Tres de la mañana, según narran los vecinos de Rinconada de los Fresnos fue que comenzó a incrementar el nivel del agua por la fuerte lluvia que se registró en la madrugada de ayer, ante el temor de que se inundaran sus casas no durmieron, querían resguardar sus pertenencias, sin embargo poco pudieron hacer ante la creciente del agua que terminó por inundarlos.
“El año pasado se inundó, pero no así, en mi casa (calle paseo San Joaquín) no llegaba a meterse el agua pero ahora sí entró”, relató Julio Enrique Rivera mientras colocaba sacos de arena en la entrada de su casa.
La entrada al fraccionamiento Rinconada de los Fresnos, ubicado cerca del fraccionamiento Floresta y cerca del Panteón de Los Olivos, era la dura cara de la realidad, desde que se llegaba al lugar, se vio gente mojada hasta la cintura, camiones de diferentes corporaciones del Municipio que intentaban dar salida o poner orden, personal de apoyo y rescatistas movilizándose para drenar el agua. Todo al mismo tiempo.
Calles como la San Joaquín, Santo Domingo, Santa Laura y Santa Leticia se podían observar aún sumergidas entre el torrente, los ojos no divisaban ni las aceras, mucho menos las calles: “Esto ya fue mucho, nos va a pasar como en la colonia Benito Juárez, que cada año se inunda… hasta la lavadora se echó a perder y tenía menos de un año que la compramos”, refirió una vecina.
Los colonos se apreciaban con el dolor en el rostro, los pies desnudos para poder cruzar una calle o salir de sus casas, intentos de comprender ¿qué pasó?, las autoridades abrumadas por colonos pidiendo explicaciones y respuestas ante lo que para algunos, ya estaba avisado.
“El año pasado se inundó aquí pero no llegó a subir tan alto y ahora cómo le vamos a hacer para recuperar nuestras cosas”, comentó Rosario Martínez, de la calle San Joaquín.
Calles con lugares irregulares en donde tres o cuatro casas que el agua no entró, pero alrededor el agua parecía estancada, y con la mirada atónita de quien llegó temprano de su trabajo nocturno y recibe la dura realidad.
Aunque siempre existe quien le pone una sonrisa, sin preocupaciones de enfermedades y peligros, algunos niños salieron a jugar sin importar el nivel de agua, con su inocencia, dejaban flotar el balón y tratando de alcanzarlo removían las aguas saltando de una acera a otra sin preocupaciones.
Mientras, algunos tuvieron que salir de su domicilio a pedir permiso al trabajo, para estar al pendiente de sus casas, sobre todo hacer recuento de los daños que existieron, ayudar en la limpieza de la misma y rescatar algunas pertenencias.
Pero los que no tuvieron esa suerte, fueron ayudados por varias camionetas de Bomberos, Policía y hasta el camión de Prevención Social, que tuvieron la encomienda de ayudar a las personas a salir del fraccionamiento.
Las sandalias fueron esta vez el mejor accesorio para salir a comprobar los daños, pues desplazarse descalzo podría terminar en un accidente peor, los zapatos en el bolso o la mano para no mojarlos pues tenían que llegar presentables.
Algunos más irritados pedían la “verdadera” explicación de la inundación, esperanzados en encontrar las respuestas en servidores públicos, a quienes retaron a entrar a las calles afectadas con todo y que éstos venían “perfumados”.
Permanece en su casa
Alicia Guadalupe Franco Carrillo prefirió permanecer en su vivienda durante la inundación por miedo a que le robaran sus pertenencias, su casa ubicada en la esquina de la calle Santa Margarita quedó inundada, junto a su camioneta.
Al no poder cerrar su puerta porque el agua no le permitía, permaneció junto a su familia parada en la acera, a la espera de que las autoridades se acercaran para darles a conocer los daños, pero no lo hicieron.
Con el rostro apagado y los signos del cansancio visibles, Alicia no pudo hacer más que aguardar poder salir de su casa, pues no quería que sus hijos pequeños se enfermaran con el agua sucia que corría por las calles.
“Me di cuenta del nivel como a las 11 y media, y mi vecino me avisó como a las 12, fue cuando empezamos a poner costales de arena y tapar donde pensamos que se nos iba a meter el agua”, dijo.
Aunque no tuvo grandes pérdidas materiales, no quiso dejar su casa para evitar que las pérdidas se dieran después de la inundación, ya que al vivir al final de la colonia, en varias ocasiones ya ha sabido de robos por su calle y no quiso arriesgarse a dejarla sola con lo poco que tiene.
“Ya no me quedó nada”
Yolanda Paredes Aguilar resultó afectada por la inundación, la calle Santa Margarita en donde se ubica su vivienda fue una de las más dañadas de la colonia Rinconada de los Fresnos.
Las grietas en la parte baja de su fachada permitieron el paso del agua a su habitación, donde la base de la cama quedó mojada, así como los muebles de su comedor y cocina, que comenzaron a desmoronarse de las esquinas por el daño provocado por el agua.
A causa de las inundaciones y encharcamientos de años anteriores, sus muebles ya lucían deteriorados, pero aún así trataron de elevarlos, pues los sillones, bocinas y zapatos permanecían sobre superficies más altas.
“Ya hemos sacado varias cosas pero sigue el agua, ahí tengo todas mis cosas mojadas, ya no sabemos qué recoger ni nada”, dijo.
“Cada año es lo mismo”
Fernando Reyes Mercado perdió su coche durante la inundación, después de la fuerte lluvia que cayó el jueves por la noche, aunque el agua sólo entró hasta su cochera y no ocasionó daños al interior de la vivienda.
Con el agua hasta las pantorrillas Fernando observaba la calle, que se veía completamente cubierta que a pesar de los trabajos de las autoridades no disminuía.
“Cada año es lo mismo en esta colonia porque no hacen nada por remediar las cosas y los que perdemos somos nosotros”, dijo.
Al percatarse de la situación, Fernando salió a la calle a intentar mover su auto, pero ya no quiso dar marcha y fue ahí cuando se dio cuenta de que no daría para más, por lo que esperar fue lo único.
Llora sus pérdidas
Isabel Pérez Espinosa salió de su casa inundada alrededor de las 10 de la mañana, con algo de ropa en las manos, junto a su esposo y su pequeño hijo decidió dejar atrás su vivienda con ayuda de una unidad de Policía Municipal, pues vio que la situación no mejoraba.
Isabel relató que se dio cuenta de que su casa ubicada en la calle San Judas Tadeo estaba inundada alrededor de la una de la madrugada, cuando se percató de que su pequeña mascota se había ahogado.
Los propietarios de esta vivienda comentaron que su pérdida material es total, pues no quedó nada seco, ni siquiera su ropa o aparatos electrónicos, pues el agua arrasó con todo.
“Estamos ahí batallando, hasta mi perrita se me ahogó, estaba chiquita, empezó como a las 11 pero a la una se metió el agua, se me perdió todo”, dijo la afectada.
Sin parar de llorar recordó cómo el nivel aumentaba cada vez más, y señaló que prefirió quedarse porque les habían dicho que llegó Protección Vivil y pensaban que el agua iba a bajar pronto.
Isabel descendió de la patrulla de Policía Municipal que realizó el recorrido por las calles junto al director de Seguridad Pública, Eduardo Santamaría Chávez, y se puso en marcha hacia la casa de su hermana, para esperar a que en su casa bajara el agua.
Auxilian a afectados
Debido a que el nivel del agua alcanzaba 40 centímetros en las viviendas de las calles Santa Margarita y San Judas Tadeo, elementos de Policía Municipal realizaron recorridos por las calles para ayudar a salir a las personas de sus casas.
En un recorrido encabezado por Eduardo Santamaría Chávez, director de Seguridad Pública, se auxilió a Carmen Magdalena Castro Martínez junto a su esposo Juan y sus dos hijos, quienes permanecían aún en su casa alrededor de las 10 de la mañana.
“Ni cuenta nos dimos cuando empezó a entrar el agua, sino que me habló una tía y ella me dijo que se estaba inundando, me asomé como a eso de las 12 y ya estaba el agua hasta arriba”, relató la afectada.
Junto a su esposo empezaron a colocar costales de arena para evitar la entrada del agua, pero sus medidas no fueron suficientes ya que el agua inundó su casa arruinando sus muebles.
Aunque los elementos de Protección Civil pasaron por su vivienda, prefirió esperar porque le dijeron que ya tenían una bomba para sacar el agua, y pensaron que el nivel bajaría rápido.
Sin embargo, Carmen y Juan esperaron hasta la mañana para salir porque les daba temor por sus hijos.