En una carta de 1940 a su abuela, escrita antes de esconderse en esta ciudad, una Annelies Frank de 11 años registró un detalle que de seguro pareció intrascendente en ese momento.
“Papi está muy ocupado en su oficina”, escribió la joven corresponsal con una caligrafía elegante. “Se muda a Prinsengracht y yo iré a buscarlo al tranvía con tanta frecuencia como pueda”.
Fue ahí, en Prinsengracht o canal del Príncipe, en el anexo arriba de la oficina de su padre, que su familia se ocultaría de los invasores nazis por más de dos años, a partir de 1942. Y es ahí, en el museo que ahora ocupa el edificio, la Casa de Ana Frank, que los visitantes pueden ver esa carta escrita a su abuela.
Sin embargo, la custodia de esa nota, junto con 10,000 otros documentos de archivo similares y fotografías, está en el centro de una enconada lucha legal entre la Casa y los Fondos Ana Frank, la otra fundación más estrechamente involucrada en contar la historia de Ana.
Los Fondos Ana Frank, fundados en 1963 para administrar los derechos de autor por “El diario de Ana Frank”, prestaron la mayoría de los archivos en disputa a la Casa en 2007, y presentó una demanda para que se los devuelvan de inmediato.
Funcionarios de la Casa dijeron que creían que los préstamos se volverían permanentes. Se espera un fallo en las próximas semanas.
Las organizaciones han peleado durante años por cuestiones legales parecidas -propiedad de los archivos, problemas de derecho de autor y marca registrada- en disputas que han alimentado una desconfianza que viene de largo. La demanda actual, no obstante, expuso una división filosófica básica entre ellas, una divergencia en sus concepciones sobre Ana y lo que debería ser su legado.
Además de la demanda, los Fondos han acusado a la Casa de transformar a Ana en una especie de niña santa sin ningún contexto, en un ícono atractivo de esperanza, pero uno para el cual se enfatiza muy poco su identidad judía y su lugar entre los millones asesinados en el Holocausto.
Funcionarios de la Casa, la cual mantiene una red de exposiciones y centros en todo el mundo, insiste en que su descripción de Ana está estrictamente apegada a los deseos de su padre, Otto Frank, quien sobrevivió a Auschwitz e hizo de la propagación del mensaje de tolerancia que creía que aportaba su hija, el trabajo de su vida.
“Ambas organizaciones quieren poseer a Ana Frank”, dijo Melissa Müller, austríaca y biógrafa de Ana. “Ambas quieren imponer la forma en la que el mundo vea a Ana Frank”.
Ana sucumbió al tifus a los 15 años, en el campo de concentración de Bergen Belsen, en 1945.
Ronald Leopold, el director ejecutivo de la Casa, dijo que Otto Frank deseaba que su hija fuera un “símbolo del futuro”, y no del pasado. Con ese fin, la Casa, que atrae a más de un millón de visitantes al año, busca propagar un “mensaje universal” de tolerancia, dijo Leopold, pero está anclado en la historia “muy específica” del estrecho edificio en el número 263 de Prinsengracht.
Al museo le “falta el contexto”, dijo Yves Kugelmann, un integrante del consejo de administración y portavoz de los Fondos. El rostro sonriente de Ana está “superpresente”, dijo Kugelmann, y la Casa se ha convertido en un “lugar de peregrinaje”, donde se utiliza a la niña “para todo y para nada”.
Aunque es posible que su padre buscara propagar un mensaje de tolerancia, indicó Kugelmann, no deseaba ver a su hija conmemorada en un museo. 
En comentarios a un periódico holandés en mayo, comparó la negativa de la Casa a regresar los archivos con el decomiso que hicieron “los alemanes y sus cómplices” de las posesiones de la familia Frank.
Los Fondos pretenden cambiar los archivos al Museo Judío en Fráncfort, Alemania, donde ha ayudado a financiar el Centro de la Familia Frank. Ahí, se presentará a los Frank como “parte de la historia germano-judía”, comentó Raphael Gross, el director del museo. La familia tiene siglos de historia en Fráncfort; Ana nació ahí en 1929.
“Es una especie de regreso al hogar”, dice Buddy Elias, el presidente de los Fondos y primo de Ana, en un video para promover el nuevo centro.
Otto Frank creó los Fondos para administrar los derechos de autor del diario y para distribuir las regalías entre organismos de beneficencia, incluida la Casa.
Sin embargo, a la muerte de la viuda de Otto en 1998 -se volvió a casar después de la guerra-, los Fondos heredaron gran cantidad de material de archivo y evolucionaron alejándose, en parte, de su papel tradicional. La Casa y sus partidarios han cuestionado esa evolución al decir que los Fondos han excedido su mandato.
“Nunca fue la intención de Otto que los Fondos tuvieran alguna exposición; para eso estaba la Casa”, dijo Eva Schloss, la hijastra de Otto Frank, quien alguna vez tuvo la posesión de algunos de los archivos en disputa y ha trabajado muy de cerca con la Casa. Ni tampoco creía Otto Frank, un judío no practicante, que la historia de Ana debiera presentarse como la de una niña judía, comentó.
La Casa planea cambios para adaptarla para las nuevas generaciones. El museo esperaba, dijo Leopold, usar los archivos de los Fondos que tiene en préstamo. Eso ya no parece una posibilidad.
El conflicto “ha ido bastante lejos, y no lo entiendo para nada”, dijo Schloss.

Quieren preservar su historia

El amplio museo de cuatro pisos guía al visitante por empinadas escaleras de madera hasta los cuartos traseros donde, detrás de un librero y a través de una portezuela, la familia Frank se ocultó con otros cuatro judíos.
Todavía se pueden ver recortes de Ray Milland y Greta Garbo, con los labios pintados de rojo, que Ana sacó de revistas, pegados en la pared de una habitación estrecha y poco iluminada. En el cuarto siguiente, está el registro de su estatura con marcas a lápiz sobre el papel tapiz beige.
El anexo no tiene mobiliario, que fue como Otto Frank lo encontró después de la guerra. Otto Frank insistió en que se conservara así, para evocar la pérdida, agregó, y el museo se esfuerza por presentar la historia de Ana “en una forma emocional”.
Se exhiben páginas del diario original, y, por todo el museo y en los documentos oficiales de la Casa, se presentan en forma prominente pasajes del texto, junto con imágenes de Ana.
Hay pocas imágenes del Holocausto, no obstante, o de los campos de concentración, o de la propaganda nazi, una decisión que han criticado los Fondos.

La Casa de Ana Frank

En 1940 el Ejército alemán invadió Holanda. Como muchos de los judíos que vivían en Ámsterdam, Ana y su familia se escondieron para no ser capturados por los nazis. Durante los dos años que vivió en la clandestinidad, la niña escribió en su diario los detalles de su rutina. En 1944 los refugiados fueron delatados. Un año después Anna murió en un campo de concentración.

››  Espero poder confiártelo todo como aún no he podido hacer con nadie, y espero que seas para mí un gran apoyo.‹‹

La casa de atrás

Desde el 6 de julio de 1942 se transformó en el escondite de los Frank, la familia Van Pels y Fritz Pfeffer. En total vivían allí ocho personas.

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