Dentro del Año de la Fe, que se clausura el próximo 24 de noviembre, miles de jóvenes de la Diócesis de León refrendaron su fe en la 29 Marcha a la Montaña de Cristo Rey.
Su entusiasmo y alegría iluminaron el sendero de poco más de 13 kilómetros hasta la cima del cerro de El Cubilete.
El titular de la pastoral juvenil, el padre Manuel Sandoval Álvarez, dijo que en esta ocasión se prepararon con meses de anticipación más de 16 mil jóvenes de 123 parroquias que integran la Diócesis.
En más de 400 camiones llegaron procedentes de los municipios de Guanajuato capital, León, Silao, San Felipe, San Francisco del Rincón, Purísima, Manuel Doblado y Romita.
Desde las 11 de la noche del viernes comenzaron a concentrarse en la comunidad de Aguas Buenas para iniciar una velada espiritual, en medio de cánticos y rezos.
A las 5 de la mañana inició una Hora Santa, en la que los jóvenes manifestaron su fe y devoción.
Se declararon listos y con la bendición de Dios iniciaron la marcha de ascenso hacia El Cubilete, en medio de una densa neblina.
“Se les organizó de tal forma que todos llevaban una pulsera de identificación, de acuerdo a las parroquias a la que pertenecen. Se evitó que se incorporaran jóvenes de comunidades, para evitar desmanes y actos delictivos”, señaló el padre Sandoval.
A medio camino comenzó a despuntar un sol brillante en el horizonte de la sierra de Guanajuato, contagiado por la alegría de miles que avanzaban en caravana.
Hubo quienes hicieron trampa y se fueron por atajos, ante los chiflidos y gritos de los participantes; “¡Tramposos! ¡Tramposos!”, pero poco les importó.
Ya con el sol en lo alto, poco después de las 8 de la mañana llegaron los primeros grupos juveniles hasta los pies del monumento a Cristo Rey, donde fueron recibidos por el rector, el padre José de Jesús Ortiz.
En forma muy ordenada subieron, dieron gracias, y bajaron a la explanada.
“Ha sido una experiencia maravillosa. Es hermoso convivir toda la noche en forma sana, ver el amanecer y disfrutar de un gran paisaje”, dijo Karla González Villa, de la parroquia de Las Hilamas, quien cargó un crucifijo durante todo el camino.
Muchas historias, como la de María Elena Torres, quien a pesar de estar impedida para caminar, fue apoyada por sus amigas de la parroquia de Santa Teresita, en la comunidad de Cuevas, quienes se unieron para ayudarla a subir, empujando la silla de ruedas.
“Es una promesa que hicimos todas sus amigas. Mientras podamos vamos a turnarnos para subirla empujando la silla. Es pesado pero lo hacemos con un gran cariño a ella”, dijo María Guadalupe Torres.
Tras dar gracias la mayoría de los jóvenes se tiraron al suelo, mientras que otros se fueron directo a las fondas, donde comieron todo lo que pudieron por 30 pesos.
Luego bajaron un poco más hasta La Ermita, donde escucharan el mensaje del Obispo auxiliar de León.
“La verdad es que esperábamos ver al arzobispo Alfonso Cortés Contreras; pues esta sería la primera vez que se reuniría con nosotros”, dijo Manuel Hernández.

Suben en ‘carcachas’

Muchos jóvenes que participaron ayer en la marcha a Cristo Rey llegaron en autobuses “chatarra”.

“Definitivamente son unidades viejas; en malas condiciones mecánicas, pero nosotros no podemos hacer nada”.
“Algunas de estas unidades se quedan y sí podrían poner en riesgo la vida de los jóvenes”, dijo un agente de Tránsito del Estado que veía cómo un vehículo echaba humo.
Cientos de unidades bajaron a los jóvenes en la comunidad de Aguas Buenas, donde iniciaron el ascenso a pie.
Luego los camiones subieron vacíos hasta la cima del cerro de El Cubilete y se estacionaron en “cordón” por el camino a Guanajuato capital.
Dentro del operativo no se permite la bajada de camiones ni de autos, de Cristo Rey hacia Aguas Buenas, todos tienen que bajar por Guanajuato, o por el nuevo camino El Paraíso, hacia Silao.
Muchos jóvenes prefirieron quedarse en los camiones o de plano irse de aventura a la sierra tras escuchar misa.
Los mismos jóvenes señalaron que muchos autobuses no cumplen con las normas mínimas de seguridad mecánica, pero que los alquilan por baratos.

Exhorta Obispo a renovar fervor

Ante los miles de jóvenes que  marcharon ayer al monumento votivo a Cristo Rey, el Obispo auxiliar de la Arquidiócesis de León, monseñor Juan Frausto Pallares, urgió a alejarse de un cristianismo vivido “a medias”.

“Debemos dejar de ejercer un cristianismo desfigurado y no ser esclavos de amuletos inertes; no ser seguidores de figuras grotescas como la santa muerte y Jesús Malverde”, señaló.
Además hizo un llamado a los representantes de la Diócesis a luchar unidos por un mundo mejor.
“Entre las múltiples tentaciones que acechan nuestra fe actualmente está el querer justificar un cristianismo desfigurado por el mínimo esfuerzo, carente de valores, que condesciende con la injusticia, con la corrupción y con la explotación de los más débiles”.
“De ninguna manera se puede aceptar, hay que estar siempre alerta contra ello”, aseveró.
El Prelado presidió ayer la santa misa en la explanada de La Ermita, a los pies de Cristo Rey, reconociendo el esfuerzo y entrega de los miles de participantes en la marcha número 29 que organiza la Diócesis de León.
“Conocer la fe católica es un camino, un esfuerzo de toda la vida; con el espíritu de sabiduría hay que distinguir lo que va de acuerdo con Dios, lo que aparta de él”.
“Aplicando el sentido común se podrá distinguir claramente lo que proporciona un gozo auténtico y duradero, de lo que es simplemente un placer efímero e insignificante”, añadió.
Monseñor dijo a los jóvenes representantes de las 123 parroquias de la Diócesis leonesa que no se trata simplemente de realizar una marcha por puro placer, sino ir al encuentro con Jesucristo Rey del Universo.
“Él nos brinda la fuerza transformadora que impulsa a la conversión, a la comunión y a la solidaridad”, aseguró.
“Conversión, que significa reconocer el mal comportamiento en la propia vida y dar marcha atrás para vivir con Dios”, explicó.
“La comunión implica convivir como hijos de Dios, compartiendo lo que hay de bueno en cada uno; combatiendo juntos la maldad y luchando unidos por un mundo mejor”.
La solidaridad, agregó el Obispo, significa hacer propios las alegrías, triunfos y éxitos de los demás, así también sus luchas, esfuerzos, tristezas, necesidades y  desgracias.
Monseñor Frausto hizo un llamado a sentir el amor de Cristo.
“Jesucristo quiere sanarles las heridas, purificarlos de sus pecados, darles fuerzas en la debilidad y ofrecerles la alegría de vivir”.
Además reconoció que a los jóvenes les gusta la sinceridad, no la hipocresía; que buscan lo auténtico, no lo falso; se deleitan con lo sublime y detestan lo despreciable.
Luego les aconsejó alejarse de falsas religiones y a no tener ídolos de papel.
Por último, el Prelado exhortó a los jóvenes a vivir el Evangelio con más autenticidad, “porque Jesucristo necesita de su ejemplo y testimonio”, finalizó.

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