“Ya no le creemos al Gobierno… nada más, nos encomendamos a Dios”, dijo una de las mujeres que en 2011 quedaron solas por la pérdida de sus familiares en San Fernando, Tamaulipas, donde se encontraron más de 12 fosas con los cuerpos de migrantes.
Los cuerpos se encontraron en huecos en la tierra, algunos, con más de 200 cadávares, de los cuales, 70 aproximadamente eran de guanajuatenses, según se tienen datos y reportaron las autoridades en aquella ocasión.
Luis Vargas Gutiérrez, director general del Instituto del Migrante Guanajuatense, en la visita que hizo ayer a Irapuato señaló que el Gobierno estatal no olvida este caso, registrando 94 desaparecidos, entre los casos de Monterrey y San Fernando, de los cuales, sólo 14 fueron entregados a sus familias.
De esta catorcena, cuatro cuerpos eran de Irapuato, mientras que quedan seis personas pendientes de reconocer o de encontrar, aunque, según declaración del director estatal de Migración, la Procuraduría no le da respuestas, ni al Instituto.
“El seguimiento se lo hemos dado, desgraciadamente nosotros no tenemos ninguna respuesta de la PGR, fui dos veces con los 80 familiares de los desaparecidos a la SIEDO (…) ellos tuvieron que pedir permiso en el trabajo, o les descontaron el día, para nada, para nada servía”, recordó.
Vargas Gutiérrez señaló que se les han dado apoyos a los familiares, incluso para pagar las deudas que algunos dejaron con cajas populares, para poder pagarle al pollero que no logró llevarlos a su destino final.
“No lo hemos dejado en el olvido, sin embargo, hemos acudido a la Procuraduría, a la SIEDO y no ha habido respuesta, inclusive una vez que Susana (Guerra Vallejo, coordinadora de Asuntos del Migrante) tenía una cita, la dejaron colgada, eso no se vale”, consignó.
Yineth Rizo Morales, directora de Desarrollo Social y Humano en Irapuato, informó que en 2011 fueron nueve personas las que se reportaron de Irapuato, comunicándole a los familiares, sin tener aviso en fechas posteriores de otros descubrimientos.
El análisis de ADN fue básico para que la Procuraduría de Tamaulipas diera aviso a los familiares en los distintos puntos de la República de estos migrantes que viajaban para tener un trabajo, siendo secuestrados del autobús donde hacían el viaje.
Rizo Morales señaló que cada una de las familias recibió apoyos de acuerdo a sus necesidades, como quienes tienen niños pequeños sin un ingreso fijo a quienes les dieron becas, proyectos productivos para las mujeres que quedaron viudas o que no saben de sus familiares, y empleos temporales (de mayo a diciembre del 2011).

Olvidan casos de desaparecidos en Tamaulipas

De la comunidad de El Carmen en Irapuato, se reportaron dos personas que desaparecieron en las fosas de San Fernando Tamaulipas, días después, los cadáveres fueron encontrados, mientras que las otras familias irapuatenses y de otros guanajuatenses, después de dos años, siguen sin noticias.
Sixto Zetina Soto, alcalde de Irapuato, señaló que los casos de los migrantes desaparecidos, se está siguiendo por el Instituto Guanajuatense de Migrantes, según dijo, personal del Instituto se está acercando a las familias, aunque no habló específicamente de los casos de Tamaulipas.
En lo que va de 2013, se han recibido cinco peticiones en Presidencia Municipal para encontrar a familiares desaparecidos, pero ninguna es de los desaparecidos en San Fernando, quienes están esperando, ya se cansaron de no tener información.
El silencio es lo único que se escucha de las autoridades. Joel Romo Lozano, subprocurador de la Región “B”, a la que corresponde Irapuato, señaló que la Subprocuraduría no es la encargada de llevar esta información.
Los encargados del área de Comunicación Social no tienen información, ni una ficha informativa de los avances, ni para los medios de comunicación, ni para los familiares que quieren saber de sus hijos, sus nietos, sus sobrinos.
De acuerdo con el departamento de Comunicación Social de la Procuraduría General de Justicia del Estado, “el tema lo tiene” la Procuraduría de Justicia de Tamaulipas, quienes también hicieron oídos sordos ante la llamada telefónica de A.M. en Irapuato, sólo dijeron desconocer el área encargada del tema, el asuntode los migrantes guanajuatenses desaparecidos en Tamaulipas, ya está sepultado por las autoridades.
El silencio es lo único que se escucha por las comunidades, como Valenciana de Yóstiro, El Carmen, Venado de Yóstiro, colonia Nuevo México, Bernalejo, Las Zahúrdas, y muchas más, las autoridades los han olvidado, los han desaparecido de la lista de prioridades.
“Es un tema difícil, uno está aquí, con la espera de que pase algo, de que lleguen, de que estén bien”, confesó Daniel Vargas Aguilar, campesino de 69 años, mientras hace un silencio, para que no se le rompa la voz.
En la familia de don Daniel, cuatro lugares están vacíos, el de su hijo, Armando Vargas Ruiz, quien tenía 32 años cuando se fue, dejó a su esposa y tres hijos.
Los migrantes desaparecidos más jóvenes son Luis Alberto Vargas Ibarra, quien tenía 19 años cuando desapareció, nieto de don Daniel; Gerardo Martínez Martínez, quien partió a Estados Unidos con 20 años y es originario de Venado de Yóstiro y sobrino de los Vargas Ruiz.
Juan Nájera Frausto, que tampoco rebasaba los 20 años, es esposo de la nieta de Vargas Aguilar, y al igual que sus familiares, no se tienen noticias de él desde abril de 2011.
Habla don Daniel
“Ellos iban con visa de trabajo y el patrón los estaba esperando en Matamoros para que sacaran su pasaporte y después irse a Estados Unidos, ese día se fueron como a las 4 de la tarde (…) no sé cuál era la empresa con que iban, pero ya se habían ido en varias ocasiones”, recordó.
El acuerdo fue el mismo, cuando llegaran a San Fernando, sus familiares podrían hablar con ellos, para saber si estaban bien y cómo iba el proceso para llegar a otros lados, pero, la llamada nunca llegó y cuando don Daniel llamó a los celulares de los muchachos, escuchó la voz de otra persona y luego le colgaron.
El hallazgo fue noticia en toda la República Mexicana, por lo que se comenzaron a movilizar todas las autoridades, ante la presión mediática, aunque sólo fue por un tiempo, a 2 años de los hallazgos de cuerpos en las fosas de San Fernando, las autoridades dejaron de investigar, los familiares poco a poco ven más oscurecida su esperanza.
“Empezó a hacerse la investigación, desaparecieron, al chofer del camión lo investigó el Ministerio Público y fue quien dijo que los habían bajado en San Fernando, a los cuatro que son de mi familia y a otros dos muchachos”, explicó don Daniel.
El Gobierno comenzó a hacer reuniones, donde compartían los avances de la investigación, pero, la noticia del descubrimiento de los cuerpos en las fosas, la recibieron de los medios de comunicación.
“…Nos enteramos de las fosas, que los habían ejecutado… sentimos lo peor, cuatro de nosotros (…) desde los que fallecieron de El Carmen ya no nos dijeron nada, nunca aparecieron mis familiares y las autoridades se quedaron calladas, ya no hicieron reuniones, porque ya no les importó, prometieron mucho y no cumplieron nada”, dijo el irapuatense.
En la familia de don Daniel, se dio el apoyo de despensas por un tiempo, aparte del material de dos casas para construir cuartos a las familias que quedaron solas, aunque las exigencias y el mal trato de las autoridades siempre estuvieron presentes, comentaron los familiares de las víctimas.
“Pedimos una casa para los afectados, nos dieron material para dos pero, nos exigían que las termináramos pronto, nosotros no teníamos nada, ni dinero, ni cómo hacer el trabajo, la gente de aquí (Valenciana de Yóstiro) nos ayudó, yo les doné el terreno”, compartió.
Para Vargas Aguilar, es algo lógico que la gente ya no quiera hablar de sus desaparecidos, pero se lo atribuye a la pérdida de la esperanza, no de encontrarlos, sino de que las autoridades, ya no los busquen.
“La gente no quiere hablar, nunca nos ayudaron, nosotros no queremos despensas ni nada, a lo mejor una fuente de trabajo para salir adelante, pero, lo que realmente queremos, es encontrarlos, saber cómo están, ya sea vivos o no, nada más queremos saber dónde están”, finalizó don Daniel, mientras nos muestra una foto infantil que guarda la esposa de su hijo Armando, a quien espera, algún día, volver a abrazar.

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