La zona natural protegida de la Sierra Gorda está contaminada por residuos tóxicos cancerígenos, revela un informe de la Secretaría del Medio Ambiente.
La dependencia federal encontró cientos de toneladas de residuos tóxicos en lo que alguna vez fue la zona minera de Xichú.
Fueron ubicados dos sitios contaminados en San Luis de la Paz, dos en Atarjea y uno en Xichú, Victoria y Tierra Blanca.
La zona contaminada pertenece al área natural protegida de la Sierra Gorda de Guanajuato, que tiene el carácter de reserva de la Biósfera, según decreto publicado en enero de 2007.

En Xichú, la zona contaminada corresponde a lo que alguna vez fue la mina La Aurora.
“(Los desechos de la mina) es un área muy impactante porque contrasta con la zona natural. Llegas y dices: ¡Ah, caray! ¿Aquí qué pasó? ¿Hubo una guerra o qué estuvo haciéndose?”, reconoció el delegado de la Secretaría del Medio Ambiente (Semarnat), Israel Cabrera Barrón.
Esa parte de la sierra fue decretada área natural protegida por su biodiversidad, que incluye bosques templados y tropicales, con 182 especies de aves y 42 de mamíferos, incluido –según el decreto- el oso negro.
El Delegado del Medio Ambiente dijo que el problema que enfrentan es que no pueden localizar a los dueños de la mina para que limpien la zona de desechos tóxicos considerados cancerígenos.
“Ahí nos enfrentamos a una laguna legal. Las leyes más actuales que nosotros tenemos a nuestra disposición, pudieran ser de los años setentas o de los ochentas, esa mina es más o menos de los cincuentas cuando la minería murió. ¿Dónde están los responsables?, ¿Cómo los hacemos que cumplan con un tema de biorremediación?”.
Para llegar a la mina se tiene que recorrer un camino de terracería de 6 kilómetros de distancia aproximadamente desde la cabecera municipal de Xichú.
En los alrededores de la mina están los poblados de La Aurora, La Fundición y El Pitahayitos.

Afecta a pobladores
Flora Jiménez y su familia conviven con materiales tóxicos de la mina desde hace 17 años.
“Los olores a los azufres son muy fuertes, hay veces que no se aguantan, pero uno se va acostumbrando a vivir así. Desde que yo recuerdo esos cerros de azufre ahí están, con las lluvias se van deslavando y se van por el río de Xichú”, dijo Flora.
La casa de Flora está a menos de 100 metros de la entrada principal a la mina abandonada.
A pesar de que está comprobada la toxicidad de los residuos, Flora y otros vecinos se abastecen del agua que extraen del interior de la mina con una manguera de plástico.
“Hasta ahorita no nos hemos enfermado de algo fuerte, sólo problemas del estómago y la garganta, pero nada serio. Ojalá que no nos vayan hacer daño con el tiempo las cosas que dejaron de las minas”.
Mencionó que el año pasado acudieron estudiantes y maestros de una universidad, quienes los alertaron de los riesgos de vivir en el lugar.
Dijo que los visitantes tomaron muestras del material abandonado y les comentaron que trabajarían en un proyecto para comenzar a retirarlo de la zona, lo cual no ha sucedido.

Abandonan zona minera

Las ruinas de lo que fue un importante centro minero en esta parte de Guanajuato, se pueden observar entre las laderas de dos cerros sobre el camino de terracería hacia el municipio de Atarjea.
Aún están las paredes de piedra de las habitaciones donde dormían los mineros, parte de la construcción del antiguo hospital y la capilla de La Aurora.
La contaminación contrasta con el paisaje verde de la Sierra Gorda.

Los residuos tienen un color amarillento, de los que se desprende un aroma ácido que molesta en la nariz.
En las áreas cercanas a los residuos tóxicos la vegetación no crece.
“Ya tenemos 14 años viviendo aquí en La Fundición (…) no estamos seguros de que nos pueda hacer daño todo lo que dejaron de las minas, pero han venido personas a decirnos que sí es peligroso”, dijo Norma Calixtro Calixtro.
La humilde vivienda de Norma está frente a una de las montañas de residuos tóxicos.
“Los olores del azufre (de la mina) por momentos son muy fuertes y no se aguantan”, dijo Ramiro Rivera Rivera, habitante de Xichú.
La Aurora fue utilizada para extraer plomo, zinc, plata, cobre y oro desde el siglo XVIII.

‘Siempre estamos enfermos’

La Cruz es una de las colonias de Salamanca ubicada entre las empresas Tekchem y Quidesa.
Sus habitantes por décadas han padecido con la contaminación generada por estas dos compañías que están separadas apenas por un kilómetro.
La primera cerró a finales de 2007, después de 35 años de funcionar primero como empresa del Gobierno con el nombre de Fertimex y luego como privada.
Quidesa fue clausurada por la Profepa en abril pasado, por tirar residuos tóxicos al cerro.
Candelario Razo, vecino de La Cruz, dijo que su familia y vecinos han enfermado por la contaminación.
“Siempre estamos enfermos y claro que sabemos que son por las químicas que hay alrededor, dicen que las van a cerrar y siguen funcionando. Quidesa está clausurada, pero entran y salen los trabajadores y Tekchem desde hace varios años que supuestamente la cerraron y es lo mismo, uno es el fregado con tanta cochinada que hacen y avientan al aire”.
Los malestares más frecuentes que padecen son los dolores de cabeza, problemas respiratorios y estomacales, además de algunos que presentan enfermedades en la piel.
“Pues como que uno ya se acostumbró a vivir entre puros contaminantes, se podría decir que ya ni sentimos el daño, nomás que a lo mejor vivimos menos que las personas de otros lugares”, declaró Ernesto Luna, vecino de la zona.

Y vierten en cerro residuos químicos

Vivir cerca del cerro de La Cruz, en Salamanca, ha sido un calvario para Rodolfo Castelán Zaluaga y su familia, desde hace por lo menos tres años.
Los residuos tóxicos que arroja la empresa Químicos y Derivados S.A. (Quidesa) en los antiguos bancos de extracción de materiales en el cerro, les provocan hemorragias nasales.
Las hemorragias se presentan cada vez que comienzan a arder los químicos vertidos en el cerro.
“Son dolores de cabeza insoportables que comienzan cuando arden todas estas cochinadas. Me sale sangre de la nariz, al principio yo creía que era algún problema de la presión, pero nos dimos cuenta que también a mis hijos les estaba afectando”, platicó Castelán.
Su casa está ubicada en la colonia Valle Hermoso, sobre la carretera a Valle de Santiago y el libramiento sur de Salamanca.
La distancia aproximada que hay de su vivienda al cerro de La Cruz es de un kilómetro; sólo un par de parcelas dividen ambos sitios.
A menos de 100 metros hay viviendas de la comunidad de San José de Uluapa.
“Es como si tuviéramos todo ese material aquí a un lado de la casa. Cuando comienza a arder se siente algo muy fuerte en la garganta y los dolores de cabeza son cada más fuertes”.
Fernando Baca Amador, habitante de la colonia Humanistas I, afirmó que este lugar ha sido tiradero clandestino de la empresa Quidesa desde hace por lo menos 19 años.
“A cada rato se prende el lugar y los humos tóxicos están provocándonos daños muy graves en la salud. El viento se trae todo desde el cerro de La Cruz y viene a caer hasta la colonia Humanista, Valle Hermoso y otras comunidades que están para este lado”.

Lo vincula con muertes por cáncer
Ex empleado de Pemex desde hace una década, Fernando Baca se ha dedicado a denunciar el problema que existe en el cerro de La Cruz.
Con el apoyo de vecinos y conocidos ha logrado recabar cerca de 500 firmas para entregarlas a las autoridades ambientales.
“Nosotros ya hemos informado que tan sólo el año pasado murieron 12 personas de cáncer aquí en la colonia, sabemos que nos está haciendo daño y queremos una solución de la autoridad, pero quieren que nosotros investiguemos los problemas sanitarios, cuando ellos son quienes deben de hacerlo porque es su deber”.
El 9 de diciembre del 2012, Baca Amador denunció el socavón utilizado por Quidesa como tiradero clandestino ante la Secretaría del Medio Ambiente.
Como respuesta, el 10 de abril la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) ordenó clausurar las instalaciones de Quidesa y 8 días después también clausuraron el sitio donde tiraban sus residuos.
En la respuesta por escrito que recibió Fernando Baca de esta dependencia, el 8 de mayo pasado, se le precisó que Quidesa no podrá operar hasta que retire los residuos peligrosos que ella misma generó.
Sin embargo, en una visita que realizó AM se pudo observar que solamente se están cubriendo los residuos con tierra, pero no se ha retirado nada del material tóxico.
“Ahí están las pruebas de que no están haciendo las cosas como se los ordenó la autoridad, no se han llevado nada y están queriendo tapar con tierra los cientos de toneladas que hay de contaminantes”.

Hay peligro, acepta Semarnat

El delegado de la Secretaría de Medio Ambiente, Israel Cabrera Barrón, reconoció que la empresa Quidesa de Salamanca representa un problema serio de contaminación, considerado aún más fuerte que los desechos de Tekchem.
Y aunque hace tres meses fue clausurada por las autoridades ambientales, reconoció que Quidesa sigue laborando porque obtuvo un amparo.
La situación empeora porque Quidesa tiró desechos a cielo abierto en los socavones del cerro de La Cruz, sin saber exactamente la superficie total del material peligroso vertido.
“Primero no está cuantificado y lo más importante desde mi punto de vista es que no está cercado y señalado, es decir, si se nos ocurre ir a correr ahí al cerro de La Cruz para hacer deporte, pues va a pasar un accidente, como hace 10 años que un niño falleció”.
Aseguró que como no se tienen estudios químicos de la zona, no se sabe con precisión cuáles materiales se han arrojado en el cerro, pero se presume que son ácidos sulfúricos o sulfhídricos que reaccionan en contacto con el agua generando calor o reacciones térmicas.

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