Los lugareños comentaban que desde el viernes iniciaron las lluvias y fueron aumentando su intensidad.
El sábado por la noche, fue el día más crítico y con lluvias torrenciales acompañados de intensas rachas de aire y un oleaje intenso del Pacífico causaron los daños en la infraestructura de la ciudad, comenzaron a ceder.
La mañana del domingo los daños fueron evidentes; tramos en las calles, en la zona hotelera, se encontraban inundados.
La situación era muy similar en Ixtapa donde los vacacionistas optaron por hacer uso de las albercas de los hoteles ya que la poca arena que tenían las playas, estaba llena de basura entre troncos y piedras que las olas del mar arrastraron hasta la orilla además las intensas olas impedían que los bañistas estuvieran en el lugar.
La lluvia era continua, en momentos arreciaba por lo que pasear por las calles era una opción poco probable para muchos.
La temperatura era agradable para los foráneos pues el termómetro alcanzaba los 20 grados centígrados.
La lluvia no se detenía, al contrario, a ratos arreciaba y los servicios comenzaron a colapsar.
Primero fue la energía eléctrica y más tarde la telefonía y con ella servicios como internet.
Atrapados
Cientos de vacacionistas que arribaron a las playas de Ixtapa y Zihuatanejo durante el fin de semana patrio, el lunes por la mañana, cuando intentaron regresar a sus lugares de origen, se toparon con la noticia de que los accesos terrestres estaban cerrados por los deslaves y daños a las carreteras.
Todos los automovilistas y camiones de pasajeros que intentaron salir por la carretera que comunican con la ciudad de Lázaro Cárdenas en Michoacán o bien con Acapulco, en Guerrero se encontraban con dos patrullas de la Policía Federal que impedían el paso.
Este fue sólo una de las consecuencias que se vivieron luego del paso de los fenómenos meteorológicos “Ingrid” y “Manuel” que provocaron lluvias torrenciales en Ixtapa y Zihuatanejo.
Al no haber más información, los vehículos retornaban hacia la ciudad para buscar refugio, algunos más, reportarse en sus casas pues por lo menos 24 horas antes el servicio de telefonía tanto celular (Telcel) estaba fuera de servicio, incluso la telefonía local (Telmex) tampoco funcionaba.
Algunos vacacionistas ante la situación buscaron algún cajero automático para tener dinero en efectivo, sin embargo, ante la falta de sistemas en las redes bancarias, tampoco funcionaban.
Los hoteles
Ante la falta de información y la escasez de dinero, al menos en efectivo, los vacacionistas preguntaban por lugares dónde se pudieran hospedar a costos más bajos, o bien algún albergue.
Los periódicos locales en sus portadas dejaban ver parte de los daños y las afectaciones que había, principalmente en Acapulco, donde las inundaciones eran mayores, sin embargo, en Ixtapa y Zihuatanejo las cosas no era tan diferentes.
Los datos que daban los medios de comunicación, tanto radiales como impresos, señalaban que había por lo menos 120 mil damnificados y que el albergue habilitado en el Auditorio Municipal había sido rebasado en su capacidad por lo cual se había habilitado en el Conalep, uno alterno.
En la central de autobuses de Zihuatanejo prácticamente el movimiento en los andenes era nulo, los camiones, incluso aquellos de servicios particulares como excursiones o transportes privados estaba concentrados en los mismos espacios, era imposible trasladar a los ocupantes a sus destinos.
La incertidumbre continuó y poco a poco los servicios de telefonía y bancarios se fueron reestableciendo y la información fluía poco, de persona a persona.
Los estragos y daños eran evidentes, las principales avenidas lucían casi desiertas, algunas inundadas, con hojas y restos de árboles por doquier.
Abren carretera
Fue hasta el martes cuando, al menos, la carretera libre a Lázaro Cárdenas fue abierta a la circulación únicamente a vehículos ligeros. Los agentes federales informaban que los derrumbes en la zona así como el reblandecimiento de la carretera impedían que pesados como camiones o tráileres pudieran circular.
Sólo aquellos vacacionistas que llegaron en sus coches pudieron salir de la ciudad. Ante la necesidad de regresar a casa para reincorporarse a sus empleos, principalmente, hicieron que decenas de coches circularan por la carretera libre a Lázaro Cárdenas, la cual en tramos, un carril estaba obstruido con toneladas de tierra y rocas, lodo, ramas y algunas piedras de gran tamaño.
Conforme avanzaban en el camino, los automovilistas daban cuenta de los daños, algunos tramos en los cuales prácticamente la mitad de la cinta asfáltica había colapsado.
Mientras en la carretera de cuota se calculó un tiempo de traslado desde Guanajuato hasta Ixtapa de 8 horas, tras las afectaciones al camino, el traslado se multiplicó a más del doble, tanto en kilometraje recorrido como en el tiempo de traslado.
Fue hasta la altura de la caseta de cobro de “Las Cañas” cuando era posible reincorporarse a la carretera de cuota, la cual había sido reparada, no en su totalidad, ya que había zonas donde la carpeta estaba en pésimas condiciones.
A partir de ahí, los vehículos ligeros como de carga podían circular por el camino de cuota, sin embargo las áreas de estacionamiento de las casetas de cobro estaban completamente llenas con tráileres.
Algunos de ellos dijeron que las afectaciones eran mayores ya que algunas de las mercancías que transportaban eran productos perecederos por lo cual buscarían vías alternas, lo que causaría aumento en el costo del traslado o de lo contrario perderían el costo de la mercancía.

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