Sacar una mala calificación en la escuela, fallar en el deporte que más les gusta o enfrentar un cambio radical, como un divorcio o irse a otro colegio o a otra ciudad, pueden ser motivo para que los chiquitos se “achicopalen”.
Hablar con los niños y motivarlos para que sigan adelante en sus actividades diarias, puede ser un alivio para ellos, pero si una actitud de tristeza se presenta frecuentemente, puede ser depresión.
Germán Hernández, responsable del Servicio de Sicología Infantil de un reconocido Hospital en la Ciudad de México, explica que la depresión es un conjunto de síntomas con los que se ven afectados la emotividad, la motivación, la autoestima y suele aparecer por cambios bruscos e inesperados que en ocasiones, la persona no está preparada para poder enfrentar.
En los niños, los cambios emocionales se dan alrededor de la familia, en la escuela y en su círculo de amigos, donde viven cambios que los hacen experimentar sentimientos encontrados.
Cuando los niños se encuentran deprimidos, manifiestan cambios de conducta radicales, que llaman la atención como estar encerrado en su cuarto durante todo el día, no querer comer, no salir con sus amigos o no participar en las actividades que antes le entusiasmaban.
“De ser un niño inquieto, alegre que está platicando, que está diciendo bromas, que suele hacer travesuras, es un niño que de repente cambia su modo de actividad, por ejemplo, está pasivo, está apagado”, comenta el psicólogo.
Para detectar si el niño sufre una depresión hay que tener en cuenta la frecuencia con la que se le ve triste, pues puede que el niño llegue cansado de la escuela.
A veces la misma familia es la que le exige mucho al niño y éste acepta participar en una actividad en la que no se siente fuerte y si falla, llega a sentirse desvalorado o frustrado y sin apoyo de sus seres queridos.
“Yo creo que la familia contribuye también en mucho a ponerle metas un tanto alejadas del niño, pero luego no sabe cómo manejar la diferencia entre la realidad y los objetivos tan altos cuando esa diferencia se hace presente”, asegura el sicólogo.
Cuando se vea que los niños están tristes, no hay que esperar, hay que hablar con ellos y si existe una clara comunicación, ellos se abrirán para decir lo que sienten y qué es lo que los provoca. Si hablar no es suficiente y el niño aún permanece triste, será necesario acudir con un especialista.
Si está deprimido y no recibe ninguna atención tanto de sus padres como de un especialista, puede sentirse frustrado o poco valorado que se traducirá en inseguridad y resentimiento y que a la larga afectarán la manera en la que se comporte cuando sea adulto.
Si no reciben la debida atención, los niños pueden tomar una actitud de revancha, tener comportamientos antisociales o juntarse con otros para hacer daño a pequeños como ellos.
La comunicación y el trato con respecto hacia los menores, dirigiéndose hacia ellos como personas que piensan y que saben, ayuda a que se sientan valorados y que sean más participativos.

Dudas
Si crees que tu peque está deprimido responde las siguientes preguntas.

• ¿Le exiges demasiado o haces que participe en actividades que no le gustan?
• ¿Conoces lo que lo hace sentir triste o feliz?
• ¿Hablas con tus pequeños cuando reprueban alguna materia en la escuela o tienen alguna falla?
• ¿Le pides opinión sobre cambios que incumben al pequeño?
• ¿Tomas en cuenta los puntos de vista de tus hijos?

Síntomas de la depresión

• El niño está desganado.
• No quiere comer.
• Deja de salir con sus amigos.
• Falta a actividades extras como el deporte o clases de idiomas, música.
• No quiere asistir a la escuela.
• Se encierra en su cuarto.

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