“¿Vino Juan Ignacio?”, soltó el presidente Enrique Peña Nieto a Azul Etcheverry Aranda, hija del ex candidato priísta a la Gubernatura de Guanajuato.
“Salúdamele mucho. Dile que vamos a trabajar mucho, muy pronto”, completó el Mandatario tras conocer que Torres Landa no se encontraba en el Poliforum.
Peña Nieto, quien porta su clásica corbata roja a rayas, cumple seis meses en el poder pero sigue recibiendo el apapacho de la concurrencia en sus eventos. Ayer no fue la excepción.
Cual rockstar, el Presidente de la República entra sonriente y a paso lento al salón 8 del edificio 2. Le toma casi 20 minutos saludar de mano a la gente, en especial a las mujeres.
Aferradas a las iPads y los celulares, las manos femeninas se abalanzan para tocarle o pedirle una fotografía. El Presidente accede.
Los únicos nerviosos son los guardias del Estado Mayor Presidencial, quienes tienen que aplicar protocolos de último momento.
Las corbatas rojas están de moda en el sexenio. El color de la prenda marca no sólo la afinidad ideológica, sino hasta la distinción en la cumbre nacional de alcaldes.
El nudo de la corbata varía según la edad y la jerarquía del político que la porta. Entre el ejército de alcaldes y funcionarios municipales, los ediles priístas portan orgullosos sus corbatas rojas, como Luis Gutiérrez Márquez, de Guanajuato capital.
El celayense y panista por adopción Ismael Pérez Ordaz es institucional y usa una azul; al igual que el gobernador Miguel Márquez y el empresario transportista y diputado federal del PAN Juan Carlos Muñoz Márquez.
La corbata azul más vistosa es la de Eduardo Rivera Pérez, alcalde panista de Puebla, quien se robó los aplausos con su encendido discurso.
Pero los panistas tienen contrapeso. Ahí están el diputado federal Francisco Arroyo Vieyra, presidente del Congreso de la Unión; y los senadores, también del PRI, Gerardo Sánchez García y Miguel Ángel Chico Herrera. Los tres llevan corbatas rojas y comparten el sueño de ser gobernadores.
Tras ser moda en los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón, las corbatas azules están a la baja.
Las señoras no se quedan atrás. Ahí está el vestido rojo que usa Azul Etcheverry Aranda, la directora del DIF municipal.
O el que luce en el estrado Rocío Díaz Montoya, presidenta municipal de Tecámac, Estado de México, quien después de la anfitriona Bárbara Botello es la alcaldesa más aplaudida de la tarde.
Ni qué decir del que lleva Rosario Robles Berlanga, la polémica secretaria de Desarrollo Social y ex militante de la izquierda.
El propio Vicente Fox, quien hizo emblema de su sexenio las corbatas azules, ayer de plano las guardó. Usa una Hermès en color rosa pálido. A tono con los elogios que lanzó al presidente Peña Nieto.
El Mandatario corresponde resaltando la presencia del ex Mandatario panista en la cumbre de alcaldes.
De hecho, las sillas de Vicente Fox y su esposa, Marta Sahagún, estaban en la zona de políticos y empresarios locales. El equipo de Peña Nieto los reubicó en primera fila, frente al estrado.
Hasta a los elementos el Estado Mayor Presidencial les entró el gusto por las corbatas escarlatas. La mayoría de sus oficiales desplegados ayer en el Poliforum porta corbatas rojas.
“Ni modo, hay que ir comprando corbatas del color del sexenio”, comentó un empresario zapatero.
No tiene más alternativa. A su lado están -con sus corbatas rojas- Roberto Pesquera, tesorero municipal; José Pedroza, director de Desarrollo Institucional; y hasta Luis Andrés Álvarez Aranda, coordinador del gabinete municipal.
Son los nuevos tiempos. Los tiempos del regreso del PRI.
Corbatas rojas, corbatas azules
“¿Vino Juan Ignacio?”, soltó el presidente Enrique Peña Nieto a Azul Etcheverry Aranda, hija del ex candidato priísta a la Gubernatura de Guanajuato.