A causa de la Segunda Guerra Mundial, y los constantes problemas que vivió Europa en el Siglo XX, infinidad de extranjeros comenzaron a llegar a México para buscar nuevas oportunidades de vida.
De un siglo o en otro, dentro de unas circunstancias y otras, fueron arribando para quedarse personas aisladas o grupos de gente de Europa principalmente, se asentaron en nuestro municipio y fueron creando la masa múltiple de nuestra población.
La escasez de empleo, la pobreza extrema y el exilio del País natal después de las guerras mundiales obligaron a españoles, chinos, alemanes, ingleses, italianos, libaneses, judíos y franceses a llegar a Irapuato y formar una sola mezcla de identidad con los ciudadanos locales, así como buscar nuevas oportunidades en América.
Javier Martín Ruiz, el cronista de Irapuato relató que por 1920 nuevas oleadas de españoles refugiados empezaron a llegar a México, en los buques bautizados como Sinaí, Ipanema y Mexique, por el desastre que supuso para España la llamada “Guerra Civil”, que entre 1936 y 1939, provocó que eligieran a México como su País para residir, por los antecedentes históricos.
“Hay muchas causas por las que extranjeros vinieron a Irapuato, ya desde el Siglo XIX vinieron de muchos países, aunque no fueran muchos de cada nación porque en sus países era difícil vivir, gracias a Dios nosotros no conocemos esa pobreza, de no tener nada que llevarte a la boca o con que cubrirte”, contó el Cronista de Irapuato.
Cerca de 25 mil refugiados Españoles llegaron al País entre 1939 y 1942, principalmente durante el Gobierno del presidente Lázaro Cárdenas del Río, cuando se dieron circunstancias de abandono y destrucción, que representaban el 25% de la población de ese entonces.
Ansiedad, nervios y desesperación por las desgracias vividas aún como niños de entre 11 y 12 años, ser observadores de la destrucción de sus poblados y de la forma de vida que conocían, y viajar en condiciones deplorables en barcos poco higiénicos, fue un impulso para los extranjeros de quedarse en Irapuato y formar una familia, aceptar la nacionalidad y trabajar con esfuerzos para formarse un futuro.
“Llegaron aquí porque si había paz, aún cuando siempre hemos tenido muchos problemas, aquí había modo de vivir, lugares y formas de trabajar, muchos llegaron siendo niños muy jovencitos”, señaló el cronista.
La mayoría llegaron a formar su propio patrimonio, con trabajo bajo presión y mucho esfuerzo lograron establecer ferreterías, tiendas de abarrotes, molinos de granos, así como explotar los conocimientos adquiridos en su país natal.
En Irapuato, fábricas de cerillos como “La Central”, dulces, café y ladrilleras, hoteles, restaurantes y más empresas, fueron fundadas por españoles cuya fuerza comercial o industrial muchas de ellas siguen presentes a través de sus descendientes.
Javier Martín Ruiz señala que fueron los españoles quienes le dieron impulso a la industria en Irapuato, por ser una población eminentemente agrícola y comercial, a pesar de su humildad.
Familias Extranjeras en Irapuato
Para don Melchor Cayón, Boston fue el señuelo que a los 16 años, se lanzara sólo a atravesar el Océano Atlántico y buscar algo en un lugar en el que no conocía a nadie ni el idioma, para que años más tarde viniera a México y se asentara en Irapuato.
Otras personas, como Francisco Irastorza Garmendia y Antonio Irastorza Fernández, por 1920 compraron parte de la hacienda de Arandas al señor Joaquín Ederra, los asientos en Irapuato de españoles, principalmente en el área del comercio y de industrias alimenticias, fructificaron y se iniciaron grandes y medianas empresas que ayudaron a la economía local.
Por medio de la derrama de dinero en esta población pequeña y humilde, se dio la creación de fuentes de trabajo que fortalecieron los ingresos de una gran cantidad de personas las que su manutención dependía principalmente del campo.
Javier Martín Ruiz señaló que estos comercios se fortalecieron con negociaciones como El Nuevo Mundo que importaba mercancía europea, principalmente ropa y telas, así como vino de mesa y espíritus como el brandy de la casa Domecq.
Se construyeron molinos de trigo, se realizó la fábrica de cerillos “La Central”, aparecieron negocios de venta de ultramarinos como “La Universal”, tiendas de cristal y demás como “Al Puerto de Veracruz”, “El Buen Gusto”.
Abarroteras como las de los Garmendia-Irastorza y de los Martínez Hermanos, primero como “Vázquez y Cuadra”, en terrenos de “La Estación” se construyó una fábrica de ladrillo de barro recocido, cuyos propietarios debieron ser españoles, se abrieron hoteles como “El Unión”, de la familia Palero.
Asimismo durante aquellos años, arribaron también ingleses, aunque su comunidad no ha sido abundante y se tienen pocos registros y nombres, entre ellos José L. Fox, abuelo del ex presidente de la República, Vicente Fox Quesada.
También se puede mencionar a Eduardo Barlow, gerente de la fábrica de cigarros “El Águila y a Mister N. Holden, gerente de esa empresa.
México receptor del
exilio
Prófugos de otros o de sí mismos, los exiliados y sus experiencias forman un punto significativo en la historia de México, durante el Siglo XX y como respuesta a persecuciones idealistas y políticas los involucrados en la guerra recorrieron el mundo buscando asilo.
En aquellos años, México se volvió el refugio de miles de europeos que vieron perdida su libertad y su vida, incluso en países de América. La Guerra Civil de España se convirtió en un elemento central del exilio también.
Por la privatización ideológica, regional, cultural y generacional, grandes intelectuales decidieron venir a México, personajes como León Felipe, Luis Buñuel, Rodolfo Halffter, Remedios Varo, Roberto Fernández Balbuena, Max Aub, Enrique Díez Canedo, quienes aportaron grandes avances a la cultura mexicana.
Según datos proporcionados por Javier Martín Ruiz, en México existe un aproximado de 77 mil 41 personas con nacionalidad española que están registradas en los consulados generales.
Marín Ruiz señala que en el Consulado General del Estado de México están registrados 65 mil 881 persona; cuatro mil 693 en el Consulado General de Guadalajara; y seis mil 467 en el Consulado General de Monterrey.
De estos actualmente habitan 24 mil 586 en el Distrito Federal; cuatro mil 244 en Puebla; mil 935 en Querétaro y mil 368 en Guanajuato, así como en muchas ciudades y pueblos del País.