El Papa Francisco exhortó al Arzobispo de León, Alfonso Cortés Contreras, a que se comprometiera a trabajar por la unidad de los feligreses y a fomentar las vocaciones sacerdotales.
Ayer a mediodía, el Arzobispo de León presidió una misa para los más de 200 feligreses de León,  Cuernavaca y Monterrey que lo acompañaron a Roma.
El acto litúrgico se llevó a cabo en la iglesia de María Mangoni, que se localiza cerca de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano.
El Arzobispo agradeció a los peregrinos de México el haberlo acompañado a la bendición y la imposición del palio, celebrada el sábado en la festividad de San Pedro y San Pablo.
Monseñor Cortés reveló hasta ayer las palabras que le dijo el Santo Padre en el momento de que le impuso el palio.
“Me dijo básicamente tres cosas: que estuviera en comunión y en unión con toda la Iglesia de Pedro; que me comprometiera a trabajar en caridad y en comunión por la Diócesis de León; y que promoviera las vocaciones sacerdotales; cosas a las que me comprometí con el Santo Padre”, dijo ante los fieles mexicanos.
A ellos se dirigió dándoles las gracias por el gran esfuerzo que hicieron al viajar más de 13 mil kilómetros para ser testigos del momento histórico.
Y reconoció que el hecho de que el Pontífice le impusiera el palio es un gran compromiso para “ser un buen pastor”.
En la estuvieron con el Arzobispo siete sacerdotes de León y Cuernavaca: el padre Fidel Hernández Lara; Eduardo Contreras Gutiérrez; Antonio Balderas; Guadalupe Plascencia, Buenfilio Guillén, Antonio Rodríguez y Luis Fernando Mojica.
Fue una ceremonia religiosa emotiva en la que hubo comunión y unidad entre los mexicanos, tal y como lo exhortó el Papa.
Luego siguió un breve convivio en el restaurante “Cucurrucucú”, donde se reunieron más de 200 personas.
Terminado el mismo, cada quien se retiró a sus hoteles para preparar actividades adicionales o bien su viaje de regreso a nuestro país.
Acude grupo de San Pío X
Entre los peregrinos que estuvieron en la misa estaba una delegación de la parroquia de San Pío X, encabezada por el padre Eduardo Contreras Gutiérrez.
“Venimos de León 44 personas de la parroquia de San Pío; ha sido una gran experiencia el estar acompañando a nuestro Arzobispo; nos regresamos este lunes y damos gracias a Dios por haber estado cerca del sucesor de Pedro”.
El padre Eduardo añadió que están comprometidos a apoyar al Arzobispo, a estar en comunión y en unión con todos los miembros de la Iglesia, como lo pidió el Papa Francisco.
Entre los integrantes de la delegación de la parroquia de San Pío X estaban el padre Eduardo Contreras Gutiérrez, párroco de San Pío X;  María Ester Esquivel Tejeda, Yolanda Arenas Aguilera, María del Refugio González López, Yolanda Domínguez Ramírez, María Dolores González Olvera.
También, Mari Toña Bernal de Santos, Daniel Mares Serrano, Ana María González Gutiérrez, Gloria Gutiérrez Portillo y Raymundo Santos Villalobos.
Por su parte, el grupo que encabezan el padre Fidel Hernández Lara y Lila Bernal estarán este lunes en el convento de San Francisco de Asís, para luego continuar a Florencia y de ahí emprender su regreso a León

Jesús no era manejado por ‘un control remoto’

El Papa Francisco dio su último mensaje en la Plaza de San Pedro, en el rezo del Ángelus, antes de iniciar sus vacaciones de Verano para luego ir a Brasil a las Jornadas Mundiales.

Miles de peregrinos de todo el mundo lo ovacionaron al abrirse la ventana de su estudio, donde apenas se veía la silueta del Santo Padre, a quien siguieron mejor en las pantallas.
Tras agradecer la ovación y las muestras de cariño, el Pontífice leyó un mensaje en torno al Evangelio dominical, luego hizo el rezo del Ave María y se despidió, para que enseguida comenzaran a repicar las campanas de la Basílica de San Pedro.
En su mensaje, el Papa Francisco dijo que el Evangelio “muestra un pasaje muy importante en la vida de Cristo: el momento en que -como escribe San Lucas- ‘Jesús tomó la firme decisión de ponerse en camino hacia Jerusalén’ (9,51). Jerusalén es la meta final, donde Jesús, en su última Pascua, debe morir y resucitar, y así llevar a cumplimiento su misión de salvación”.
El Papa recordó que desde aquel momento, “Jesús apunta directamente hacia la meta y también a las personas que encuentra y que le piden seguirlo, dice claramente cuáles son las condiciones: no tener una morada fija; saberse despegar de los afectos humanos. No ceder a la nostalgia del pasado.
“Pero Jesús también les dice a sus discípulos, encargados de precederlo en el camino hacia Jerusalén para anunciar su paso, que no impongan nada: si no encontraran disponibilidad a recibirlo, continúen”.
“Pero Jesús no impone jamás, Jesús es humilde, Jesús invita. Si tú quieres ven. Y la humildad de Jesús es así. Él nos invita siempre. No impone”, añadió el Santo Padre.
El Papa Francisco destacó cómo todo esto hace pensar.
“Por ejemplo, nos dice la importancia que, también para Jesús, tuvo la conciencia: el escuchar en su corazón la voz del Padre y seguirla. Jesús, en su existencia terrenal, no estaba, por así decirlo, condicionado por un ‘control remoto’: era el Verbo encarnado, el Hijo de Dios hecho hombre, y a un cierto punto tomó la firme decisión de subir a Jerusalén por última vez; una decisión tomada en su conciencia, pero no solo: con el Padre, en plena unión con Él, ha decidido en obediencia al Padre, en escucha profunda, íntima de su voluntad. Y por esto la decisión era firme, porque fue tomada con el Padre. En el Padre, Jesús encontraba la fuerza y la luz para su camino”.
Añadió el Papa Francisco.
“Y Jesús era libre. En aquella decisión era libre. Jesús a nosotros los cristianos nos quiere libres como Él. Con aquella libertad que viene de este diálogo con el Padre, de este diálogo con Dios. Jesús no quiere cristianos egoístas, que sigan el propio ‘yo’, que no hablan con Dios, ni cristianos débiles, cristianos que no tienen voluntad, cristianos a control remoto, incapaces de creatividad, que buscan siempre conectarse con la voluntad de otro, y no son libres. ¡Jesús nos quiere libres! Y ¿dónde se consigue esta libertad? En el diálogo con Dios en la propia conciencia. Si un cristiano no sabe hablar con Dios, no sabe escuchar a Dios en su propia conciencia no es libre, no es libre.

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