Ya que frecuentemente se abusa en el uso de los psicofármacos y por la importancia que esto tiene es vital informar y advertir sobre aspectos fundamentales de estos medicamentos. Sólo los psiquiatras u otros médicos pueden recetarlos, los psicólogos no están autorizados ni tienen los estudios para prescribirlos.
En algunas enfermedades, como la depresión severa o la esquizofrenia, los medicamentos son necesarios. En el resto de casos, es siempre el paciente quien debe decidir si los toma o no al ser informado sobre cuáles son las ventajas e inconvenientes.
La medicación es eficaz y sirve para lo que se le diseñó. Los laboratorios han creado compuestos cada vez más específicos y con menos efectos secundarios, y aunque todavía queda mucho por descubrir, los efectos secundarios reacciona de manera muy diferentes en cada persona; por ello, se deben tomar en dosis mínimas y durante el menor tiempo posible. En ningún caso un paciente por su cuenta debe modificar las dosis prescritas ni dejarlas bruscamente.
Los medicamentos pueden influir en dos maneras: Por un lado minimizan los síntomas más desagradables y permiten progresar en la mejoría más rápidamente y, por otro lado, incrementan el riesgo de que el paciente atribuya los avances al medicamento y no a al trabajo psicoterapéutico, lo que puede propiciar que abandone la terapia.
Los fármacos son útiles, pero no suficientes y no sustituyen en ningún caso la terapia psicológica. Atacan los síntomas más evidentes, pero la causa del malestar sigue allí.
¿Cuáles son los más recetados?
Los grupos de psicofármacos más recetados son los siguientes:
Ansiolíticos y sedantes. Estos son útiles para calmar la ansiedad y poder dormir; pueden crear adicción, por lo que se debe ser muy cuidadoso. Esta familia llamada de las benzodiazepinas es variada, su duración y potencia depende del compuesto.
Los efectos secundarios también son diversos, el más común es que “atontan” en diversos grados, también pueden dar problemas gástricos y mareos, aunque en general se toleran bien.
Algunos son recetados junto con antidepresivos para ser tomados durante periodos más o menos largos. Muchas personas que nunca han visto a un psiquiatra los consiguen y toman.
Si se dejan de consumir bruscamente, los síntomas pueden ser muy agudos: insomnio, mareo, vómitos ocasionales, dolor de cabeza y muchos nervios, de tal modo que si los toma no se le ocurra dejarlos sin control médico. Es peligroso, mezclarlos con alcohol ya que se potencian los efectos de ambas drogas.
Antidepresivos. No hacen ver la vida de color de rosa, pero frenan el bajón. Incluso en algunas personas tienen efectos ligeramente euforizantes ya que potencian la hipomanía, que en cierto sentido, es lo contrario de la depresión. Como efecto secundario realmente desagradable está el que disminuyen el apetito sexual y muchos de ellos tienen un efecto sedante añadido, con lo que se duerme más con sueños más largos y coloridos. No crean dependencia física, Aunque su suspensión brusca puede producir un cuadro depresivo agudo, sensación de mareo o náuseas.
Tal vez los más recetados pertenecen a la familia llamada de los receptores de serotonina, que frenan la fabricación de esa sustancia en el cerebro, y la más usada es la famosa fluoxetina.
Neurolépticos. Estos son recetados para la esquizofrenia y otras psicosis, sirven para aliviar los síntomas llamados “positivos”, es decir que por su efecto los pacientes dejan de oír voces extrañas y de tener alucinaciones. No detienen, sin embargo, los llamados síntomas negativos como el mutismo o la catatonia.
Son peligrosos ya que tienen un efecto secundario muy grave que es el de producir parkinsonismo por lo que deben combinarse con correctores. Sin embargo, son indispensables para que el paciente pueda llevar una vida normal. Tal vez el más recetado es la risperidona.
Psicoestimulantes. Son derivados de las anfetaminas y son suministrados principalmente a los niños hiperactivos. El más común es metilfenidato. Los efectos secundarios son muchos, aunque ninguno grave: mareo, sequedad de boca, insomnio, pérdida de apetito. Crean dependencia y por ello sólo se aconsejan como recurso indispensable y siempre tras una evaluación psiquiátrica cuidadosa.
Antidemenciales. Son utilizados en las demencias seniles como el Alzheimer. La eficacia de estos fármacos es limitada con muchos efectos secundarios por lo que hay que valorar muy bien su uso.
*El autor es psiquiatra y psicoanalista.
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Mujeres y hombres
En México
-Una de cada cinco personas presenta al menos un trastorno mental en la vida.
-Los trastornos afectivos y de ansiedad son más frecuentes en las mujeres.
-Los trastornos por uso de sustancias son más frecuentes en los hombres.
-La depresión es la primera causa de atención psiquiátrica.
Fuente: ENEP 2003