Los sudafricanos han dejado cientos de mensajes al ex presidente Nelson Mandela frente al hospital en el que recibe tratamiento desde el 8 de junio y también frente a su casa en Johannesburgo.
Numerosos simpatizantes han depositado cartas, pinturas, velas, osos de peluche y ramos de flores en estos dos altares improvisados, reflejo del estado de ánimo catártico de una nación cuya identidad está estrechamente vinculada a Mandela, de 94 años.
La familia del ex Presidente lo visita a diario en el hospital del centro de Pretoria en el que está internado, y ayer los tres acusados que aún viven del juicio de sabotaje en el que Mandela fue condenado a cadena perpetua en 1964 también acudieron a verlo.
El Gobierno de Sudáfrica dijo que el ex Mandatario sigue en estado “crítico pero estable”.
Incluso en este momento más vulnerable, Mandela se perfila nuevamente como un facilitador, esta vez para una nueva generación, capaz de superar las diferencias raciales y de género.
“Soy una chica de 16 años que tenía muchas ganas de conocerlo. Desafortunadamente no tuve la oportunidad, pero desde pequeña decidí que quería ser una persona afable y amorosa como usted”, escribió Carien Struwig, que dejó su número de teléfono en una nota a la entrada del hospital Mediclinic, quizá con la esperanza de que se le permita el acceso.
El estado de ánimo en estos altares improvisados es en parte festivo y en parte triste, probablemente precursor de la emotividad que acompañará a la inevitable muerte de Mandela. Su larga enfermedad, su lucha final de una vida trascendente, se ha convertido en un momento de introspección nacional y una oportunidad para que la gente sea parte de algo más grande que ellos mismos.
En la calle Vilakazi de Soweto, dos raperos cantaban con relación al ex Presidente. Peter Bopape imitaba la voz rasposa y pausada de Mandela.
Une agonía de Mandela a sudafricanos
Los sudafricanos han dejado cientos de mensajes a ‘Madiba’ frente al hospital en el que recibe tratamiento desde el 8 de junio.