Elena Poniatowska en la recepción, entre la embajadora polaca Anna Niewiadomska y la pintora Anna Zarnecka.

Pese a llevar apellido polaco, la familia de Elena Poniatowska ya era francesa desde un siglo antes de que ella naciera en París, en 1932.

Y aunque sus padres no fueron arrancados violentamente de su hogar, ni tuvo que realizar trabajos forzados en Siberia; al igual que casi mil 500 refugiados polacos, llegó a México en la primera mitad de la década de los cuarenta huyendo de la II Guerra Mundial.

Aún con esa afinidad, para muchos fue una sorpresa la presencia de la escritora, una de las más importantes de México, en la premiere del documental “Santa Rosa. Odisea al son de mariachi”, la noche del sábado en el Teatro María Grever.

“Es un bello testimonio. Un homenaje con voces de los refugiados sobre todo lo que recibieron de León”, señaló en entrevista Poniatowska, quien resaltó los nexos emocionales que hay entre Polonia y León.

“Hay muchos lazos de cariño y apoyo que siguen funcionando y muy vigentes. Ambos son pueblos muy religiosos, muy ligados a la Virgen, de Guadalupe aquí y de Czestochowa, allá. Además la bondad con que los recibieron es impresionante”, añadió.

La autora de “La noche de Tlatelolco” y “La piel del cielo”, entre muchos otros títulos, descartó escribir algo sobre los refugiados polacos.

“Podría hacer un artículo, pero no sé lo suficiente. Puedo hacer algo con lo que me cuenten, pero yo llegué de niña, a los 10 años y nunca me he ido, así que yo de lo que escribo es de México. Acabo de terminar la biografía de Guillermo Haro y ahora voy a hacer una novela sobre Lupe Marín”, apuntó.

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