Casitas blancas de no más de un piso, calles empedradas y explanadas decoradas con filas de organillos, todo acompañado por melódicas corrientes de viento, reciben a los visitantes de este pueblo, que ha dejado de ser fantasma para convertirse en un recinto de tranquilidad.
La fiebre minera hizo que Mineral de Pozos llegara a tener entre 70 y 80 mil habitantes a finales del Siglo XIX; por distintos motivos la extracción de minerales vino en decadencia y el pueblo fue abandonado paulatinamente, hasta quedar casi deshabitado hacia los años 50’s.
Son ahora los fantasmas quienes dejan este lugar -ubicado al norte de Guanajuato, a poco más de tres horas de la Ciudad de México-, comenta Mario, un estudiante de 16 años nacido aquí.
Mario pertenece a un grupo de ciclismo de montaña, deporte que se ha popularizado en la región debido a los bellos paisajes, montes seguros y senderos bien trazados; todos los sábados sale a rodar. Su hermano de 7 años, Luis Guillermo, aún no puede acompañarlo, pero ya practica con su papá en la ciclopista de casi 20 kilómetros que circunda el pueblo.
“Dicen que aquí era un pueblo fantasma, yo creo que los fantasmas ya se fueron.
“Ahora vienen muchos de fuera para andar en bici o para las fiestas después de Semana Santa; también en diciembre”, relata Mario.
Y sí, pocos dirían que es fantasma un pueblo con hoteles boutique, spas, restaurantes con exquisita comida mexicana, espectáculos de música prehispánica, blues y jazz, competencias de ciclismo y hasta un centro agroecológico con viveros de plantas desérticas.
Este Pueblo Mágico (nombrado así apenas el año pasado) vive un nuevo aire y ya lo habitan más de 2 mil personas. Ha recuperado su opulento pasado para agasajar a los visitantes, por ejemplo, con paseos por las haciendas mineras abandonadas, que ofrecen los guías locales (en los hoteles pueden solicitarse por 25 pesos por persona).
En éstos es obligado visitar la Hacienda de Santa Brígida, donde están los hornos jesuitas del Siglo XVI, que se distinguen por su perfecto estado de conservación y por ser el símbolo del pueblo. En otras haciendas, como la del Triángulo o la de Cinco Señores se camina entre ruinas de respiraderos, tiros de mina, fachadas y muros a medias, rodeados de bellas cactáceas y contadas flores y mariposas.
Si se desea entrar a una mina, más vale apelar al espíritu aventurero porque casi todas son rústicas, a diferencia de otras más modernas en Guanajuato. Se puede elegir entre unas que tienen escaleras iluminadas u otras oscuras que requieren bajarse a rappel.
En Mineral de Pozos todo está cerca, así que puede recorrerse por completo en dos o tres días. El Centro cuenta con espacios públicos impecables; la gente -poquísima- camina tranquila por las calles. Como todo rincón de provincia, las bancas de la plaza invitan a sentarse a ver simplemente cómo pasa la tarde.
O si se quiere saber qué evento hay en la localidad, desde el 24 de agosto atiende el Centro de Atención a Visitantes (a 10 minutos del centro). Que, además de tener toda la información necesaria, alberga exposiciones de artistas locales, y ahí mismo se venden artesanías y artículos de ciclismo.
Quién sabe qué le depare el futuro a este pueblo, lo que es un hecho es que de fantasma queda ya sólo la leyenda.
Guía práctica
UBICACIÓN
Mineral de Pozos se localiza en el municipio de San Luis de la Paz, en el noreste de Guanajuato. Está a 45 minutos de San Miguel de Allende y de la ciudad de Querétaro, y a cuatro horas de Guadalajara.
CÓMO LLEGAR
Desde el Distrito Federal hay que tomar la autopista 57D a Querétaro y luego el libramiento para evitar entrar a la capital, como si se fuera a San Luis Potosí. La desviación hacia Mineral de Pozos está 70 kilómetros después del libramiento.
DÓNDE DORMIRNuestra experiencia. Las habitaciones de La Casona están ambientadas con artículos e imágenes que remiten a los tiempos mineros. Hay amplias suites familiares para cuatro personas, cuya tarifa comienza en mil 600 pesos.
Otra opción. Posada de las Minas cuenta con habitaciones -también temáticas- equipadas con cocina y chimenea que cuestan desde mil 500 pesos.
DÓNDE COMER
Dentro del Centro Agroecológico Tellus, el restaurante Los Escamoles se especializa en ese platillo, además de ofrecer comida mexicana con el sabor del Bajío. El Café La Fama, en el Centro, cuenta con música en vivo los fines de semana.
TE GUSTARÁ SI……te gustó Cerro de San Pedro en San Luis Potosí por su ambiente, Dolores Hidalgo por su arquitectura o Real de Catorce por las haciendas mineras.
QUÉ COMPRAR
En la Casa del Venado Azul se hacen a mano instrumentos musicales prehispánicos, con dibujos tallados y pintados.