonó a Ariel Castro hace años y murió en 2012 después de una prolongada enfermedad, trazaron un retrato aterrador sobre la vida con Castro mientras las autoridades hacían públicos los detalles de los abusos sufridos por las otras mujeres cautivas.
En una entrevista con The Associated Press el jueves, los familiares describieron a Castro como “un monstruo” que abusaba de su esposa y encerraba a su familia dentro de la casa. La revelación contrasta con las versiones de algunos familiares de Castro y un vecino, que consideraban al ex conductor de un autobús escolar como un hombre feliz y respetuoso.
Los familiares de Figueroa dijeron que Castro la golpeaba salvajemente, la arrojó desde la parte superior de unas escaleras, le fracturó la nariz y le dislocó un hombro, entre otras lesiones. Su hermana, Elida Caraballo, dijo que Castro una vez empujó a su mujer dentro de una caja de cartón y cerró las tapas.
“Le dijo: ‘¡Te quedas allí hasta que yo te diga!”’, recordó la hermana, que lloraba al recordar el tormento. “Allí fue cuando me asusté y corrí escaleras abajo a buscar a mis padres”.
Castro, para asustar a su esposa, mantenía un maniquí al que había colocado una peluca oscura y algunas veces conducía por el vecindario con él, dijeron los parientes.
“Me amenazó muchas veces con él”, dijo Angel Caraballo, sobrino de Castro, que solía jugar con sus primos en la casa donde años después hallaron a las mujeres cautivas.
“Me decía: ‘Si vuelves a hacerlo, te quedarás en ese cuarto solo con el maniquí”’, agregó Caraballo.
Un día, Figueroa regresaba a su casa con los brazos llenos de compras del almacén cuando Castro abrió la puerta de golpe sosteniendo al maniquí, asustándola tanto que ella cayó de espaldas y se golpeó la cabeza en el pavimento, dijo Elida Caraballo.
Los fiscales dijeron el jueves que podrían solicitar la pena de muerte para Castro después que la policía lo acusó de haber embarazado a una de sus cautivas por lo menos cinco veces y hacerla abortar matándola de hambre y dándole puñetazos en el estómago. La policía también dijo que una de las mujeres, Amanda Berry, fue obligada a dar a luz en una piscina infantil de plástico.
El fiscal del condado de Cuyahoga, Timothy McGinty, dijo que su oficina decidirá si presentará cargos por asesinato con agravantes, punible con pena de muerte, en conexión con los abortos provocados por medio de violencia.
McGinty dijo que Castro será acusado por cada acto de violencia sexual, agresión y otros delitos cometidos contra las mujeres, insinuando que los cargos podrían ascender a cientos, si no es que miles.
Castro, de 52 años, está detenido bajo fianza de ocho millones de dólares, acusado de secuestro y violación. Se le vigila ante la posibilidad de que se suicide.
“La pena capital debe reservarse para aquellos delitos que son realmente los peores ejemplos de conducta humana”, afirmó McGinty. “La realidad es que todavía tenemos delincuentes brutales que no respetan el estado de derecho ni la vida humana”.
Una muestra del ADN de Castro fue remitida el jueves a los investigadores estatales para incorporarla a una base de datos nacional y ver si lo vincula a otros delitos, dijo Lisa Peterson Hackley, vocera del fiscal general de Ohio, Mike DeWine, en un correo electrónico el viernes.
Las tres mujeres dijeron que Castro las mantenía encadenadas en el sótano pero que más adelante las dejó vivir en el segundo piso. Las tres dieron versiones similares de que fueron secuestradas después de aceptar un aventón en automóvil.
Berry, de 27 años, dijo que fue obligada a dar a luz en la piscina infantil de plástico dentro de la casa. Agregó que ninguna de las tres mujeres —ni su hijita, hoy de 6 años— vio a un médico durante su cautiverio.
Castro fue arrestado el lunes cuando Berry logró escapar de la casa y llamó a la policía. Los agentes hallaron a las otras dos cautivas.
Las tres habían desaparecido en incidentes separados entre 2002 y 2004, cuando tenían 14, 16 y 20 años.