Bajo el arco dorado que da la bienvenida al Castillo de Praga, un grupo de chavitas busca discretamente tomarse una foto con los impasibles guardias de ojos claros.
Del lado derecho, a lo lejos, llama la atención la Torre Petrín, un mirador que replica la estructura de la Torre Eiffel. Vemos también un pedacito del Puente de Carlos, que conecta el barrio Staré Mesto o Ciudad Vieja, con el de Malá Strana o Ciudad Pequeña, puntos de un itinerario clásico.
Entonces Irena Svancarová, nuestra elegantísima guía y anfitriona checa, con un español perfecto gracias a los años que vivió en la Ciudad de México y Buenos Aires, nos llama a seguir la marcha.
Entramos a la catedral gótica de San Vito. Más de 20 turistas chinos escuchan la explicación de su guía y disparan sus cámaras hacia los vitrales, los obeliscos y la cúpula, los cuales tardaron casi 600 años en construirse. “Por falta de recursos”, dice Irena.
La primera piedra se puso en 1344, por iniciativa del emperador checo y romano Carlos IV. Luego varios arquitectos trabajaron en ella hasta que se declaró terminada, en 1929.
Para conocer el lugar donde reposan los restos de monarcas y santos sobresalientes de la historia checa, como San Juan Nepomuceno, los viajeros compran boletos para hacer un circuito dentro del recinto.
Aquí el 15 de septiembre la Orquesta Filarmónica Checa, el Coro Filarmónico de Praga y los solistas interpretarán el “Réquiem” de Verdi, como parte de los festejos que se realizan en todo el mundo por los 200 años del nacimiento del compositor italiano.
Al salir de la catedral levantamos la mirada frente a la majestuosa puerta dorada, donde bajo siete candados se guardan las joyas de la corona de Praga.
Seguimos al interior del complejo en dirección al llamado Callejón de Oro. Esta estrecha vía de construcciones bajas y fachadas de colores -hoy repleta de turistas- antiguamente fue la calle de los orfebres, de ahí su nombre. Se dice también que fue la calle de los alquimistas que buscaban la pócima de la eterna juventud.
Salimos del complejo del castillo sin agotar todo lo que hay que ver. Abarcarlo sería una misión casi imposible, pues presume ser uno de los más grandes del mundo.
A pie bajamos por un camino lleno de curvas y enfilamos hacia el Puente de Carlos, hasta toparnos con una de las curiosidades de Praga: el callejón más estrecho de la ciudad (unos dicen que del mundo), que tiene un semáforo peatonal para evitar que la gente se atore intentando pasar.
La marcha nos lleva hasta la isla artificial Kampa y la tranquilidad de sus rincones. Situada en el extremo del barrio Malá Strana, es conocida como “la Venecia de Praga”. Es el sitio donde viven algunos artistas, hay varias galerías de arte contemporáneo y un parque público que es popular para hacer picnics en Verano.
Unos pasos más y ya estamos sobre el Puente de Carlos, cuya construcción fue inaugurada por Carlos IV en una fecha considerada mágica: justo en el año 1357, el día 9 del mes 7 a la hora 5 con 31 minutos, cuya combinación numérica (1-3-5-7-9-7-5-3-1) corresponde a la línea de números impares del uno al 9 y viceversa, y el momento de una alineación entre el Sol y Saturno.
La brisa trae rastros del río Moldava que se extiende a cada lado y que se cuela entre las 30 estatuas del camino. De entre todas nos detenemos en la del discreto San Juan Nepomuceno, quien se negó a revelar un secreto real y cuyo cuerpo fue arrojado al río tras ser torturado hasta la muerte. La costumbre dicta tocar el relieve de bronce para atraer a la buena fortuna, nos explica Irena frente a la reluciente imagen tantas veces acariciada.

Guía práctica

CÓMO LLEGAR
Desde la Ciudad de México Air France vuela a Praga con una escala en Ámsterdam, o París. Los vuelos son operados por KLM, Aeroméxico, o CSA Czech Airlines. British Airways vuela desde el DF a Praga con una escala en el aeropuerto de Londres-Heathrow.

CUÁNDO IR
Por los colores que regala el Otoño, septiembre y octubre es una buena época para visitar Praga. La mejor temporada en cuanto a clima agradable es a partir de medidos de mayo y hasta julio.

DÓNDE COMER
A 66 metros de altura cenamos en Oblaca Restaurant. Sus platillos revisitan la cocina tradicional checa (a base de cerdo, col y papas), maridados con vinos de Moravia y cerveza regional.
Almorzamos con vista al Moldava y el Puente de Carlos en Hergetova Cihelna, cuyo menú incluye versiones de platillos internacionales como ensaladas, pasta y mariscos frescos. Frente a la Plaza de Wenceslao, cenamos en Duplex Restaurant, cuyo club homónimo es uno de los más exclusivos y visitados de la ciudad.

QUÉ COMPRAR
Las marionetas son uno de los recuerdos más buscados en Praga. También las piezas de cristal de Bohemia y productos de belleza elaborados a base de cerveza y vino tinto.

MONEDA
Corona checa. Una corona equivale a .6 pesos, aprox.

IDIOMA
Checo

TRÁMITES MIGRATORIOS
No se necesita visa para visitar República Checa, cuando la estancia no rebase 90 días.

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