Johannesburgo es la capital de la Provincia de Gauteng, la urbe más grande y poblada del país y la cuarta economía más importante de África. Aunque es más famosa por sus conflictos raciales que por sus intereses culturales o arquitectónicos, bien vale aprovechar el tiempo de escala, hacer caso omiso de quienes aconsejan abandonarla tan pronto como se pueda y dedicar unas cuantas horas para recorrer sus rincones que narran las raíces y los orígenes de la Sudáfrica actual.
Lo más recomendable para explorarla, es hacerlo con un guía local o a bordo de los autobuses turísticos en los que es posible subir y bajar en diversos atractivos.
Para un primer encuentro por los barrios, hay que evitar hacerlo por cuenta propia o bien, investigar sobre las zonas seguras y no salir de ellas. Johannesburgo posee una personalidad parecida a las grandes urbes del mundo: hay zonas en las que se debe extremar precauciones.
Los autobuses de City-Sightseeing Joburg regalan un panorama completo y permiten bajar en importantes puntos. Además, las explicaciones en las grabaciones brindan datos históricos interesantes y una radiografía auténtica de esta ciudad, ubicada de manera privilegiada en el área de las colinas de Witwatersrand, muy ricas en minerales, lo que la convierte en una zona comercial de oro y diamantes.
La voz femenina de la grabación comienza dando las gracias a los visitantes por darle la oportunidad a Johannesburgo de seducirlos y de mostrarles, que aunque parece no tener nada comparada con Ciudad del Cabo, este es un lugar que vive con esperanza y miras al cambio.
“Bienvenidos a la Ciudad de Oro y a este recorrido que muestra su carácter apasionado y lleno de oportunidades y esperanza.
“Este es el inicio de un romance con una ciudad que se construyó a base de sangre, sudor y oro”, se escucha en los audífonos mientras el autobús se dirige a la primera atracción. Paradas obligadas.
Johannesburgo es la ciudad de las diversas razas, culturas y lenguas, pero también de los nombres. Es llamada de cariño “Jozi, Joburg, Joni, Joeys o Igoli (que en zulú significa lugar de oro)”.
En ella conviven principalmente negros africanos, blancos, mestizos o “coloureds” y asiáticos, que hablan en su mayoría nguni, lenguas sotho, inglés y afrikáans.
La primera parada y el atractivo más importante de la ciudad es el Museo del Apartheid que expone la lucha por la libertad, encabezada por Nelson Mandela y la forma de vida durante este periodo de segregación racial que fue regulado por el Gobierno desde 1948 hasta 1992.
Con una arquitectura de hormigón diseñada por la firma Mashabane Rose como recordatorio a las condiciones carcelarias de la isla de Robben, la exposición de fotografías, videos, cines y documentos históricos brindan un recorrido por el pasado, no sólo de la ciudad, sino del país, conocido como la nación arcoíris por su fusión de razas y culturas.
Aunque el museo muestra imágenes duras sobre el pasado de las luchas raciales (por eso no se permite la entrada a menores de 11 años), también celebra la libertad y la democracia.
Después de recorrer el museo, es recomendable disfrutar de la paz del Jardín Highveld, diseñado por el famoso arquitecto paisajista Patrick Watson.
El recorrido continúa por el Mining District (Distrito Minero), en cuya calle principal se encuentran la escultura “Estampida de impalas” (donada por la familia Oppenheimer en 1960), las oficinas corporativas de las compañías mineras más grandes del mundo y el museo que describe la historia y el legado de la minería en Sudáfrica.
Aquí se pueden hacer compras de piedras preciosas y tomar algo en encantadores cafés y restaurantes localizados en la calle peatonal Hollard.
La siguiente zona, merece una parada para explorarla con confianza. El barrio de Newtown es conocido por haber sido una zona industrial que albergaba un gran mercado de productos frescos. Ahora, la mayoría de los edificios industriales han sido convertidos en recintos de arte y cultura.
Aquí se puede elegir entre muchos teatros, como el del Mercado de Jozi, y museos, como el de África. En la plaza Mary Fitzgerald se realizan conciertos.
Otro barrio que también presume su dinámica artística, cosmopolita y desenfadada es Braamfontein.
The Grove, en el corazón del barrio, es la zona universitaria, así que el ambiente joven y animado no se hace esperar, sobre todo los sábados, cuando Neighbourgoods, el mercado de comida más importante de la ciudad, se monta en el edificio de la esquina de las calles Juta (donde se encuentra el famoso puente de Nelson Mandela) y De Beer.
Cafe La Menu, Narina Trogon, Velo Gallery Cafe o Ramen son algunos de los sitios de reunión favoritos de los jóvenes.
El paseo continúa por el Centro de la ciudad. Esta zona era un territorio peligroso después de la caída del Apartheid, pero hace un par de años las poblaciones negras empiezan de a poco a recibir los beneficios de la libertad por la que lucharon durante décadas y su calidad de vida está mejorando.
Todo esto se refleja en su Centro Histórico, que después de ser la zona neurálgica del turismo y la economía de Johannesburgo, se hundió en el olvido por años y ahora parece dar muestras de vida.
El autobús turístico pasa por la Plaza Gandhi que rinde honor a quien, junto con Nelson Mandela, fue otro héroe de la liberación del Siglo XX.
Para tener un último vistazo de “Joburg” en su totalidad y desde las alturas, hay que subir al Carlton Centre, que con 223 metros (50 pisos) es el edificio más alto de toda África, desde hace 40 años.
Por 15 rands (unos 20 pesos) se puede acceder a la plataforma de observación del edificio que regala una vista de 360 grados del paisaje urbano y del campo verde en las afueras de la ciudad. Con sus distintos matices, sus diferencias culturales y sociales y sus barrios de personalidades tan dispares, “Jozi” es una ciudad que cautiva, siempre y cuando se le mire libre de prejuicios.

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