A las 11 de la mañana Chuyito debía estar en la escuela, en lugar de eso prefirió ir a la zona subterránea de juegos en la Plaza de la Tecnología.
“No me gusta ir a la escuela, es que la maestra siempre me regaña porque no me salen las multiplicaciones; prefiero venir a jugar”, contó.
Por segundo día consecutivo, el niño de nueve años rentó una consola, como lo hace al menos una vez a la semana.
Sentado en la silla de plástico blanco, de la que cuelgan sus pies y se mecen de adelante hacia atrás, frente a la pantalla de 32 pulgadas en el establecimiento del que se ha convertido cliente frecuente, Chuyito lleva poco más de cinco horas jugando el mismo juego, con el único propósito de terminar todos los niveles.
Ya es prácticamente un experto en videojuegos de guerra que, dijo, son sus favoritos porque hay más acción; en lo que va de este semestre del ciclo escolar ya terminó tres diferentes juegos.
Chuyito cursa el cuarto grado en una escuela primaria no muy cercana a la Plaza de la Tecnología, a la que al menos una vez a la semana se ausenta para cambiar los lápices y cuadernos, por los diez botones del control de la consola de Xbox.
Su horario de escuela es de 8 de la mañana a 1 de la tarde.
Todos los días se levanta a las siete y cuarto para llegar a tiempo, pero también para despedir a su mamá que trabaja como enfermera en una clínica del Instituo Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Debido al horario de trabajo de su mamá, Chuyito debe irse a la escuela solo, situación que ha aprovechado para poder “echarse la pinta” y cambiar de rumbo en dirección hacia esta zona de juegos.
Alrededor de las 12 del día el hambre se apoderó de él, por lo que tomó un descanso de su jornada de juegos para sentarse en las bancas que están al centro del área subterránea de la plaza, y comer su sándwich con el jugo que su mamá le preparó como ‘lunch’ del recreo.
Veinte minutos más tarde regresó al local para seguir jugando, hasta conseguir pasar el nivel que quedó pendiente.
Su amigo Carlos, de 14 años, llegó a las 3:30 como casi todos los días que asiste a jugar.
Él y Chuyito se conocieron hace un año en una de las retas que organizan los locales de la zona de juegos, y desde entonces se frecuentan para jugar juntos, pues comparten los mismos gustos, además, dijeron, “entre nosotros sí le sabemos”.
Entre los dos compraron una bolsa de palomitas con salsa y un refresco para cada quien, que comían y bebían sin dejar de ver la pantalla para no desconcentrarse del complicado nivel que lograron alcanzar en el juego.
Chuyito, concentrado, parpadeó la menor cantidad de veces para no perder de vista al enemigo, que en el videojuego debía matar, mientras limpiaba el sudor de su frente con el antebrazo para no soltar el control y evitar que Carlos pudiera ganarle.
Minutos antes de que dieran las 5 de la tarde, Chuyito seguía sentado jugando, pero Carlos se fue, por lo que ya no tenía reta en el juego de guerra, y los demás jóvenes en ese y los locales vecinos estaban igual de concentrados que él, jugando títulos como Call of Duty, Battlefield o Gears of War.
Ante esto, resignado pero con ánimos de continuar jugando, decidió cambiar de juego a FIFA ‘13, hasta que el reloj marcó las 5 con 40 minutos, hora en que debía partir para llegar antes de las seis y media, en que llega su mamá a casa y evitar ser descubierto.
Al igual que Chuyito, muchos niños y jóvenes leoneses dejan las clases, con tal de pasar horas en los videojuegos frente a las pantallas y pasar un buen rato con los amigos.
“Duro unas cinco horas jugando y vengo casi diario; esta semana ya falté tres días a la escuela”, dijo Óscar, de 14 años.
Los videojuegos se han convertido en el refugio de los niños y adolescentes que se “echan la pinta” para obtener un tiempo de esparcimiento.
AM publicó el pasado domingo 23 de junio que en las colonias pobres de la periferia, han proliferado las máquinas tragamonedas tipo casino, las instalan en casas, tendajones, papelerías y farmacias, a pesar de que fueron prohibidos  mediante un decreto publicado en octubre de 2012.
Videojuegos modernos
La zona de juegos subterránea en la Plaza de la Tecnología cuenta con más de diez locales que se dedican a la renta de consolas de videojuegos, principalmente Xbox.
Los días con más afluencia son durante el fin de semana, pero los locales en la zona de juegos subterránea también reciben la visita de niños y adolescentes que se escapan de clases para jugar durante el periodo escolar de lunes a viernes.
El horario con mayor asistencia de jóvenes es de 10 de la mañana, que es la hora en que abren, a 2 de la tarde, momento en el que supuestamente ya salieron de la escuela y es momento de llegar a su casa.
Aunque en su mayoría los asistentes a esta zona de juegos son de entre 12 y 20 años de edad, también llegan a asistir niños de 7 y 8 años, que faltan a la escuela primaria para ir a jugar, contó uno de los encargados de los establecimientos.
Contrario a lo que se podría pensar, los jóvenes que van a jugar a estos locales no lo hacen porque no tengan una consola de videojuegos en sus hogares, sino que asisten principalmente para escaparse de la escuela, convivir con sus amigos y no estar solos en su casa.
“Lo que hace emocionante venir es jugar, ganar y que todos los vean”, dijo el encargado del local 18, “vienen para lucirse”.
De acuerdo a lo que Martín ha observado en el año que tiene trabajando como encargado de un local de renta de videojuegos, asegura que “la mayoría de los que vienen se echan la pinta; yo creo que prefieren venir porque aquí hay retas, y a pasar el rato”.
“Es más divertido jugar donde hay más gente que jugar tú solo, se siente mejor la convivencia”, explicó Arturo, al ser cuestionado sobre la razón por la que acude a esta zona de entretenimiento a pesar de tener una consola en su casa.
Los entrevistados coincidieron en que aunque tengan consolas en sus hogares, prefieren saltarse clases y acudir a estos establecimientos hasta tarde debido a que no les gusta estar en su casa, además de que consideran complicado ser anfitriones de una reunión para jugar videojuegos.
Los jóvenes van a esta zona debido a la creciente popularidad que han logrado en este sector, además de la curiosidad que los invita al caminar por la calle 5 de Mayo, donde está ubicada.
Los videojuegos en renta con mayor popularidad y demanda entre los jóvenes son los de guerra, peleas y futbol soccer.
Diversión a la antigua
Durante las mañanas de lunes a viernes, “Chispas”, uno de los locales de máquinas multijuegos Arcade (conocidas como ‘maquinitas’) más concurrido en el Centro de la ciudad, recibe más de una docena de niños y adolescentes que dejan de asistir a clases para entretenerse durante doce horas en las diferentes máquinas.
Al igual que en la zona de videojuegos subterránea, “los días fuertes son los fines de semana, desde las 12 hasta la 9 de la noche”, dijo un empleado, agregando que en su mayoría los principales asistentes son adolescentes de 12 a 21 años.
Este establecimiento tiene ya casi 20 años funcionando y los empleados aseguran que la popularidad de nuevas consolas de videojuegos no han permeado la afluencia de chicos y grandes al local de maquinitas.
Los juegos más populares son los “pump it up” (de baile) y las mesas de hockey, pero en general todas las maquinitas de este establecimiento siguen teniendo demanda entre los jóvenes.
Luis, de 19 años, dejó de estudiar el bachillerato en cuarto semestre y tampoco trabaja, pero gusta de bailar por horas para mejorar sus tiempos y puntuaciones.
Por su parte, Abraham, de 18 años, busca tiempos libres entre el trabajo y la escuela para asistir prácticamente a diario a bailar en los “pump it up”, aunque ha llegado a ausentarse de clases hasta por cuatro días seguidos para practicar sus pasos de baile.
Los jóvenes asiduos al lugar, ubicado en los arcos del costado derecho de la Plaza Principal de esta ciudad, comentaron que llevan alrededor de un año y medio asistiendo en promedio cada tercer día a bailar en los “pump it up”, durante casi dos horas.
Agregaron que consolas como el Xbox “no tienen chiste”, pues no le ven caso ni diversión a jugar frente al televisor sólo con los pulgares, por lo que prefieren en definitiva salir y bailar, mover todos sus músculos y disfrutar de diferentes ritmos hasta que sus cuerpos ya no aguanten.
Los premian por bailar
Entre 20 y 30 jóvenes asisten a los videojuegos y aunque no todos van diario a practicar, participan en torneos organizados por el personal del establecimiento, donde el premio varía entre mil 500 y dos mil pesos para el ganador, quien deberá obtener la mejor puntuación.
“Hasta vienen de fuera, Salamanca, Silao, para invitarnos a torneos”, dijo Abraham.
Aseguran que el gusto por entretenerse en este tipo de locales continúa y los fines de semana hay más gente jugando en otras maquinitas.
La tecnología no acaba con los clásicos, pues muchos adolescentes aseguraron que prefieren divertirse con las máquinas clásicas que con videojuegos muy avanzados y modernos.
“Casi no me gustan esos, juego más maquinitas porque se me hacen más interesantes y pues aquí vienes y también puedes retar”, dijo Jesús, de 16 años.
Además “es mucho más barato, “aquí te cobran un peso y casi todo el día con cinco pesos”, aseguró el adolescente.

Jugar también es gastar

No todos los asistentes viven cerca de la zona subterránea de videojuegos de la Plaza de la Tecnología, la mayoría toma el transporte urbano para llegar y jugar “en retas” con sus compañeros de la escuela y los amigos que hicieron tras comenzar a asistir al lugar.

El promedio del costo de la renta de estos juegos de video es de 15 pesos la hora y 10 la media, sin importar el número de jugadores, en el que chicos y grandes pueden escoger los títulos que más les gusten.
Si hacemos cuentas, diariamente un niño o adolescente gasta alrededor de 60 pesos para ir a jugar en estas consolas rentadas; 16 pesos entre camiones y más 45 pesos que representan tres horas de renta, que es el promedio de juego.
Y si a la cuenta se agrega la comida o refrescos que puedan consumir mientras se entretienen, el total puede alcanzar los 100 pesos.
Además, la mayoría de los jóvenes cuestionados al respecto, aseguran que compran en promedio mensual dos juegos de video para las consolas propias, gasto que equivale aproximadamente a mil 500 pesos.

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