Frituras, dulces y algunos refrescos son lo que se encuentra en la tiendita de Micaela Campos Conejo, ama de casa de 59 años, a quien hablar de su casa DIFerente le rompe la voz, pues antes “no tenía nada”.
El terreno que le dejó su padre, un campesino de Irapuato, en la granja San Miguel, por el camino a San Roque, sirvió para que el sistema municipal le brindará el apoyo para darle un techo dónde dormir.
“Vivía en la Playa Azul, pero esa casita la tuvimos que vender, para salir de algunas deudas que tuvo mi esposo, afortunadamente nos tomaron en cuenta, porque sino estaríamos aquí, debajo de unas tejas”, confesó Micaela.
Su esposo es albañil, igual que su hijo. Su hija está trabajando en una empresa armadora extranjera, en Silao. Todos incluida Micaela, tienen sólo la educación primaria, su esposo hasta el 2º año.
El terreno es amplio, pero la idea de fincar no es una opción para su familia, pues apenas pueden pagar la comida del día y los gastos básicos.
“Mi esposo ya es grande, ya no lo contratan tan fácil, por eso puse mi tiendita, porque pues nos sale para comer al día, unos frijolitos, un huevito, carne… una o dos veces al mes, si va bien”, contó.
El pago de una educación no estuvo a disposición, teniendo que ayudar en el hogar desde pequeña, como sus hijos, que ahora buscan la manera de salir adelante con la educación truncada.
Dos tinacos son el reemplazo de drenaje y servicio de agua, sirviendo el primero para almacenar el agua que cada 15 días, un familiar le lleva en pipas, para el consumo de las 5 personas que viven en casa.
“Uno agradece tener un lugar para vivir, porque hay gente que está peor”, indicó Micaela.
Sobreviven con las pocas ventas de “tiendita”
Frituras, dulces y algunos refrescos son lo que se encuentra en la tiendita de Micaela Campos Conejo.