Fallece discapacitado en incendio de cuarto

Un hombre falleció quemado mientras dormía.
Juan Gabriel Anguiano Camarillo, de 36 años, la víctima, desde hacer varios años permanecía en silla de ruedas a causa de un accidente.
El incendio ocurrió en la calle Santa Rebeca, en la colonia Los Olivos.
A las 5 de la madrugada los gritos de Juan despertaron a su hermano Eduardo, corrió a ver qué pasaba y encontró la habitación en llamas.
Juan Gabriel estaba en la cama, su hermano lo levantó, lo sacó del cuarto y lo recostó; tenía el 90% del cuerpo con quemaduras.
Otros familiares llamaron a Emergencias y trataron de sofocar las llamas con agua en cubetas, poco después llegaron bomberos que apagaron el fuego mientras los paramédicos atendían a la víctima, que ya había fallecido.
Una hora después agentes del Ministerio Público arribaron al lugar para levantar indicios de lo que al parecer fue un accidente.
En el Semefo se determinó que la víctima murió por las quemaduras, de segundo y tercer grado que tenía casi en la totalidad del cuero.
Autoridades informaron que la instalación eléctrica en el cuarto no era adecuada, por lo que pudo tratarse de un cortocircuito.
La Subprocuraduría de Justicia, informó que peritos verificarán en la casa si el fuego fue provocado o se trató de un accidente.
Apuñalan a joven
En otro caso, un hombre de 38 años fue apuñalado con un desarmador y le lesionó el corazón.
La agresión ocurrió a las 11:30 de la noche del sábado en la colonia Presidentes de México.
A pesar de sus lesiones que lo mantienen hospitalizado en estado grave, Francisco Javier Torres declaró al Ministerio Público que caminaba por la calle Nicolás Calvo cuando se topó con cinco jóvenes que le preguntaron por una persona.
Al decirles que no la conocía comenzó la golpiza, luego uno de los agresores sacó un desarmador con la punta afilada y se lo clavó en el pecho.
Los agresores escaparon corriendo y Francisco fue auxiliado por paramédicos que lo llevaron al hospital.
De acuerdo al dictamen médico, presenta una herida punzocortante en el corazón.
De sus atacantes no hay pistas que permitan su captura.