Barack Obama regresó de San Petersburgo con una declaración de 10 países, entre ellos España, que apoyan una intervención militar de Estados Unidos en Siria como castigo por el uso de armas químicas, aún sin la autorización de la ONU.
Los firmantes consideran que, una vez agotados los esfuerzos en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, “el mundo no puede esperar indefinidamente por un proceso fallido que sólo puede conducir a aumentar el sufrimiento en Siria y la inestabilidad regional”.
El documento conjunto, que fue distribuido por la Casa Blanca, está respaldado, además de España, por Francia, el Reino Unido, Italia, Turquía, Japón, Corea del Sur, Arabia Saudí y Australia.
Sólo un par de ellos, Francia y Turquía, participaría de forma activa en la campaña militar. El Gobierno británico, que está dispuesto a hacerlo, no obtuvo autorización de su Parlamento.
El resto son, en su mayor parte, potencias regionales cuyo principal valor es el respaldo político que su presencia en esta lista constituye para el Presidente norteamericano.
Entre los firmantes están todos los miembros del G-8, con excepción de Alemania y, por supuesto, de Rusia, aliado del régimen sirio y líder del frente de rechazo a la guerra.
Ese grupo de países entiende que el uso de armas químicas en Siria constituye un peligro para “la seguridad de la población de cualquier lugar” e incrementa el riesgo de “un uso continuado y la proliferación de ese tipo de armamento”.
Por esa razón, han decidido “apoyar las medidas tomadas por EU y otros países para hacer cumplir la prohibición del uso de armas químicas”.
Este bloque de naciones comparte el criterio de que la solución final de la crisis de Siria ha de ser política, y pide a la ONU que acelere la presentación de su informe sobre el uso de armas químicas para que “el Consejo de Seguridad actúe acorde” con los resultados.
Pero entiende que es necesaria “una fuerte respuesta internacional a esta grave violación de las normas y la conciencia del mundo, con el fin de enviar un mensaje de que esta clase de atrocidades no se pueden repetir jamás y de que aquellos que las perpetraron deben de responder por ello”.
Con esta declaración, la posición de Obama en el ámbito internacional ha mejorado ligeramente. Ese conjunto de países no es representación de la comunidad internacional ni, por supuesto, tiene autoridad legal para dar vía libre a una intervención militar, pero el paso dado supone un balón de oxígeno para el Presidente en un momento en que lo necesitaba desesperadamente.
Obama insistió en la necesidad de actuar en Siria ante la evidencia, según él incontestable, de que Bashar al Assad había utilizado armas químicas.
“Son mil 400 personas gaseadas en Siria, más de 400 de ellos niños; eso son hechos, no los hemos inventado nosotros, no son excusas para una guerra”, manifestó el Presidente.
Ni esas palabras ni su relativo éxito internacional le garantizan el apoyo que más precisa ahora: el del Congreso y el pueblo de EU. Con ese objetivo, Obama anunció que se dirigirá a la nación el próximo martes en un discurso televisado.
Desalojan a diplomáticos
El Gobierno de Estados Unidos ordenó la salida de Líbano de su personal diplomático no esencial y de sus familias, mientras contempla un ataque a Siria en respuesta por el uso de armas químicas por el régimen de Bashar al Assad.
El Departamento de Estado también ha emitido varias advertencias a los ciudadanos estadounidenses que viajen a Turquía y Líbano, pidiéndoles que lo eviten “debido a las preocupaciones actuales por la seguridad”.
El comunicado emitido por el Departamento de Estado asegura que ha retirado “el personal no esencial y sus familiares de la Embajada en Beirut debido a las posibles amenazas contra instalaciones y personal de la misión”.
Según el Gobierno de Estados Unidos, las autoridades libanesas no serían capaces de garantizar la protección de los ciudadanos y de los visitantes estadounidenses al País en el caso de que estallara la violencia.
Washington afirma además que “persiste el potencial de un estallido espontáneo de la violencia en Líbano” y advierte de que “el acceso a las fronteras, aeropuertos, autopistas y puertos puede interrumpirse con poco aviso, y ocurren en Líbano frecuentemente manifestaciones públicas que rápidamente pueden tornarse violentas”.