Jonathan Wajskol, un diseñador gráfico italiano, quien se mudó a EU hace unas tres décadas, ha hecho su vida con el sello de una historia exitosa de inmigrantes: estudios de posgrado en una universidad estadounidense; un exitoso negocio internacional con socios en Milán y Pekín, y una residencia en Greenwich Village que comparte con su esposa y dos hijos.
Algo que no tiene, no obstante, es la ciudadanía estadounidense, y es por decisión propia. Cuenta con la Green Card, pero nunca ha presentado solicitud para la ciudadanía y no le interesa. Sus razones, dijo, van a la esencia de su identidad.
“Sentiría que si obtengo la ciudadanía estadounidense me sentiría un poco menos italiano”, explicó. “Realmente no me siento estadounidense”.
Para muchas personas de todo el mundo, tener un pasaporte estadounidense es un objetivo casi sagrado, y de tener la mínima oportunidad, la aprovecharían ávidamente. En Washington, el debate partidista sobre la inmigración ya se enredó, en parte, debido a la cuestión de si se debe brindar una vía para la ciudadanía a los aproximadamente 11 millones de inmigrantes indocumentados que hay en EU.
Sin embargo, aun mientras legiones dentro y fuera de EU esperan convertirse en estadounidenses, y el País batalla con interrogantes con cargas emocionales, relativas a quiénes deberían tener ese derecho, existe una verdad aparentemente contradictoria: que millones de personas que están legalmente en el País, y están en el umbral de la ciudadanía, nunca dan el siguiente paso.
Según algunas estimaciones, cerca de 40% de todas las personas que tienen Green Card, la puerta a la ciudadanía, no se naturalizan.
De ellas, es posible que muchas quieran presentar la solicitud, pero diversas razones las disuaden, incluido el costo de 680 dólares o el requisito de que la mayoría de los solicitantes deben demostrar que pueden leer, escribir y hablar inglés básico, dijeron defensores de los inmigrantes. En general, algunos países -incluidos Japón, China e Irán- no permiten que sus ciudadanos adquieran una segunda nacionalidad, lo que les impone una decisión difícil.
Sin embargo, junto con los potenciales solicitantes, hay una enorme cantidad de gente con Green Card que satisface todos los requerimientos para naturalizarse, incluidas habilidades en el idioma, dinero, tiempo suficiente de residencia en EU, permiso de los países de origen y ningún antecedente penal. Todo los que les falta son las ganas de hacerlo.
Simplemente no quieren -no lo suficiente- y mencionan varias razones, incluido un mayor patriotismo hacia su País de origen, animosidad hacia las políticas del Gobierno estadounidense y hasta simple irresponsabilidad.
“Es muy frecuente que en los libros de texto sobre inmigración, la ilustración en la portada sea una de la ceremonia de naturalización con la Bandera estadounidense y un grupo de inmigrantes de muy diversas razas”, comentó Alan Hyde, catedrático de la Universidad Rutgers, quien imparte Derecho sobre inmigración y fue coautor de una investigación reciente sobre por qué algunas personas no se naturalizan. “Son muchas las cosas que se escriben sobre la inmigración en las que sólo se supone que llegan, se asimilan, obtienen la Green Card y se naturalizan”.
Para Wajskol, cuya esposa e hijos son ciudadanos estadounidenses, la cuestión de la naturalización surgía de cuando en cuando. Incluso, llenó la documentación, contó. Sin embargo, nunca hizo más de eso. “No tengo un nombre italiano, así es que tengo una ligera crisis de identidad”, dijo. “Ser estadounidense contaminaría un poco más mi ‘italianez’”.
Si tiene alguna duda sobre su posición, indicó, sería que no puede participar totalmente en el proceso electoral estadounidense. Sólo los ciudadanos tienen derecho a votar en elecciones federales y en la mayoría de las locales. Sin embargo, aparte de eso, Wajskol dijo: “Realmente, tengo todo lo que necesito. Me tratan en forma muy parecida a un ciudadano”.
Los residentes permanentes legítimos son elegibles para solicitar la naturalización tras satisfacer ciertos requisitos, incluido un periodo mínimo de residencia, el cual es de cinco años para la mayoría de los candidatos.
Entre tanto, tienen muchos de los mismos derechos y obligaciones que los ciudadanos, incluido el premiso para trabajar. También se rigen por casi las mismas normas fiscales.
Sin embargo, además de tener derechos electorales limitados o no tener ninguno, los residentes permanentes legítimos no pueden establecer su hogar en otro País, ni permanecer fuera de EU por periodos extensos de tiempo, excepto en circunstancias específicas. En muchos casos, no son elegibles para empleos en la Administración pública y para cierta asistencia gubernamental. Pueden apoyar a menos tipos de familiares para visas que los ciudadanos. Y los pueden deportar por violar cualquiera de una amplia variedad de leyes.
No obstante, ninguna de estas desventajas ha sido suficiente para convencer a muchos residentes permanentes legítimos para pararse y prestar el juramento de lealtad.
Xiaoning Wang, quien nació en Pekín y se mudó a Nueva York en 1994, es dueña de ChinaSprout, una compañía que distribuye productos culturales y educativos chinos. Tiene Green Card, pero ninguna urgencia de naturalizarse.
“Me encanta Nueva York, me encanta EU, me encanta todo aquí y la oportunidad que tengo en este País”, dijo Wang, quien está casada con un alemán. “Simplemente no veo la ventaja de estar naturalizada”, agregó.
En los últimos años ha fluctuado la cantidad de naturalizaciones. Después de haber llegado a un punto máximo récord de casi 1.05 millones en 2008, el número bajó a unas 620 mil, cerca de 41%, en 2010, pero empezó a subir de nuevo a más de 757 mil el año pasado, según estadísticas federales.
No obstante, esa cantidad es una mera fracción de la población total elegible para solicitar la naturalización. De los aproximadamente 13.3 millones de personas que tenían Green Card y vivían en EU a principios de 2012, cerca de 8.8 millones podían naturalizarse, según un informe reciente del Departamento de Seguridad Interna.
Un estudio de 2008 de la misma dependencia, estima que los índices acumulativos de la naturalización entre residentes permanentes legítimos con Green Card durante al menos 20 años era de alrededor de 60%.
Guy McLeod y su esposa son ciudadanos británicos y tienen dos hijos nacidos en EU, pero ningún plan para naturalizarse. Como Wajskol, McLeod mencionó razones de identidad nacional.
“Somos europeos en última instancia”, explicó McLeod, un reclutador de empleados que vive con su familia en Rhode Island. “Si eres un estadounidense que se va a Europa y no eres un refugiado económico ni un refugiado político, ¿por qué de pronto ibas a decir: ‘Me voy a hacer francés’?”.
Sin embargo, a veces el razonamiento para evitar la ciudadanía no es particularmente existencial. Carla Greeb, una ciudadana brasileña que se mudó a EU en el 2000, dijo que el proceso para obtener la Green Card fue tan arduo -se llevó tres años- que nunca más quiere poner un pie en el número 26 de la Plaza Federal, la oficina en Manhattan de los Servicios de Naturalización e Inmigración.
“¡No quiero volver ahí en toda mi vida!”, exclamó. “¡Quedé traumada!”.
Alain de Beaufort, un colombiano que tiene Green Card, se mudó a EU hace seis años y se casó con una estadounidense; hoy tienen dos hijos y viven en Brooklyn.
Por algún tiempo, dijo, la flojera obstaculizó cualquier interés vago en naturalizarse. Sin embargo, su tedio dio lugar a una razón más profunda: un creciente desencanto con EU, en particular con su política exterior.
Cuando crecía en América Latina, EU y la idea de la ciudadanía estadounidense eran muy atractivos, contó. Sin embargo, en los últimos años, dijo, se opone a aspectos de la política exterior estadounidense, incluidas las prácticas en el centro de detención de Guantánamo y el uso extenso de aviones no tripulados para atacar blancos específicos. El resultado es que cambió su punto de vista sobre el País.
“Ya no es tan glamoroso ser ciudadano estadounidense”, dijo De Beaufort, un escritor y camarero en un restaurante. “Ya no parece estar tan bien”.
Si bien las personas que se naturalizaron en 2012 esperaron un promedio de siete años para naturalizarse cuando ya tenían la Green Card, según el Gobierno federal, algunas esperaron mucho más.
Y, de cuando en cuando, hasta los nacionalistas más incondicionales pueden percatarse de que se desmoronan sus posiciones de un día para otro.
Claudine Moore, quien nació y se crió en Gran Bretaña, se mudó a EU en 1999, dijo que durante años, por mucho que disfrutara vivir en aquel País, no tenía ningún interés en convertirse en estadounidense. “Estoy bastante apegada a mi ser británico, y a mi amor y orgullo de ser británica”, explicó Moore, fundadora de C. Moore Media, una firma internacional de relaciones públicas con sede en Nueva York.
Sin embargo, cuando Barack Obama empezó a surgir como un posible candidato demócrata para la campaña presidencial en 2008, cambió de parecer y solicitó naturalizarse sólo para votar por él.
Su hermana, quien está casada con un ciudadano estadounidense, también estaba motivada para hacer lo mismo. “Su esposo no la convenció”, contó Moore, “¡pero sí la posibilidad de tener un Presidente negro!”.

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