Con la tradicional bendición de panes en miniatura elaborado por artesanos leoneses, en el Barrio Arriba celebraron la festividad de San Nicolás de Tolentino.
A sólo dos cuadras de la Parroquia del Señor de la Salud, en el Barrio Arriba, en la calle Aquiles Serdán, se localiza la capilla de San Nicolás que comenzó a construirse el 8 de enero de 1801, y la cual se concluyó el 7 de diciembre de 1848 y ahora forma parte de la ruta del peatón.
En las calles aledañas se instalan 240 comerciantes que venden 3 piezas por 5 pesos el tradicional “panecito”. Es pan miniatura de todas las especies, lo mismo puede encontrar las tradicionales conchas, puchas, picones, cuernos, garibaldis, sorbetes, y toda la extensa variedad de panes.
“Muchos de este pan, como orejas, elotes, los comenzamos a elaborar dos semanas antes; las conchas, rebanada, son de un día para otro porque luego de hacen duros”, dice orgullosa Luz María Rodríguez Morales y Laura Gutiérrez Rodríguez, que han hecho de estos panecillos una artesanía leonesa.
Al mediodía, el párroco Roberto Guerrero Velázquez, presidió la Misa principal de la festividad, donde decenas de feligreses llevan a bendecir los panecillos en canastas, para luego obsequiarlos entre amigos y familiares.
“Esta festividad es una tradición, se bendicen y las gentes obsequian amistosa y religiosamente los “panecitos” sacramentales”, dice Angélica María Casillas, quien junto con su esposa José Guadalupe Díaz, de panadería Pan Pan, elaboran estas delicias.
“Ya somos la cuarta generación. Es un pan artesanal que inició mi abuelo Nicolás y que hemos continuado de generación en generación”, señala Guadalupe Díaz.
Ahí están las deliciosas conchas, orejas, chilindrinas, mamones, chorreadas, bolillos y toda una extensa variedad de panes en miniatura, que hasta pena dar comérselos.
El altar de la capilla de San Nicolás lucía hermoso, bien iluminado, lleno de flores. Las campanas repicaron a lo largo del día.
De acuerdo a la historia este templo de San Nicolás fue restaurado el 1 de septiembre de 1886, por lo que durante 8 meses estuvo cerrado al culto religioso.
El Obispo Manuel Martín del Campo bendijo su graciosa torrecita inconclusa por muchos años el 31 de diciembre de 1973, por iniciativa del capellán Francisco de Paula Sánchez.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *