La antigua capital de Polonia -la actual es Varsovia- entreteje historias de monarcas con los vestigios de la Segunda Guerra Mundial y un pasado comunista. Además, Cracovia es la tercera ciudad más barata de Europa, según el Índice de Mochileros Europeos 2013 (European Backpacker Index).
La identidad polaca
El Castillo Real de Wawel, situado en la colina homónima a orillas del río Vistula, es el museo histórico más visitado de Polonia. Sus muros, que datan del Siglo XI, resguardan desde documentos hasta esculturas y armas. Mención aparte merece la colección de tapicería, piezas que en su mayoría fueron rescatadas de países como Canadá, al término de la Segunda Guerra Mundial, cuando muchos tesoros polacos fueron saqueados.
Junto al Castillo está la Catedral de Wawel, donde están los restos de monarcas como Ladislao I El Breve, coronado rey de Polonia en 1320, o el ex presidente Lech Kaczynski, enterrado tras su muerte en un accidente aéreo en 2010. También hay un oratorio dedicado al “Papa Viajero”, Juan Pablo II.
Toma nota: el óleo de Leonardo Da Vinci, “La dama del armiño” (1489-1490), está de visita en el Castillo mientras duren los trabajos de su sede original, el Museo Czartoryski de Cracovia.
www.wawel.krakow.pl/en
Influencia del presente
El Museo de Arte Contemporáneo de Cracovia (MOCAK, por sus siglas en inglés), abrió en 2010 como el primer espacio completamente dedicado al arte conceptual.
Ocupa los terrenos de la ex fábrica de la calle Lipowa que perteneció a Oskar Schlinder, el hombre de negocios que salvó a más de mil de sus trabajadores de los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial.
El edificio fue diseñado por el arquitecto italiano Claudio Nardi y como parte de su colección permanente, el museo cuenta con un fragmento de la exhibición “Terrain” de Koji Kamoji (1935), artista polaco japonés.
Toma nota: junto al MOCAK está el museo Oskar Schindler’s Enamel Factory, dedicado a la exposición permanente “Cracovia bajo la Ocupación Nazi 1939-1945”, una experiencia multimedia que enfatiza las historias de la gente común.
www.mocak.pl
Recuerditos eternos
Justo en el corazón del casco antiguo de Cracovia, nombrado Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1978, está el sitio más icónico para comprar recuerditos en la ciudad: el mercado de la plaza Rynek Glówny, llamado Sukiennice o La Lonja de las Pañerías. Ahí hay textiles, cajas talladas en madera y piezas de ámbar entre otros productos.
Es famoso por estar en la plaza de mercado más grande de Europa, que mide 200 metros por cada lado. Durante el paseo, seguramente el viajero escuchará al cornetero de la Basílica de Santa María, que cada hora, las 24 horas del día, toca la “Señal de Cracovia”, hacia los cuatro puntos cardinales.
Toma nota: para sumergirse en el pasado conviene reservar una mesa en el restaurante Wierzynek, situado en la plaza, cuyo servicio está inspirado en el banquete que el mercader Mikolaj Wierzynek sirviera en 1364 a monarcas europeos.
De alma creativa
El antiguo barrio judío de Cracovia, Kazimierz, es un hervidero de galerías, bares y tiendas de productos vintage o exclusivos diseños.
ART Factory es una de estas primeras tiendas en instalarse en el barrio. Su propietaria, Katarzyna Kozuk, cuenta que se instaló porque a partir de la apertura de cafeterías como Alquemia o Singer, Kazimierz dejó de ser un sitio considerado marginal y comenzó a atraer a gente creativa. Ahora es clave para los viajeros que buscan experimentar el lado bohemio de la ciudad.
La tienda se especializa en piezas hechas a mano: muñecos, bolsos y joyas.
Toma nota: tras las compras hay que visitar Alquemia, popular cafetería en la esquina de Plac Nowy que está justo en el corazón del barrio.
www.art-factory.pl
Sabor de tierras altas
En el sótano están los mejores asientos del restaurante Morskie Oko, donde las meseras visten de manera tradicional con faldas y chalecos bordados. El ambiente busca recrear una posada polaca de tierra altas.
Se sirven platos rebosantes de col y betabel de sabor avinagrado; codillo de cerdo, ternera asada, pinchos de cordero, solomillo de ternera y papas horneadas, junto con enormes vasos de cerveza polaca.
Mientras, un conjunto de música típica se encarga de animar el lugar, donde lo mismo van grupos de jóvenes que adultos. Si ven mexicanos, por ejemplo, tienen el detalle de tocar canciones como “Cielito lindo” para agradarlos, y de paso reforzar la sensación de que en algo se parecen a los mariachis.
Toma nota: está en Plac Szczpanski 8, en el Centro Histórico de Cracovia, a pocos pasos de la Basílica de Santa María.
Tradición puesta al día
Kogel Mogel es el nombre de una de las propuesta actuales para cenar en el Centro de Cracovia, pero es también el de un postre de tradición judía que se volvió popular durante los años del comunismo. Consistía en simples yemas de huevo batidas con azúcar.
El menú incluye platillos tradicionales como sopa zúrek, elaborada con levadura integral, hojas de laurel, huevo, salchichas y servida en una hogaza de pan, y otras alternativas como pierogis o dumplings caseros.
Vale la pena detenerse en las especialidades cracovianas como el golabki: col rellena de carne y arroz, bañada con una cremosa salsa de jitomate.
Para brindar se recomienda pedir la degustación de vodkas. ¡Na zdrowie!
Toma nota: el restaurante está en Grodzka 18; caminando por esa misma calle se llega directamente hasta la Plaza de Rynek Glówny en menos de 10 minutos.
Las facetas de Cracovia
Los recuerdos que ha dejado la historia europea en las calles de la capital polaca son envidiables por cualqueir país.