La risa es la mejor terapia que puede existir en esta vida, porque con ella los sueños se vuelven alcanzables, Jacinta Ayala Vela (Mamá Tita) nacida en la Hacienda de Munguía un 13 de agosto de 1913, es una mujer de lucha que ha observado 100 años a la vida con un deseo de felicidad, porque “las cosas que pasan ahí se quedan”, comentó.
Sus piernas aún tienen la suficiente fuerza para recorrer los caminos, su voz con la fuerza natural de quien se sabe libre, sus manos con la firmeza de esas personas únicas que exaltan los retos y los superan, y su mente iluminada en historias que cuentan una vida plena.
No necesita bastón, sus piernas aun son como fuertes robles, aunque su andar ya no es como en otro tiempos, su fortaleza hace que Mamá Tita no aparente su edad, conservada como pocas personas a sus 100 años, su afición es cantar, en su voz se oye como nadie la letra de “La Ley del Monte” una de sus favoritas.
Aunque pequeña, recuerda los días en que los revolucionarios asolaban estas tierras “yo estaba chiquita por eso ni miedo me daban, pero los mayores se escondían, los hombres se iban al monte porque los mataban y a las muchachas las escondían, era feo todo se lo robaban”, recuerda Mamá Tita.
Los años de su juventud le trajeron más aventuras, pues su padre los llevo a vivir a Estados Unidos, por lo que empezó a trabajar en los campos de cultivo de aquel País “para llegar allá (a Estados Unidos de América), nos hicieron bañarnos y ya después te dejaban pasar, ahí trabajamos en los campos de algodón, era trabajar duro, y no nos fue mal, porque en una rifa nos ganamos un auto, fue algo muy bonito”.
Los años en ese País lograron que pudiera obtener su ciudadanía y hasta una jubilación, aunque la su familia decidiría otra cosa antes de todo lo anterior, pues su padre se cansó de la vida del vecino País y haciendo maletas regresaron a México, primero a Monterrey, donde unos años después volverían a dejarla para regresar al terruño de Irapuato.
Con ideas e ímpetu, Jacinta Ayala volvió a las tierras que la vieron nacer, su espíritu tuvo a bien de ayudar a otros y con algunos inconvenientes pudo enseñar a algunos niños de su comunidad a leer y escribir, “yo me enseñe con el silabario, poco a poco logramos leer y escribir, y cuando regrese a Munguía decidí enseñar a los niños para que ellos también supieran (leer y escribir)” manifestó Mamá Tita.
Su mayor afición en la vida es hacer manualidades, diversos objetos con diferentes materiales son lo que poco a poco fue aprendiendo “los veía y luego iba haciéndole la lucha para que me salieran, es cuestión de que uno no se rinda” refirió.
Con 12 hijos vivos, más 4 que murieron, 14 nietos y 10 bisnietos, Mamá Tita continúa con la fuerza de su juventud, porque platican sus familiares que el día de su cumpleaños, “bailó con todos, como una hora se la pasó así, la verdad nos impresionó que lo hiciera, pero es que ella sigue siendo fuerte, esto es de genética”, refirió una de sus hijas.
La vida transcurre en un instante, para algunos es corta, pero a otros les da la bendición de observar cambios importantes, como Mamá Tita, quien a lo largo de sus 100 años ha contemplado cómo el mundo ha ido cambiando “antes era muy tranquilo todo y no había tanta gente, pero sólo espero que Dios me deje hasta que él quiera”, refirió Jacinta Ayala Vela, una abuelita que con un siglo de vida aún luce para aguantar otro.
Mamá Tita: 100 años de vida
Tiene 12 hijos vivos, 4 fallecidos, 14 nietos y 10 biesnietos, por quienes agradece a Dios cada día de su vida.